Yugoslavia, Cataluña, España


               La cuestión nacionalista y secesionista

    En Estados democráticos no caben asaltos a la legalidad, bien sea mediante insurrecciones armadas, revoluciones, o declaraciones de secesión. Estás tres cosas le pasaron a la II República Española (intento de golpe de Estado de Sanjurjo, revolución anarquista de Casas Viejas, revolución de Asturias, e independencia de Cataluña). Todos estos sucesos fueron minando y socavando la capacidad de respuesta del Estado, pero nada justifica el asalto armado encabezado por Franco en julio de 1936.

        En el caso del Golpe de Sanjurjo la respuesta del Estado fue débil, y en el de Casas Viejas desproporcionada, y éste es el primer parámetro para afrontar el desafío secesionista del nacionalismo. La acción de Estado debe ser contundente, pero nunca proporcionar más alimentos a las llamas. El Estado debe buscar ante todo, convencer, pero precisa de ser defendido. Se puede discutir todo en una democracia, incluso la propia forma del Estado, pero nunca su composición. El nacionalismo catalán, legítimo como ideología, no puede ser combatido con el nacionalismo español, pues ambos se retroalimentan. Es obvio que existe el sentimiento nacionalista catalán, y su hecho diferencial histórico y lingüístico, pero no lo es menos que Cataluña se ha forjado y formado siempre dentro de del conjunto de la historia peninsular o de España, al igual que el resto de sus comunidades y/o regiones. Solo Portugal se separó del resto de la evolución histórica peninsular y formó una nación distinta. El problema está en que el sentimiento y la política independentista no atienden a razones de ningún tipo, pero hasta llegar a este punto, ha habido una serie de clamorosos errores, dilatados a lo largo de los años.

    La política de «no hacer nada», y de  minusvalorar la capacidad de desafío del independentismo, que es la que ha llevado a cabo Mariano Rajoy en los últimos cuatro años, ha traído al conjunto de la Nación, a un abismo del que será muy difícil alejarse, o no caer en el.  Alimentar al cocodrilo soberanista, como se hizo en la etapa socialista de Rodríguez Zapatero y el fallido Estatuto catalán, tampoco lleva a ningún lugar, porque el Estado llega a sus límites, pero el soberanismo independentista no, pues jamás retrocede en los pasos que avanza.

       Llegados a este punto el Estado y los partidos de ámbito estatal, deben diferenciar entre los partidos nacionalistas catalanes, y los independentistas o soberanistas, que se han juntado en una «coalición contranatura». La derecha burguesa catalana y  nacionalista, no puede ir junta con partidos de izquierda independentista, como los anticapitalistas de la CUP (Candidatura d´Unitat Popular. Es incomprensible y contradictoria esta alianza. Las legítimas aspiraciones republicanas y catalanistas de Esquerra Republicana, son antagónicas con las aspiraciones de la burguesía catalana de derechas.

     La acción del Estado y de todos los partidos estatalistas que lo integran, que debe ser muy fina, debe ir encaminada a forzar la desunión de estas fuerzas antagónicas. No hay otra vía posible que explotar las contradicciones de esa unión, buscando acuerdos con las fuerzas catalanistas no soberanistas, o lo que es lo mismo, reintegrar a la mayor parte posible de la derecha nacionalista y burguesa, al lado de la federación estatal, aunque eso suponga modificar la forma del Estado. Hay que aislar, políticamente, al soberanismo, siempre y cuando se crea en el Estado y su concepto.

     El inmenso error de alargar la legislatura, pensando solo en los intereses propios, los del Partido Popular, y no en los del conjunto del País, ha conseguido que el desafío soberanista se lleve a cabo frente a un gobierno en funciones y sin legitimidad parlamentaria. El nacionalismo siempre busca la posición de debilidad del Estado al que se enfrenta.

            Se necesita un siglo para construir un Estado, y una hora para reducirlo a polvo. Lord Byron

        Un partido con la aspiración de dirigir una nación, debe presentarse en todo el ámbito estatal bajo las mismas siglas y la misma ideología. Podemos debería haberse presentado con sus siglas inequívocas en todo el territorio español, ya que ahora corre el riesgo de sufrir escisiones en la periferia, o de entrar en contradicciones según los territorios. Aun así, su fuerza es muy grande y tienen una oportunidad única  para llevar a cabo la diferente opción que representan. En ellos descansa parte de la oportunidad que todavía tiene este país para salir adelante sin escisiones, aunque en el camino se dejen algunos diputados,  los de las compañías políticas de la periferia estatal. Nunca se deben hacer rebajas en la ideología de izquierdas, porque al independentismo le  vale todo.

        Siempre traigo a colación a la antigua Yugoslavia, porque no fue un Estado fallido, sino uno al que hicieron fallar. A la muerte del mariscal Tito, era un Estado muy sólido. Una república federal, con la jefatura del Estado rotatoria. ocurrió que en su peor momento , se encontró con los peores dirigentes políticos posibles. También existían intereses políticos y económicos tras aquella forzada ruptura. Alemania representaba a uno de los responsables del estallido yugoslavo.

         Si el camino que se ha iniciado hoy en Cataluña es solo la voluntad escapista de algunos de los actores políticos, todavía se está apunto de reconducirlo, pero no con Mariano Rajoy al frente. Si hay actores políticos y económicas tras este escenario, la situación se tornará algo más complicada.

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