Último día en el Docker


                                 Esta familia de 5 miembros pasará su última noche bajo el techo de uralita de los antiguos aparcamientos del Hospital Militar. Un buen amigo del Alminar, que leyó atentamente todo lo ocurrido con el accidente medio ambiental del pasado 15 de diciembre, en el que la caída de un eucalipto gigante pulverizó parte de la cubierta de amianto de un barracón, y convirtió la zona en el Chernóbil melillense, me advirtió: «Si vuelves allí toma precauciones, yo paso por allí todos los días y me da miedo, tanto que me cubro la boca y la nariz con la bufanda».

                               Hemos vuelto al Docker y le hemos hecho caso y tomado precauciones. De una autoridades que ni siquiera han comentado el incidente, no es posible fiarse. Sabemos que las placas de uralita han sido retiradas por una empresa especializada y que los trabajadores iban cubiertos con trajes especiales. La zona se ha acordonado con una cinta cuya leyenda dice: No pasar, amianto. Sin embargo el peligro del amianto, el mineral letal, no es que se haga caso de la advertencia y no se pase, es que sus volátiles partículas salen y circulan por el aire.

                             Con posterioridad al accidente de diciembre de 2017 supimos que se produjeron varios, al menos hasta tres, y que grandes ramas de los árboles talados perforaron al menos las cubiertas de otros dos barracones más, aparte del que fue objeto de la noticia. Tenemos las fotografías que lo prueban. Ese barracón ya no existe, ni ninguno de los otros que estaban de amianto hasta los topes.

                         La Consejería de Medio Ambiente no ha dado señales de vida, no ha comunicado nada a la ciudadanía, el pacto de silencio sobre el amianto es real. No ha informado sobre si se hicieron mediciones para detectar partículas de amianto en el aire. No sabemos si esa excavadora que aniquila los restos de los barracones, y que levanta gran cantidad de polvo, puede llevarse también consigo algún fragmento de la uralita, o si está esparciendo las peligrosas fibrillas de amianto, invisibles y letales.

                                Hace unos días en una obra en el cementerio de La Concepción, vimos en el saco que contenía las placas de uralita la siguiente advertencia: Respirar polvo de amianto es peligroso para la salud. Se trata precisamente de eso, que el polvo viaje y sale de su zona de origen. Aquí no hay advertencia ninguna y las personas deambulan por las inmediaciones. No sabemos si esto es un entorno seguro porque nadie lo ha comunicado de modo oficial.

                               La familia desalojada

               El 2 de febrero, o sea mañana, esta familia que lleva aquí viviendo más de dos años, debe desalojar el aparcamiento, porque se va a desmontar la cubierta de uralita y luego se va a demoler el muro. Ningún responsable de la Consejería de Servicios Sociales se ha interesado por su estado, ni les han ofrecido una alternativa a la vida en la calle.           Tienen intención de trasladarse a algún lugar cercano, con sus pertenencias, pero preferirían alguna solución que pusiese fin a su vida sin techo. Carecen de recursos económicos y han esperado hasta el último momento alguna visita de la Consejería. La nube de polvo de la uralita les cayó encima el pasado 15 de diciembre.

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Docker, el Chernóbil melillense


 

              Cuando la ineficacia y la desidia de la gestión comprometen  y ponen en riesgo la salud pública, entonces ya no caben contemplaciones. La denuncia debe ser pública y contundente, sin dejar márgenes a la duda. Lo sucedido el 15 de diciembre en los terrenos del hospital militar de Melilla, antiguo Docker, es un grave incidente medioambiental.

           El vetusto hospital del Docker y todos los antiguos acuartelamientos de la ciudad (Hípica, Caballería, Intendencia, Parque de Artillería, Ingenieros, Pajares de Intendencia, Gabriel de Morales, Santiago y La Legión), forman un conjunto que puede ser calificado como el Chernóbil melillense. Están infectados de amianto, uralita o fibrocemento. Nos da igual la denominación que se escoja. Es el mayor problema de salud pública de Melilla y debe solicitarse un plan especial para su retirada. Es una prioridad, incluso antes que la quimérica y electoralista ampliación del puerto comercial.

              Las obras del nuevo hospital universitario de la ciudad se paralizaron en abril de 2012, recién llegado el Partido Popular al gobierno de España. En el contrato de obra quedaba claro que la Ciudad Autónoma se comprometía a despejar la zona, urbanizar y demoler los antiguos edificios, todos con cubiertas de uralita. La retirada obligada de la uralita (amianto) era algo que podían haber hecho, previsto y preparado en estos 5 años,  70 meses. No han hecho nada. Las obras precipitadas que estamos viendo responden solo a la pura necesidad electoral, y tampoco son la reanudación de las obras del hospital. Es solo el despeje y acondicionamientos del entorno exigido en el contrato.

          La precipitación y la improvisación no traen nada bueno, más bien lo contrario. El error, la tala y arrancado salvaje de árboles,  el derribo rápido de edificios y de un eucalipto de 20 m. de altura que ha caído sobre un barracón, ha provocado la destrucción de placas de amianto, uralita.

                                  Visión de Chernóbil en Melilla

         La eliminación del muro perimetral del hospital, nos ha permitido observar un estado más peligroso para la salud pública y de los propios trabajadores, del que podíamos ver desde fuera, que ya era malo. Hemos visto uralita destrozada en otro barracón, en muy mal estado en casi todos, y algunos con ella ya eliminada. Es un delito ambiental llevar este material al vertedero de escombros y triturarlo allí de modo oculto. Esto debió hacerse hace años. La situación aconseja desmontar primero toda la uralita, con empresas especializadas, antes que seguir haciendo allí nada más. No tenemos explicación para la columna de vapor o de polvo que se levantaba desde el suelo. No es una mancha de la cámara, hicimos una serie de fotos y lo hacía aparecer la luz del flash.

Nota:https://elalminardemelilla.com/2015/10/02/hospital-militar-pages-de-melilla/

 

Hospital militar y amianto


              Amianto, uralita, fibrocemento. Los tres nombres y el problema del que no se habla ni escribe en Melilla, pese a que nos rodea. Hoy se han reiniciado las obras de demolición del antiguo hospital militar y todas sus dependencias y pabellones. Esto era un requisito que asumió en su momento el Gobierno de la Ciudad Autónoma. Las obras del nuevo hospital debían haberse concluido a finales del año 2013, pero el gobierno Popular de Mariano Rajoy las paralizó en abril de 2011. Con respecto a la finalización de la obra civil, se llevan 4 años de retraso. Este quiere decir que antes de 2021 no estará concluido el edificio. En esa época ya no estarán al frente de la ciudad ni del Estado, ninguno de los actuales gobiernos.

             Hoy han entrado las prisas para que se va actividad en la zona, pero no son la obras de reinicio del nuevo hospital. Es el acondicionamiento del terreno, eliminación del arbolado, derribo de muros y de antiguos edificios y pabellones del antiguo hospital del Docker. Es lo mismo que decir que tiene que despejar la zona para que la empresa adjudicataria de las obras del hospital, reinicie su labor interrumpida hace 6 años. Hay que repetir que el proyecto inicial estaba presupuestado en 41 millones de euros y que el acabado del actual alcanzará los 90, o sea, más del doble. Según la excusa ofrecida entonces, el Partido Popular paralizó las obras por negarse a aceptar una modificación del proyecto que incrementaba su cuantía en 8 millones de euros, lo que todavía deja una distancia de 43 millones entre aquella obra y la actual, cuando se reinicie.

                        Hospital militar y amianto

            Todo lo construido en España entre 1940 y 1990 llevaba el tenebroso material del amiento y la firma de la familia March, contribuyentes netos del golpe de Estado de 1936. Ya hemos dicho que el material letal se escondió bajo nombre como uralita, fibrocemento o asbesto, pasando así oscurecido hasta los tiempos actuales. Durante décadas hemos convivido y con este material sin saberlo. La uralita vuelve a recobrar su característica letal cuando se retira, fragmenta o deteriora. Luego hay que almacenarla, porque no se puede fracturar ni cortar. Hay un protocolo para la retirada del amianto, que dudamos que se esté cumpliendo o esté en marcha en Melilla. En todo este tiempo, desde que descubrimos el secreto en el mes de julio, hemos detectado algunas retiradas de material, y localizado una extensión enorme del mismo. Todas las dependencias del antiguo hospital militar o del Docker, están llenas de uralita, que es decir amianto. ¿Qué se va a hacer con este material, se va a retirar con las adecuadas de seguridad y con los protocolos exigidos?. Hasta el mes de julio pasado no sabíamos nada de esto. Ahora estamos absolutamente atentos. Lo tenemos todo fotografiado. No pueden mover una sola placa sin que podamos advertirlo.

Tiempos de guerra en Melilla


                   Carmen Angoloti y Mesa, Duquesa de la Victoria

      Lo primero que hay que decir es que la Duquesa de la Victoria perdió la calle que tenía dedicada en Melilla, en la 1ª reforma del callejero llevada a cabo por los franquistas  en 1941. Solo recupero su nombre en marzo de 1991, media siglo después, en la tímida reforma del callejero llevada a cabo por el alcalde socialista Gonzalo Hernández, tras un propuesta de la Asociación Cultural Ateneo. La calle iba a ser denominada como avenida del V Centenario. Hay otro nombre, anterior, el de Consuelo González Ramos, casi olvidado y que también tuvo su importancia en la transformación de la sanidad de guerra en una auténtica sanidad militar.

       Melilla fue el epicentro de la política nacional a lo largo de un cuarto de siglo, desde 1909 hasta 1936, desde el Barranco del Lobo hasta el Alzamiento militar de 1936. En esa corta secuencia temporal, el desastre de Annual en 1921, provocó la mayor conmoción política y social de todo el  siglo XX español.

        En la retirada de Annual, como relata el diputado socialista y también periodista Indalecio Prieto: «Hubo algunos destellos heroicos, pero el honor del Ejército no quedó a salvo. Los oficiales se refugiaban entre los mulos, para poner a salvo sus cuerpos de las  balas del enemigo». Según los recuentos de Indalecio Prieto, el desastre de Annual se cobró 8668 vidas. Hoy mismo, cuando nos encaminamos hacia el siglo de la trágica efeméride, el Ejército Español no ha publicado ni la cifra oficial de muertos, ni un listado nominal de los que perecieron. en esa semana.

         Según el parlamentario socialista, el desastre se originó por un clima de degradación generalizada que el denomina como «el vicio de Melilla», donde la malversación de los fondos destinados a las tropas, la prevaricación, el fraude y toda suerte de inmoralidades administrativas, como la concesión de permisos, que minaron la moral de las tropas, y que eran mantenidas en estado casi de indigencia, mientras que la oficialidad vivía en la opulencia. «El problema de España, decía Indalecio Prieto, es de moral y de decencia pública». No solo era un diagnóstico acertado, es que sigue siendo cierto.

                        Damas enfermeras y la Cruz Roja

          En aquel ambiente de degradación, Prieto detecta a «una bandada de mujeres vestidas de blanco, enfermeras de la Cruz Roja, capitaneadas por la Duquesa de la Victoria y la señora de López Montenegro. Vienen a despedirse de sus enfermos y heridos, es meritoria la labor de estas damas». De los hospitales dirán que están en «una situación deplorable», y que hasta el quinto día no se evacuaba de las trincheras a los enfermos de fiebre, hacia los hospitales de campaña.

          Será el propio Indalecio Prieto el que la enaltezca hasta lo más alto. en un discurso en el Parlamento español : «Sin embargo, conozco en esta guerra un heroísmo ante  el cual me hincaría de rodillas, y es el de unas damas que, sea cual fuere su alcurnia; una conciencia honrada como la mía no puede pasar en silencio. Me  refiero a ese grupo pequeño, diminuto, ínfimo, capitaneado por esa heroína que se llama duquesa de la Victoria. Es el único heroísmo español del cual he sido testigo, el único que me siento con valor para exaltar aquí; pero con la exaltación tiene que ir la honda lamentación, entre lágrimas, de que sea un puñado tan escaso, cinco, seis u ocho mujeres, las que andan atendiendo a los heridos, clavando los féretros, amortajando los cadáveres”.

         Carmen Angoloti y Mesa se encontraba en la nebulosa biográfica, hasta que fue rescatada en el libro Mujeres en Melilla*, año 2002. Hasta ese momento era más conocida por su título nobiliario, que por su verdadero nombre. Carmen Angoloti nació el 7 de septiembre de 1875 y murió el 4 de noviembre de 1958. La serie de Antena 3 Tiempos de Guerra, ha abierto la carrera hacia el centenario de la mayor derrota sufrida por el ejército español ante una fuerza extranjera.

          En este punto surge la segunda pregunta, la que nadie se atreve a responder. ¿Cómo es posible que una serie cuyo eje es Melilla, no haya tenido ni siquiera un minuto de rodaje en la ciudad?. Las consejerías de Turismo, Cultura, Comandancia, entidades preocupadas por la difusión de la imagen de Melilla, también por la difusión de la historia y cultura militar, no han dicho una sola palabra. El debate está absolutamente cerrado.

        Nota*: Mujeres en Melilla (http://www.stes.es/melilla/revista/mujer_melilla.pdf)