El enigma de «las caras del Real»


Quedaban solo 5 de todas las existentes en la fachada del edificio de viviendas comunales de la calle Cataluña, del barrio del Real. Antes de su total desaparición eran al menos 7, pero es de suponer que serían algunas más, porque existían otras puertas, pero sin adornos. Era un edificio de planta baja, de viviendas modestas, que se extendía también a la calle posterior, la de Orense. Los últimos vecinos abandonaron el inmueble en 2011, en el primer año del Alminar.

El último día que estuvieron sobre la fachada, fue el 21 de septiembre. Entre ese día y el anterior, la empresa distribuidora de Electricidad en Melilla, GASELEC, realizó los trabajos de retirada del cableado eléctrico, trabajo previo a la demolición del edificio, que ya se encuentra totalmente arruinado. Quienes retiraron las últimas 5 caras ornamentales, hicieron coincidir sus trabajos con los de la empresa eléctrica.

Nadie se percató de nada. Los vecinos de la calle vieron o creen recordar a albañiles, que hicieron un trabajo de retirada, del que apenas quedan escombros en el suelo. Unos piensan que fueron 3 las que pudieron retirarse, y otros que 4. Los moldes de cemento o de yeso con el que estaban conformadas, estaban ya muy fragmentados, por lo que ninguna pudo ser sacada de la pared de modo completos. Si el trabajo fue de retirada, se realizó con esmero. Si fue de eliminación, también.

La base de ladrillos sobre la que se encontraban adosadas sigue limpia, y sin signos de golpes o de desprendimientos. Está claro que fueron extraídas sin demasiada dificultad. ¿Enteras? Es casi imposible. En las últimas fotos realizadas se aprecia claramente su mal estado de conservación. Entre los escasos escombros, no hay siquiera rastro de las coronas vegetales con las que estaban adornadas. Lo que quiere decir que el trabajo, fuese el que fuese, se realizó con minuciosidad. Nadie ha sido capaz de ofrecer una explicación definitiva sobre su último destino (conservación o eliminación). Sabemos solo la fecha.

Por su importancia y porque constituyeron un símbolo, le damos un espacio definitivo e intemporal en el blog. Gracias a ellas renació el interés por la ornamentación modernista de los edificios de la ciudad. Son las 5 de últimas, las que aguantaron un siglo. Esperamos volver a verlas, o bien las originales, las que pudiesen salvarse, o al menos una reproducción de ellas, aunque por su estado final, no deben albergarse demasiadas esperanzas.

Nota:https://elalminardemelilla.com/2022/08/31/las-caras-de-melilla/

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El edificio del cine español


                 El 27 de agosto de 2018 las excavadoras arrasaron las paredes de lo que en su día fuera el Cine Español del barrio del Real. Desde algunos años antes era ya solo un solar vacío, sin cubierta, y lleno de escombros y de basura. Su última función fue la de carpintería, lo que permitió conservar su paredes hasta es tardía fecha.

            Los proyectos de conservar el edificio y su función cultural acabaron desperdigados en el techo del infierno, en donde dicen que se acumulan las promesas no cumplidas. El valor arquitectónico era nulo, pero sí un referente del carácter del sentido que se intentó imprimir al nuevo barrio, asentado en el último territorio del acuerdo de 1860, entre Marruecos y España, que permanecía sin ocupar (1909).

                  Nos habíamos olvidado del asunto del Cine Español, que se asentaba sobre una planta de 200 m, catalogada como suelo industrial, y sobre el que hoy se levanta un edificio de 3 plantas y de al menos 12 viviendas. La rentabilidad del solar es máxima, ya que se sitúa en la misma esquina de la calle Valladolid, en intersección con la de los «aviadores» Jiménez e Iglesias.

                   Casi por casualidad y mirando muy hacia arriba, porque no es fácilmente visible y también porque no está indicado en ningún lugar, puede verse la leyenda de «Cine Español», en la parte alta del edificio torre. Esto es lo que entendía por conservar, los anteriores gestores del área de Urbanismo. Al menos no se ha construido un nuevo edificio cúbico y este tiene algunos rasgos que pretender recordar cierto tipo decorativo,

                          El nuevo edificio, la vieja denominación del cine y el recuerdo del antiguo, yacían en los cada vez más grandes archivos del Alminar, esperando una oportunidad para ver la luz, hasta que este misma tarde, un atento colaborador del blog, nos ha llamado para hablar, precisamente, sobre este nuevo edificio y su rótulo de las alturas. Y esa alerta, ha llevado de modo directo a arrojar la luz de la memoria, sobre el extinto cine.

Nota:https://elalminardemelilla.com/2018/08/27/cuatro-tres-dos-uno-cero/

La ruina


          La ruina es una categoría en Melilla. Ahora no estamos saliendo a observar, pero da igual, pues los hechos continúan produciéndose, solo que no cuentan con un relator constante. Antes de abandonar las calles lo habíamos observado todo, como siempre hacemos. El confinamiento afecta al Alminar, pero no impide su actividad. De esto ya se dio cuenta Miguel, un miembro de nuestra comunidad. Hace ya mucho tiempo, un colaborador nos comentó que la ruina de los edificios, su derribo, o su implosión no tenían interés para el lector. Creemos que erraba en su percepción, porque sí despiertan interés, y hay una relación directa entre la mención en el blog, y el aceleramiento de su estado de ruina hasta la desaparición total, sin que sea un hecho trascendente el que estén catalogados como bienes culturales. Los casos en los que la sola mención ha ejercido de fulminante, llenarían una entrada entera.

         La fachada de las 7 caras, casi el último ejemplo del modernismo obrero en el barrio del Real, está desmoronándose. Ya solo quedan seis y así hasta su total desaparición. Eran solo ornamentos, pero eran parte de un estilo que ya se pierde. Todo es ruina y negocio.

         Existe también un interés histórico y también estético, aparte del que consideramos más necesario de todos, y que es el de dejar constancia. El instante anterior a la desaparición tiene un indudable interés, aunque solo sea testimonial.  Las ruinas son una categoría tanto en la ciudad como en el Alminar, y esto es así desde casi el mismo instante de su origen. A lo largo de todo este tiempo, del que se cumplirá el 9º aniversario en los próximos días, hemos visto caer de todo, y hemos visto caer más de lo que se ha construido, e incluso hemos visto caer  más casas y cosas con interés, del que carecía luego casi todo lo que se ha construido. Reducir a ruinas es el máximo castigo posible.

         Esto sucede en todos los barrios de Melilla. La despersonalización y la pérdida de carácter es completa. La nueva realidad se nos echa encima y aquí no parece cambiar nada, ni siquiera se vislumbra la conciencia de que debe cambiar. El viejo camino sigue ahí, pero no debe volver a transitarse. Nosotros solo advertimos, nadie tiene porqué hacernos caso.

Nota:https://elalminardemelilla.com/2014/03/23/la-manzana-de-oro-del-barrio-del-real/

Calle de El Bierzo


 

La gestión en apariencia

                          Existía una gestión, pero era solo en apariencia, y esa apariencia acababa por hacerse pasar por gestión.  Asociaciones de vecinos como correas de transmisión. Silenciado cualquier atisbo de crítica o de disconformidad. Los medios de comunicación o entregados a  la propaganda o silenciando la realidad, que era la que veían y ven los ciudadanos/as cada día. Desapareció la opinión libre de la gente, ya nadie reclamaba nada y la imagen de la gestión aparente se adueño de todo y se multiplicó por doquier.

                         Las casas se vaciaban, los antiguos vecinos o bien abandonaban la ciudad, o se trasladaban a otros inmuebles y entonces sobrevenían la ruina y el abandono durante décadas, sin que ninguna Consejería responsable se tomase las más mínima molestia por verificar y comprobar cual era y es el estado de calles y barrios. Pasará mucho tiempo antes de que pueda detenerse este proceso de deterioro, para  poder revertirlo y avanzar de nuevo.

                      En Melilla hay cientos de casas abandonadas y vacías en claro proceso de deterioro. También hay muchas casas ya sin dueños y herederos, de las que se están adueñando otros, que nada tienen que ver con sus antiguos y extintos propietarios. Con el paso del tiempo, existe una vía legal para adquirir la propiedad de esa casa abandonada. La casuística en esta ciudad es interminable, supera cualquier cosa que pueda imaginarse.

                     En la calle de El Bierzo del Barrio del Real existen varias antiguas viviendas en completo estado de abandono y ruina. Las que tienen los números 5 y 7 están impracticables como posibles refugios de la población ambulante. Las otras, que se corresponden con los números 14 y 16 lleva abandonada una década, tapiada y ha sido recientemente reventada para su uso como refugio esporádico.

         Este es el estado de abandono y de ilegalidad en el que se encuentra la ciudad. Este es el tipo de gestión que se resiste a dejar paso a otra. Este es el punto desde el que hay que reflotar. Esta era la calle León, pero la gestión aparente decidió dividir el nombre de la mitad de las calles del barrio (Orense-Vigo, Pamplona-Navarra, A Coruña- Ferrol, etc).

 

 

 

Aparcamientos y contenedores


Ellos edificarán y yo destruiré (Malaquías)

             A tan solo 20 días de las elecciones, comienza una instalación apresurada y masiva de contenedores de separación de basuras, que suponen además una pérdida de aparcamientos en superficie. Los mismos que fueron creados y pintados hace apenas unos meses. Crear para luego destruir o poner para luego quitar. En sus últimos días, el gobierno local hace y deshace sin que se advierta la menor crítica a este tipo de planificaciones apresuradas. Gastos de última hora sin que conste que la cadena de separación de residuos se completa en el otro lado, o en la estación término. No se resuelven ningún problema y se crean otros.

         Frente a una incineradora, caben muy pocas alternativas. ¿Qué se va a hacer con los envases retirados?. ¿Qué se va a hacer con los plásticos, con el papel, con el vidrio, con los metales, con las pilas?. Solo Guelaya-Ecologistas en Acción y Podemos, le han puesto peros a este nuevo y paresurado derroche. En las últimas dos décadas no se ha tomado una sola medida para forzar la reducción, reutilización y reciclado de residuos sólidos urbanos.

          Se han cambiando casi todos los contenedores de superficie y también los soterrados, en el último año y ahora se introduce un nuevo modelo, comprado después de la renovación del contrato de limpieza urbana, por lo que los camiones de recogida de basuras no son los adecuados para este nuevo. Esto forzará la coexistencia de 3 modalidades disntintas de contenedores.

             El problema de la recogida de residuos urbanos sigue tal cual estaba en el año 2000, con la planta incinedarora como dueña del modelo de gestión de los residuos melillenses, porque en todo este tiempo no se ha optado por la separación de residuos.

                  El Barrio del Real, el más populoso de la ciudad, volverá a sufrir una nueva e importante pérdida de aparcamientos, sin que haya ninguna alternativa. El peatón, el ciudadano sigue perdiendo espacio, porque el que fue recuperado con la falsa peatonalización, esta siendo ocupado por las terrazas de bares y cafeterías, que han extendido sus negocios hacia los aparcamientos que no fueron eliminados y también con la ocupación de aceras y el paseo central. Esto mismo está sucediendo también en el centro de la ciudad.
En la calle Aragón del Barrio del Real, como antes se hiciera en la calle Andalucía, se está reduciendo hasta la mínima expresión el paseo central, para recuperar una parte de los aparcamientos perdidos por las reformas anteriores y las actuales. Al otro lado de los nuevos contenedores no hay nada.

 

La tormenta de asfalto


 

            A lo largo de todo el mes de septiembre, como si se tratase de una invasión, las máquinas de asfalto, dirigidas por la consejería competente en la materia (alquitrán), han desatado una tormenta de asfalto en el melillense barrio del Real. 25 calles han sido asfaltadas de punta a cabo, todas a la vez y también por partes. Las molestias ocasionadas han sido todas las previstas más el doble.

            Pasado este mes, el de la feria y la vuelta al colegio, y el del regreso a la actividad laboral y cotidiana en los hogares, esas 25 calles lucen un asfaltado brillante, liso, completo, junto con todas sus marcas viales, señales de aparcamientos, y marcas de dirección. En un mes se han asfaltado más de 3 kilómetros de calles. Hay que recordar que el alquitrán es un material reutilizable.

             En primer lugar se limpia y barre la superficie. Luego llegan las máquinas con rastrillos que levanta la capa de rodadura, para ser recalentada, embreada y vuelta a utilizar. Si se mantiene adecuadamente, el asfalto es permeable y en época de lluvias absorbe el agua, cosa que no hace el cemento, que prolifera en otras calles de la ciudad. El asfalto es un material sostenible y el cemento no.

             La pregunta que se hace todo el barrio del Real, pero que no se verá escrita ni contestada en lugar alguno, es porqué si en un solo mes se ha podido reasfaltar casi la mitad de las calles del barrio ( estará todo completo en un plazo casi igual); ha tenido que pasar más de una década para realizarse una actuación así. Han sido diez años de socavones, baches, pavimento zurcido y remendando con cemento en todas las calles, señalizaciones invisibles o inexistentes, y una degradación que solo era la muestra más visible de una gestión sumida en la acedia y en la desidia.

               El estado en que se encuentran ahora las calles, es el que deberían tener siempre, a lo largo de todo el año. Sin embargo no ha sido así. El barrio del Real es el más populoso de Melilla. Si los concejales se eligiesen por distritos, estas cosas no sucederían. Solo la proximidad electoral del año 2019, y el miedo a la irremisible pérdida de la hegemónica mayoría, mantenida durante demasiado tiempo, parece ser la responsable de «estas tormentas de asfalto y de obras», tendentes a solo una finalidad, que se antoja ya imposible. Algunos ya darían por buena un «dulce derrota», como dijera un mandatario socialista en 1996.

                Y ya que escribimos de calles y de nombre, ¿ha pensado alguien qué hacer en Melilla con la calle Infanta Cristina?.

Cuatro, tres, dos, uno, cero


 

                El último día del edificio del Cine Español

      Hoy, 27 de agosto, la implacable pala excavadora ha enviado los últimos restos del Cine Español del Barrio del Real, al infierno gris de los escombros. Desde hace algunos años solo quedaban en pie los muros del recinto. Un partido político, de cuyo nombre es mejor no acordarse,  llevó en su programa su rehabilitación y su uso cultural para el barrio, en una nueva vida arquitectónica que ya no se producirá.

       En 2014 publicamos un artículo alertando de la situación de ruina de tres edificios emblemáticos del barrio del Real (1). La situación de ruina entonces no era definitiva. Cuatro años después no queda ninguno de esos edificios, pese a que estaban registrados en el catálogo de bienes de interés cultural de Melilla. El proceso es siempre el mismo. Antes de la demolición, se abandona el suficiente número de años como para que la situación arquitectónica sea ya irreversible. Durante todo ese tiempo, la autoridad competente no ejerce en ningún momento su labor de vigilancia, ni obliga a la propiedad a mantenimiento alguno. Cuando la situación de ruina inminente, se autoriza la demolición sin requisito ninguno. La historia, el carácter y la personalidad del barrio, bien éste o cualquier otro, desaparece a golpes de pala excavadora. Melilla fue antaño tierra de cinematógrafos y de teatros, de los que ya no queda casi nada.

       El último en caer ha sido el edificio del Cine Español, inaugurado en 1931, según se indica en la obra de Juan Díez Sánchez, Melilla y el mundo de la imagen. No sabemos hasta qué año se mantuvo la actividad como cine, ni los años que pasaron hasta su transformación en carpintería, su última actividad conocida.

      Al menos ahora sí podemos datar la fecha exacta de su final, el 27 de agosto de 2018. La pala excavadora ponía fin, con una densa nube de polvo, a lo que en un tiempo fue parte de la historia cultural de la ciudad y del barrio. Ahora es polvo, escombro, nada.

       Nota:(1)https://elalminardemelilla.com/2014/05/06/tres-edificios-modernistas-del-real/