La devastación de los árboles, antiguos cinamomos, que la rodean es tal, que la máquina metálica parece perfectamente integrada en el paisaje. La desolación es tan completa, que árboles, farolas y máquina componen un conjunto de naturaleza muerta. los árboles secos, rodeados y sostenidos por ceñidores, junto a la máquina que lo mismo está allí para arreglar la acera, que para abrir una zanja, o arrancar de cuajo esos árboles y enviarlos al infierno arbóreo. El color del purgatorio debe ser gris, el color espeso de los días nublados de levante en la ciudad. El gris del cemento. El gris del espanto arbóreo al que tiene sometida a Melilla y a sus calles. Esta es la del General Villalba, en el Barrio del Real.
Pues no sé si existirá el purgatorio, pero esto se parece bastante al infierno aquí y ahora. Par qué queremos más!!
Existe el purgatorio y también el infierno. Intentaré explicarlo también.
Creo que no existe, ni el infierno, ni el purgatorio. Esos lugares no existen.
Perdón por mi atrevimiento.
Qué bueno Imparcial, me ha hecho gracia. Opino como tú, con perdón de Hospitalario.
Estoy seguro, la respuesta de Hospitalario hará temblar a muchos grandes pensadores y progres. Estos días se ha impuesto en prensa con trabajos muy bien elaborados y documentados. Espero sea comprensivo y caritativo en su respuesta.
Mi respuesta, cuando la medite y elabore, estará presidida por el espíritu de «Misericordia et Misera» y «Amoris Laetitia».
No esperamos menos de él, Imparcial.
Lo de la «Misera» se la tengo guardada al Papa, Hospitalario. A mí no vayas a darme con eso que rompemos las amistades.
La fotografía es sobrecogedora.