El arco de herradura de la Plaza de Armas


 

     

             ¿ Un posible resto de la fortaleza musulmana ?

    En el primer pasadizo del Hornabeque, existe una galería colmatada por escombros y un techo de madera, que pudieran constituir uno de los restos más antiguos de Melilla. Hay que decir que sobre esta zona se asentaba la parte central de la Melilla musulmana, de hecho, apenas unos metros más abajo existen dos restos de silo medievales islámicos, para almacenamiento de grano.  En las excavaciones de la Plaza de Armas en 2002, se encontró una innegable capa de ceniza, lo que podría confirmar el incendio de la ciudad por sus habitantes, previo a la llegada de las tropas castellanas en 1496/7.

    La diferencia de nivel en la galería, entre la entrada desde el Hornabeque y su salida a la Plaza de Armas alcanza los 3 mts, por lo que una limpieza y un posterior estudio arqueológico, evidenciaría la presencia de restos anteriores a la llegada de las huestes de Medina Sidonia, comandadas por los hermanos Bartolomé y Pedro de Estopiñan.

      El techo de gruesas vigas de madera, que aguantan todavía el peso de la plaza, pudieran tener el menos tres siglos de antigüedad y pudo ser edificado por los españoles, aprovechando la existencia de una antigua salida de la fortaleza de Malila. lo que es innegable es que al final del pasadizo, se encuentra un arco de ladrillo, cuyos extremos sobrepasan el diámetro, lo que le haría pasar de un arco de medio punto a otro de herradura de factura musulmana. La posibilidad de hallar restos de la Malilla islámica empotrados en las murallas o en otras construcciones posteriores es descartable. La Puerta Califal de Ceuta se halló dentro del Parador de Turismo.

           ¿Que habría que hacer con este arco?   

Transcribo la opinión del arqueólogo ceutí Fernando Villada Paredes:

   «Del nombre que asigna usted  a la carpeta  «puerta de la medina», entiendo que intuye la cronología «medieval islámica» de ese arco. A raíz de lo que se ve en la foto no puede confirmarle esa intuición. Sería necesario para avanzar algo más, limpiar esa zona, realizar una documentación gráfica y topográfica exhaustiva, proceder a realizar un estudio de parámetros que explicase la génesis de ese espacio y su cronología relativa y, si las condiciones lo hiciesen posible, realizar las analíticas precisas para ofrecer una datación absoluta de las estructuras. En cualquier caso, ni el material empleado, ni su aparejo tienen relación alguna con los restos omeyas de Ceuta».

      PD: Coloco las fotos y las dos posibles interpretaciones de la posible puerta. Que es un arco no alberga la más mínima duda. La madera del fondo, más cercana al arco, parece estar quemada. La zona necesita un estudio, antes de que se venga abajo.

 

El monumento del 17 de Julio en Melilla


                                         El peor monumento de todos

        De todos los monumentos franquistas existentes en Melilla, éste es con mucho el peor de todos, el más infame, el más ofensivo. Lo es porque se hizo o se erigió precisamente con esa intención, la de ofender. Ofender la memoria de los 3oo asesinados por la represión franquista en Melilla, ofender la memoria de todos los trabajadores y gentes de izquierdas o simplemente con inquietudes sociales, que a diario acudían al Café La Peña, que estaba situado justo ahí. El Café La Peña estaba regentado por un concejal de Melilla, Julio Caro, que fue arrestado en el mismo quiosco en la tarde del 17 de Julio, llevado a prisión  y asesinado en una saca el día 4 de agosto de 1936.

       Acabada la guerra intentaron reabrir el quiosco con otro nombre, pero la iniciativa fracasó, simplemente porque la que constituía su clientela, o había sido asesinado o estaba en prisión, en el campo de concentración de Zeluán, en donde llegó  a haber más de 3ooo melillenses prisioneros.

    Cuando fracasó la iniciativa de reabrir el quiosco, los franquistas ordenaron demolerlo, quizá porque su sola silueta, constituía para ellos una silenciosa acusación que no estaban dispuestos a soportar. Quizá les removía su mala conciencia por lo que hicieron con el propietario del  Café La Peña y su familia, que fue desposeída del arrendamiento municipal que regentaban y vivió prácticamente en la indigencia hasta bien consolidada La Democracia. A finales de la década de 1990, la familia Caro, que vivía en la calle O`Donnell, abandonó Melilla sin haber visto jamás el  más mínimo reconocimiento o recompensa moral. Sé que muchos se preocupan por los nombres de los falangistas que estaban escritos en la parte trasera del águila, y aunque entiendo que eran también familias de Melilla, no puedo comprender que a nadie le importe los nombres de los 300 asesinados o los 3000 prisioneros de Zeluán.

           Al fin y al cabo, los falangistas que cayeron en los frentes de guerra, fueron todos voluntarios, sin embargo, a los 300 asesinados y ejecutados de la represión en Melilla, no se les dio nunca la más mínima posibilidad de conservar la vida. Esa es la gran diferencia entre unos y otros caídos. El que va a un frente, va a matar y a evitar que le maten. A muchos, como el concejal Julio Caro, los asesinaron por la espalda, en cualquier tapia o calle de Melilla, sin la más mínima posibilidad de defensa.

            De este monumento sólo podemos desear «la demolición completa», porque es un monumento concebido como ofensa y que realmente ofende.

        PD: las fotos son del Concejal y arrendatario del Café La Peña Julio Caro, y la del socialista Diego Jaén, conocido como «el Padre Jaén», que fue martirizado, exhibido en una jaula en el Parque Hernández y finalmente ejecutado en Rostrogordo.

La puerta Califal de Ceuta


                        Las diferencias de una gestión cultural

          En Ceuta todo se abre y aventa a la luz pública, con lo que se consigue notoriedad, divulgación y conocimiento público y todo esto sumado genera interés y lo que es más importante, captación de fondos. Fernado Villada es funcionario de la Ciudad de Ceuta y arqueólogo y dirige los proyectos de excavaciones. Con el también arqueólogo Jose Manuel Hita hallaron casualmente, empotrada en El Parador Nacional de Turismo, una puerta árabe que dataron en el periodo Califal de Ceuta. Está claro que si estaba empotrada, es porque alguien la tapó a sabiendas cuando lo construyeron y al menos hay que felicitarse porque no la destruyeran. En Melilla se destruyó todo, si es que quedaba algo,  en la década de 1960, pero nunca pueden eliminarse todas las huellas del pasado.

       La revista digital: www.arqueologíamedieval.com , informa que Ceuta ha conseguido 1,3 millones de euros para rehabilitar y pone en valor su puerta Califal. Esa es la clara diferencia entre poner todo en conocimientos de los Ministerios y organismos competentes (Cultura, Bellas Artes), y ocultarlo todo hasta el paroxismo, llevando a cabo una gestión localista que no trascienda más allá de nuestras exiguas y a veces herméticas fronteras.

     El área de Cultura de Ceuta ha establecido convenios de excavación con la Universidad de Málaga, y en 2008 hallarón el mayor área medieval-islámica del norte de áfrica en el llamado «Pasaje Fernández». Hallaron el oratorio islámico más antiguo y varias tumbas islámicas. El trabajo de investigación y excavación del equipo dirigido por Fernando Villada, fue publicado por la revista de la Fundación Medina Azahara de Córdoba y esas sí son publicaciones en las que hay que estar. Recientemente han establecido otro convenio con las Universidades de Sevilla y Cádiz, para excavar áreas en las que se están hallando restos datados en hasta 250.000 años de antigüedad. Es verdad que la importancia histórica y arqueológica de Ceuta es muchísimo mayor que la de Melilla, es más, no hay punto de comparación. Lo que no es normal es que en Melilla no se encuentre nada, no se divulgue nada, no se establezcan convenios de excavación con nadie y todo esté dirigido bajo una óptica demasiado localista y provinciana. Melilla no es el centro del mundo conocido y tampoco lo fue del mundo antiguo. O se acepta esto o no vamos a ningín sitio.

          En 2010, me introduje casualmente en un pasadizo bajo la plaza de Armar y pude fotografiar este arco de ladrillo, claramente de herradura, que ni ha sido excavado ni se pretende hacerlo, pero que podría deparar resultados interesantes, claro que según un comentario que me hicieron llegar, la labor no está por datar y encontrar restos árabes.

          Las diferencias entre hacer las cosas del modo en que se están haciendo en Melilla y  Ceuta son notorias. Luego ya se podrán hacer todas las discusiones académicas que se quiera, sobre si es o no es de tal periodo, pero de escoger entre una y otra gestión, me quedaré siempre con Ceuta.

Enlaces:

(1)   http://www.arqueologiamedieval.com/noticias/6323/el-estado-financiara-con-13-millones-durante-4-anos-la-restauracion-de-la-puerta-califal-(ceuta)

(2)  http://www.arqueologiamedieval.com/noticias/3128/

(3) http://neanderthalis.blogspot.com/2006/07/noticia-nuevas-excavaciones-en-ceuta.html

La leyenda del Cristo de Pedro de Mena


La leyenda del Cristo de Pedro de Mena

                 Enrique Delgado

               La leyenda del Cristo de Pedro de Mena es más bella porque tuvo un final, en Málaga, el día 12 de mayo de 1931, cuando la incomparable talla del artista granadino sucumbió, ante la violencia de los golpes de una maza  y ante el fuego. En ese momento se iniciaba su leyenda, en el instante en el que cayó sobre la talla el último golpe de la estaca o en el que el fuego lamía por última vez su primorosa efigie.

              En el 80º aniversario de su desaparición, su leyenda sigue viva, aun cuando no todos la conozcan o incluso cuando muchos de los que la conocen no pueden asociarla a una imagen concreta y sin embargo, hubo un tiempo en el que no era conocida esta imagen, pues había caído en el absoluto olvido (fue tallada en 1680), lo que contribuyó sin lugar a dudas a su preservación y así atravesó dos siglos sin que nadie reparara en ella, hasta 1883 en el que se la redescubre y se inicia su culto popular. La paradoja es que desconocida, atravesó la noche de los tiempos, expuesta ante todos, apenas alcanzó los 50 años.

              Tras ser conocida tuvo una rápida raigambre popular que la veneró hasta la exaltación y a la vez la colocaba en el lugar que la llevaría a ser odiada y destruida, en una milimétrica similitud con la persona, con el mismo Cristo al que representaba como efigie. La noche del 11 al 12 de mayo, envuelta en un improvisado sudario de ropajes procesionales, quedó sepultada y sola en una iglesia semi-derruida, hasta que sus restos fueron lanzados a la hoguera definitiva en la madrugada del día 12.

              La mecánica cuántica dice que el observador modifica el hecho observado, del mismo modo en que el exceso de veneración y ornato modifica la propia talla del artista y cubriéndola de exornos se la convierte en algo que nunca fue.

             De todas las fotografías conocidas de la talla de Pedro de Mena, esta es la más bella, porque ofrece a la vista el incomparable trabajo del artista, mostrándola desnuda de cualquier adorno. Está desnuda, como cualquiera ante nuestra propia conciencia, es esa verdad íntima y profunda que desnuda nuestro espíritu, ante la que no cabe engaño, demora o  distracción posible.

             La verdad no puede ser nunca transmitida, es una sensación  interior que al intentar expresarla nos hace alejamos de ella, es como la bruma de la niebla, que se disipa a nuestro paso o la fina línea del horizonte que nunca se alcanza.  Sólo podemos ofrecer la imagen y contemplarla, sin intentar describir nada porque entonces la perderíamos.

             El artista quiso mostrar la serena paz con la que la muerte cierra hasta el sufrimiento más bárbaro, ofreciendo ante nuestros ojos la plasmación física de la inscripción RIP (descansar en paz), en absoluta y desmayada relajación. La delicadeza del trazo, casi sin detectarse las herramientas del artista refuerza esa sensación de quietud y reposo. El suave desprendimiento del cuerpo, del que han desaparecido los rastros de la tensión o del dolor, ofrece la imagen del eterno descanso con una intensidad y tranquilidad pasmosa. No hay expresión ni gesto de dolor (pese a ser una imagen barroca), ni ningún recurso dramático con el que Pedro de Mena quisiera alterar nuestra percepción o condicionar nuestra actitud hacia la imagen.

            La imagen muestra, no dice, transmite una fuerza inmensa que sólo puede introducirse dentro de nosotros por los ojos, sin ningún otro sentido que la deforme o altere, en silencio absoluto y una vez dentro no sale.

           Es más bella porque desapareció, porque nada ni nadie pudo transformarla en algo distinto de aquello para la que fue concebida y plasmada. Al contemplarla en el pasado se nos muestra, al intentar explicarla se nos aleja. Al desaparecer volvió a ser lo que era y no en lo que la habían convertido, cargada de cosas y de símbolos que no la hicieron ningún bien. Los testimonios hablan de que fueron directamente a por ella, porque era símbolo de algo, probablemente, que jamás fue Cristo o la talla del crucificado de Mena.

          Ante esta fotografía, eco inapagable del pasado, se comprende lo que realmente fue esta talla, la intención del artista, ya fuese impregnada por la fe o por la inspiración.

          El mejor homenaje es ofrecerla, mostrarla, desnuda de todo aditamento, menos del nombre, “et maneat semper. Amen”.

El solar de Isla de Talleres


                  El lecho arqueológico de Isla de Talleres

        Dicen, o al menos asi se representaba en una maqueta del Museo de Melilla, no expuesta actualmente, que en lo que hoy es el solar de Isla de Talleres se asentaba un antiguo pantano o el estuario de los cauces fluviales de Russadir, porque esta comarca tenía mucha agua, desembarcaderos naturales al abrigo del mar abierto y tierras muy fértiles por los depósitos constantes de limos y sedimentos. Esto hizo que la mítica Russadir fuese un territorio de antiquísimo poblamiento y zona de contacto de todas las culturas que se han asentado o pasado por la zona.

       Esta zona fue un lago, o un pantano, o un estuario, o lo que es lo mismo, una zona muy propicia para hallazgos arqueológicos, porque los ríos arrastran de todo y en los estuarios y desembarcaderos hay todo tipo de hundimientos. A muchos arqueólogos les gustan mucho este tipo de zonas, por la gran probabilidad de hallazgos y sobre todo, por la gran diferencia de los mismos. Se puede encontrar en un mismo lugar todo tipo de restos de épocas muy diferentes.

    La gigantesca perforadora con forma de pinza que ha excarvado el suelo para edificar «el muro pantalla» que rodea lo que serán los cimientos del edificio y los futuros aparcamientos, se ha introducido hasta los 20 metros de profundidad y ahora hay que excavar el todo el terreno comprendido por ese muro pantalla hasta esa profundidad, con lo cual, la probabilidad de que aparezcan restos de embarcaciones, procedente de depósitos arrastrados por las aguas o de cualquier otro tipo, es muy alta, proque la szonas se irían colmantando y aprovechándose para huertas o cualquier otro uso. La calle que rodea el solar y que se corresponde con la ladera norte del extinto Cerro de San Lorenzo, fue objeto de hallazgos arqueológicos en 1920, cuando se excavó superficialmente la zona para construir la Casa de Socorro. Si ahora se excavará hasta los 20 mts. de profundidad, habría que estar muy atentos a posibles hallazgos arqueológicos.

            Sería adecuado someter la zona a un atento y cuidadoso control la posible apararición de hallázgos y sobre todo, pensar que vale más perder dos o tres meses en la ejecución de las obras, que no perder datos de la historia de Melilla, como viene siendo la norma en los últimos tiempos. Lo del muerto del Teatro Kursaal, del que nunca más se supo, no puede volver a suceder.

La iglesia fantasma


                  El edificio de la Feria Hispano Marroquí

           Hasta hace no mucho tiempo,  sobre lo que fuera la tienda de repuestos de automóvil de Carlos Rivas, esquina entre las calles Polavieja y Gral. Ordóñez, sobresalía una pequeña cruz que parecía algun ornamento del antiguo edificio, sin embargo ese viejo inmueble que en breve caerá abatido por el urbanismo desaforado que se ha adueñado de Melilla, es uno de los que más historia atesora, pues fue la sede permanente de la feria Hispano Marroquí de Melilla durante  El Protectorado y también la antigua casa del Reloj.

         El edificio pasó por diversas vicisitudes hasta que en 1938 se convirtió en la casa-convento de las misteriosas y fugaces Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad.

                         La Congragación de Las Religiosas Adoratrices

           La Congregación de Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad, fue fundada por Santa María Micaela en Madrid en el año 1856 y aprobada por el Papa Pío IX en 1860, como Instituto Religioso de Derecho Pontificio.

         La Adoratrices estuvieron en Melilla entre 1938 y 1978, año en que abandonarton definitivamente la ciudad. En 1953 se mudaron al edificio de lo que hoy es la Casa Mercedes y que en origen fue su convento residencia, y que fue construido para ellas. Fue la última edificación del Protectorado español en Melilla.

         Por tanto, esta iglesia fantasma a punto de desaparecer bajo las excavadoras, fue su iglesia durante casi 15 años y resulta muy difícil encontrar fotos de la misma en funcionamiento o de las propias adoratrices, pues practicaban por entonces unas estrictas normas de clausura, sólo suavizadas por el Concilio Vaticano II.

         La redención de las prostitutas

      Esta fue la principal inspiración y motivación de la que luego sería fundadora y santa de las Adoratrices, la madrileña Micaela Desmaisiéres López de Dicastillo y Olmeda: » No puede negarse que las mujeres llamadas públicas, son la clase más despreciable de la sociedad… ¿y no habrá quien se compadezca de tal desgracia y las alargue una mano bienhechora para salir de ella?…Esto ha dado margen a la fundación de esta sociedad de señoras adoratrices, esclavas del Stmo y de la Caridad”.

      Si llegaron a Melilla o fueron traídas está claro con qué intención, porque si su trabajo y dedicación eran las prostitutas y su posible redención, en Melilla las había y muchas, tanto que su fama y la de la calle Mar Chica hicieron correr ríos de tinta allende nuestras fronteras. Fue esta y sus vicios asociados, el juego, etc., una de las causas de la catástrofe de nuestro ejército en Annual. Tanto es así, que dio título a un discurso parlamentario de Indalecio tras el Desastre de 1921 : “Melilla es un lupanar y una ladronera”.

     Pero en 1940, en el Estado Nacional.Católico no podían existir ni la prostitución ni ninguno de los vicios prohibidos por los Santos Mandamientos, por lo que no se menciona nada de la verdadera misión, causas o motivos que trajeron aquí a las adotratrices.

     Moya Casals en “Melilla piadosa y tradicional”  sólo se atreve a decir que ayudaban a las mujeres pobres, obviando todo lo demás, que las mujeres, principales víctimas de la pobreza y la opresión debían vender su cuerpo por dinero. Algo que Sta. Mª Micaela reconocía sin pudor alguno apenas un siglo antes, pero en el nacional catolicismo todo era puro pacatismo.

     Hoy, el nombre de la santa Micaela y de la Adoratrices está asociado a decenas de proyectos contra “el comercio y la trata de mujeres” y para la reinserción social y laboral de mujeres prostituidas.

   Estuvieron en Melilla  40 años e igual que llegaron desaparecieron, dejando pocas huellas de su paso, salvo claro está, la advocación de su Santa Fundadora Sta. Mª Micaela como titular de la iglesia del Bº de La Victoria, inaugurada igualmente en 1953. Durante su estancia en el edificio próximo a desaparecer del Bº del Tesorillo, sufrieron un robo sacrílego en 1952.

           PD: añado dos interesantes enlaces de montajes fotográficos:

              http://www.flickr.com/photos/melilla_trainspotting/4903166020/

              http://www.flickr.com/photos/melilla_trainspotting/4902586439/

El Nuevo Museo de Melilla


                  Decepción en el Nuevo Museo

        Muchas cosas va a haber que decir del Nuevo Museo de Melilla, que para empezar no se entiende el porqué no es Museo Provincial o Autonómico. Habrá que enterarse el porqué se le ha entregado la musealización a una empresa y no a la propia Consejería de Cultura. No se explica esa extraña división en tres partes, a saber: «Arqueológico, Sefardí y Amazigh», cuando todo es lo mismo y la cultura bereber está presente en Melilla desde los tiempos de Rusaddir. No se entienden muchísimas cosas, pero tiempo habrá de ir dando luz a todas.

                      Melilla islámica (siglos VIII al XV)

     Es la etapa histórica más larga de la historia de Melilla, repartida entre Omeyas, Almorávides, Almohades y Benimerines. Sin embargo, se la despacha con una sola estancia y todas la información histórica que se ofrece es la que se ve en la foto. Sin embargo, mi decepción fue grande cuando pude ver que en un Museo Municipal, se volvía a insistir en la «burda mentira» de que Melilla fue entregada por sus habitantes a los Reyes Católicos. Hay decenas de mentiras en esa sóla frase subrayada, la primera sería que Los Reyes Católicos desecharon la idea de conquistar la Ciudad de Melilla y lo hizo la Casa de Medina Sidonia.

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Y sin embargo, Melilla, fue conquistada

       Enrique Delgado

                  En 1998 publiqué una serie de 4 artículos  titulada “Una nueva visión de la conquista de Melilla” que se publicó los días 27 de septiembre, y el 4, 11 y 25 de octubre, en El Telegrama de Melilla, en los que cuestionaba en el fondo y en la forma, la actitud de los historiadores locales, que ante la evidencia histórica de la conquista de Melilla,  seguían cerrados en banda en la defensa del invento pseudo  histórico de “la res nullius” o tierra de nadie.

            El invento pretendía justificar que Melilla no había sido conquistada ni arrebatada a los musulmanes benimerines, bereberes, fesíes, guelayenses, tlemenceños  o a  cualquiera que la poseyese, porque yacía abandonada, completamente destruida y en estado desértico y en espera de ser conquistada por los españoles y esto último, que parece una digresión delirante, fue teorizado y plasmado por el Cronista Mir Berlanga, en una maravillosa cita hallada por mi amigo Carlos Esquembri. Dejo hablar al Cronista:    «Si Sevilla, Córdoba o Granada conservan huellas de los invasores árabes, en nuestra ciudad no dejó el Islam el menor recuerdo. NI un edificio, ni un monumento, ni una simple piedra labrada. Como si la Historia se hubiera complacido así en resaltar el sello español y cristiano de Melilla que se incorporó a Castilla dieciocho años antes que lo hiciera el Reino de Navarra”. La cita podría ser una anécdota de no haber sido porque la ideología que la sustenta, ha seguido  en pié hasta el umbral mismo de este artículo.

         En aquellas fechas dos libros habían cambiado mi percepción sobre la conquista de Melilla, el primero fue “No fuimos nosotros”, de Isabel Álvarez de Toledo, Duquesa de Medina Sidonia, en el que por 1ª vez mencionaba el Tratado de Tordesillas de 1494 y hacía referencia de la necesidad que tenía España de “procurarse las villas de Melilla y Cazaza”. Tras quedar sorprendido por la claridad de la cita y de la exposición, busqué en vano entre los historiadores locales ejercientes o ya fallecidos y ni en uno sólo encontré referencia alguna al Tratado de Tordesillas. En los artículos de 1998, mostré claramente mi asombro por el deliberado olvido de Tordesillas y en el 4º y último capítulo concluía: “La aparición de nueva documentación confirmará o no, algunas de las hipótesis esbozadas en estos artículos…..pero espero haber contribuido a  iniciar el sepultamiento de de 500 años de mentiras y de falsas historias acerca de La Conquista de Melilla”.

       La existencia del Tratado disolvía de un plumazo toda la línea argumental sostenida con encono por la historiografía local, es más dejaba claro de modo fehaciente e irrebatible que Melilla fue conquistada por el propio interés y voluntad de La Corona de España, que fue un acto muy premeditado,  muy pensado y muy bien preparado. Melilla es mencionada más de 10 veces en el Tratado.

      El otro libro que transformó completamente mi pensamiento y en donde ya aprecié la falacia deliberada sobre la que se asentaba todo el edificio de la tierra de nadie fue: “Los presidios españoles del Norte de África”, de Rafael Gutiérrez, en donde por primera vez se contaba que una pequeña parte de la población de Melilla, atemorizada ante la inminente conquista castellana, intentó negociar una entrega incruenta de la ciudad, cosa que no salió bien en un doble sentido, el primero e inmediato porque no consiguieron poner en almoneda a Melilla, el segundo porque con el correr del tiempo, los descendientes de aquellos primigenios traidores melillenses, serían expulsados de España en la definitiva expulsión de Los Moriscos en 1610.

     El año 1997, el del V Centenario hubiese sido un buen momento de darle un cambio a la historia de Melilla y empezar a comenzar a contar las cosas tal y como fueron, sin embargo las publicaciones fueron escasas y se siguió en la línea trazada por los ocultadores del pasado.

    En 2006 apareció el gran compendio de La Historia de Melilla, un libro sin cohesión interna y con unos altibajos enormes, en donde merece destacarse a José Manuel Cabo, Víctor Guerrero, Fernando López, Enrique Gozalbes, Vicente Moga y en donde ni un solo capítulo se denomina Melilla musulmana o Melilla islámica, pese a que indudablemente se habla de ese periodo, el más amplio de la historia de Melilla. Tampoco hay ningún capítulo dedicado a la conquista de Melilla ni a qué la motivó, ni como se llevó a cabo y por supuesto, no se menciona Tordesillas.

      El nuevo y deliberado olvido, me llevó a escribir y publicar en El Faro, 19/08/2006, un nuevo artículo titulado: “Melilla, 1497. Una conquista entre brumas”. En él insistía del modo más claro posible (sin éxito ninguno) en la necesidad de aclarar la fecha de la conquista, la dirección de La Armada, la duración de la conquista y volvía a reiterar la obligación ineludible de mencionar Tordesillas, como clave de bóveda de la política africana del Rey Católico.

En un último y desesperado intento por apuntalar el edificio ya arruinado y poco creíble de la “rex nullius”, apareció en 2008 “los Alguaciles” de Miguel Villalba, que fue recibido como la biblia de la no conquista de Melilla, la losa que cerraba cualquier debate ulterior sobre la anexión u ocupación. Melilla no sólo se había derruido a sí misma, como apuntara Mir Berlanga, sino que además, se había entregado entera, como objeto de cambalache, a la mayor gloria de Castilla.

Tras publicarse este libro (de indudable mérito pero erróneo enfoque),  y que fue exhibido ante el mundo entero, lancé la mayor ofensiva posible contra el supuesto día de Melilla publicando: “El día que nunca fue de Melilla, 17 de septiembre”, en el Faro y Melilla Hoy (13/09/2009) y el diario novelado de: “El día de La Conquista”, publicado en tres partes los días 18,19 y 20 de septiembre de 2009 en el diario El Faro.

El reconocimiento de que la conquista u ocupación de Melilla fue “un acto de Estado” por parte del profesor Carlos Gozalbes y la mención, ya sin ningún margen de duda o discusión al tratado de Tordesillas como desencadenante de la acción política y militar castellana, es un saludable hecho, que refrenda lo que algunos sosteníamos, en la soledad más absoluta, y falta de reconocimiento, desde hace 13 años. Queda mucho por hacer, pero este ya si es un punto sólido y verdadero de partida.