La circulación social, en nuestras ciudades superpobladas, es la principal vía de permanencia de la pandemia de Wuhan o del Covid-19. Un Intercambiador de Transportes es una modalidad de edificio al que se puede acceder desde una bicicleta o un vehículo privado, y del que se sale en metro, tren de alta velocidad o incluso avión. En la actual pandemia, los colegios funcionan como intercambiadores sociales para el virus SarS-CoV-2.
Lo que no se sabía en marzo de 2019, si se sabe en este momento, en pleno desarrollo y línea ascendente, de la llamada tercera ola. Ha sido un grave error reanudar las clases en enero sin incluir al profesorado en el grupo prioritario para la vacunación, tras el de personas mayores, residencias y personal sanitario. Profesores y maestros es uno de los cuerpos profesionales con mayor número de contactos personales, y que permanece un mayor número de horas en esa situación de contacto. Otros grupos, como cuerpos policiales, no trabajan todos los días, lo hacen por turnos.
El riesgo de contagio aumenta cuanto mayor sea el tiempo y el grado de exposición en lugares sociales o comunitarios. El tiempo máximo recomendado de permanencia en una cafetería es de 30 minutos, y de dos horas en un restaurante. Sin embargo, en un CEIP (Centro de enseñanza Infantil y Primaria) o en un IES (Instituto de Enseñanza Secundaria) es de al menos 6 horas diarias. El número mínimo de contactos, profesorado incluido, se sitúa entre las 15 y 30 personas cada día. En los IES además debe multiplicarse por 6, pues en cada hora se cambia de grupo de alumnos.
El Covid-19 no es un ser vivo, no es una bacteria como la de la peste, por lo que no precisa de organismos vivos para su transmisión, aunque sí para su supervivencia. La peste, necesitaba del animal transportador, las ratas, y de las pulgas y garrapatas para la infección y multiplicación. Al tratarse de una bacteria, su resistencia fuera de organismos vivos era muy baja. No es el caso del Covid-19, que permanece aletargado en cualquier lugar y modo, y está presto a reactivarse. El virus es infinitesimal, por lo que también viaja en las invisibles microgotas que expulsamos al hablar. Las bacterias precisan de gotas gruesas y claramente visibles. Aún así, otros estallidos pandémicos como la gripe asiática de 1957, o la de Hong Kong en 1968, duraron dos años, y causaron entre 1 y 4 millones de muertes cada uno.
¿Dónde se corren más riesgos? En aquellos lugares en donde se habla más: Colegios, centros comerciales, cafeterías, bares y restaurantes. Por eso se llevan mascarillas, se exige distancia social y se limita el tiempo de permanencia, salvo en los colegios e institutos, en los que se ha limitado la permanencia al alumnado, pero no la de los profesionales. Así pues, cada día, ponemos en marcha una circulación social, que mantiene la rueda de contagios como en una noria. El pequeño comercio podría seguir funcionando sin problemas, porque no es un intercambiador social de relevancia.
Los colegios son una actividad esencial, y ya ha quedado claro que no se suspenderá su actividad salvo en la circunstancia final, del confinamiento absoluto. Por tanto, ha sido irresponsable y un error grave, reanudar su actividad sin hacer test a los alumnos mayores, y sin entrar los profesionales en el grupo de vacunación prioritaria, detrás de los ya mencionados. Si llega el turno de vacunación al final de curso, al ritmo actual, sería absurdo. Mientras tanto, los colegios son la estación intermodal del Covid-19.
La lección de Chernobyl no se ha aprendido. No solo es la peligrosidad del agente, sino también el grado y el tiempo de exposición. Seguimos expuestos. Presten atención a los intercambiadores sociales.