Atardecer rojo en Marte


El polvo rojo africano cubre Melilla

    En Marte todos los atardeceres son rojos. El color rojo de su superficie hace que sus atardeceres permanezcan invariables a lo largo de los siglos, por tanto esto puede ser un pleonasmo o una redundancia. ¿Cómo es un atardecer en Marte?. Hace mucho se le llamaba también el planeta gemelo de La Tierra. Hoy ya sabemos que no es así, pero Marte sigue evocando muchas cosas, más en la ciudad que algún día fue calificada como su hija.

       Lo vivido esta tarde en la ciudad debe ser lo más parecido a un apacible atardecer marciano. No se distinguía otro color que el rojo o naranja intenso, que es el color propio de Marte. El viento cargado de polvo sahariano atravesaba Melilla camino del Mar de Alborán y en dirección a la península ibérica.

        Los siempre muy supersticiosos romanos interpretaban los signos y fenómenos meteorológicos como augurios. Relacionaban los signos de tiempo con los acontecimientos que sociales y políticos. Hoy 22 de febrero, día de la cátedra de San Pedro, el polvo rojo africano ha impedido la llegada a nuestra ciudad de Pedro Sánchez, candidato a las primarias socialistas, cuya intención es volver a la secretaría general y llevar a su partido de nuevo a la izquierda. Sin embargo se lo ha impedido un atardecer rojo, no de Marte sino de Melilla. Esto solo puede significar una cosa, que no lo conseguirá. El vaticinio está hecho.

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Monseñor Ángel Suquía en Melilla


        Ángel Suquía nació un 2 de octubre de 1916 en la localidad guipuzconana de Zaldivia, hijo de José Ignacio y Justa. Era el tercer hijo de una familia de 18 hermanos, de los que 13 sobrevivieron. Su primer nombramiento como obispo se producirá en mayo de 1996, tras el nombramiento otorgado por Pablo VI, que debería recibir el placet del General Franco, quien se había subrogado el privilegio real  de sancionar los nombramientos por encima  y detrás del Papa. En Almería estará como obispo hasta el mes de enero de 1970, en el que será designado como obispo de la Diócesis de Málaga, en donde se mantendrá como obispo hasta 1973.

    A Melilla llegará por primera vez en 1971, siendo recibido por el entonces Alcalde Francisco Mir Berlanga. En sus tres años en la diócesis malacitana visitará varias veces la ciudad, dejando como legado físico la iglesia de Nuestra Sra. de La Asunción, hoy ya cerrada al culto, y que tiene como función la de ropero y delegación de Cáritas en el barrio del Tesorillo. La iglesia de La Asunción fue bendecida y puesta en marcha el día 1 de mayo de 1972.

         En abril de 1973 será nombrado obispo de Santiago de Compostela en donde recibirá como obispo Auxiliar a Antonio María Rouco Varela, recibiendo ambos al Papa Juan Pablo II en noviembre de 1982. Desde aquí, las carreras de ambos prelados seguirán líneas paralelas aunque distanciadas en el tiempo: arzobispado de Madrid y cardenalato en 1985, presidencia de la Conferencia Episcopal en 1987. Monseñor Suquía reiniciará las obras de la catedral matritense de La Almudena, que acabará el también cardenal Antonio María Rouco.  Ángel Suquía Goicoechea falleció en San Sebastián el 13 de julio de 2006.

                                             La Iglesia de La Asunción  

              A las 10h 20 de la mañana del día 1 de mayo de 1972 y bajo una persistente lluvia, llegó a las puertas del templo el prelado guipuzcoano Ángel Suquía y obispo de la diócesis de Málaga, acompañado por el párroco José Escalona, el representante pastoral Francisco Oses, el Vicario Antonio Segovia y el resto del clero melillense.

            Les esperaban en la puerta del Templo el alcalde Eduardo León Sola, el Comandante General accidental y el resto de las autoridades de la ciudad. La bendición no pudo realizarse en la puerta, sino desde el altar, debido a la lluvia. En la calle esperaban más de un millar de personas.

       Ya en el templo y en una misa concelebrada, monseñor Suquía se dirigió a los fieles diciendo que:  “No hay tarea más sacerdotal que la de contribuir a la extensión del Reino del Señor. La bendición de este templo, lugar acotado, recogido y escogido por los creyentes para las reuniones sagradas, sirve para orar a dios, nuestro Padre celestial”, alabando seguidamente “la dedicación del templo a la santísima Virgen, en su advocación de La Asunción, gloriosa en cuerpo y alma a los cielos. Nada mejor que poner como intercesora a la Virgen María, para crecer en el amor a nuestra Madre”. 

           Monseñor Suquía quiso mostrar su agradecimiento a «Todos los que han contribuido a que Dios tenga una nueva casa en Melilla, que también es suya, del pueblo y de los creyentes». En la entonces festividad de San José Obrero, enalteció la dignidad del trabajo y del trabajador, para acabar diciendo que como obispo: «Espero mucho de Melilla, del barrio del Tesorillo, de los sacerdotes, de los religiosos y religiosas de la ciudad», en lo que calificaba como «una nueva etapa en el catolicismo de la ciudad».

           Los vientos del Concilio Vaticano II todavía no se había abatido ni sobre la Iglesia, ni sobre la ciudad, provocando la mayor ola histórica de sacerdotes secularizados. Monseñor Suquía fue sustituido en la Diócesis de Málaga por D. Ramón Buxarraís, quien vio como durante su labor episcopal, más de 60 sacerdotes colgaron los hábitos, incluido el vicario arciprestal de nuestra ciudad.