La jubilación forzosa de monseñor Buxarrais


                Monseñor Buxarrais sufre una accidente vascular

        Monseñor Ramón Buxarrais Ventura, obispo emérito de Málaga, párroco del Centro Asistencial de Melilla desde 1991, ha sufrido un pequeño accidente vascular esta madrugada y ha sido ingresado en el Hospital Comarcal a las 08h 00, del día 13 de septiembre. Se sintió mal y llamó a los conserjes del Centro, que a su vez llamaron a los servicios médicos. En principio su estado no reviste gravedad, es solo un pequeño contratiempo físico, pero a su edad toda precaución es poca.

         Monseñor Buxarrais o el Padre Ramón como es conocido entre los residentes y trabajadores de la Gota de Leche, inicia su jornada laboral antes de que las luces del alba perfilen el horizonte. Hasta la marcha de las Hijas de la Caridad en 2011, celebraba su primera misa a las 6h 30. Luego retrasó un poco la hora, pero nunca más tarde de las 7 de la mañana. Dedicando las primeras horas del día a la oración y  a la meditación.

           Él solo es media iglesia en Melilla, el único que ofrece una misa matinal en días laborables a las 10 de la mañana. La hizo abierta al público, desde que las monjas abandonaron el Centro Asistencial. Tanto la parroquia Castrense como la Arciprestal han eliminado esta misa matinal de su horario a partir del terremoto de 2016. A lo largo de estos casi dos años, su pequeña capilla se llena todos los días, y rebosa en los fines de semana. En su ámbito, el de la Santa Iglesia, predica con el ejemplo desde hace mucho tiempo.

         En esa primer etapa, entre 2011 y 2015, la media de asistencia a su oficio matutino no excedía de las tres personas, siempre ancianas residentes del Centro Asistencial. En alguna ocasión ha celebrado misa para una de ellas, pero nunca estuvo completamente solo.

                      Protocolo frente a un obispo

          Desde que abandonara la mitra episcopal en 1991, monseñor Buxarrais ha representado un caso único en la Iglesia. No es usual que un sacerdote siga ejerciendo su ministerio con 87 años. Ni siquiera el Papa de Roma fue capaz de doblegarle cuando comunicó su decisión, y desde hace más de 10 años, el obispo de Málaga Jesús Catalá le tiene ofrecida la residencia del Buen Samaritano, para sacerdotes de avanzada edad. Ofrecimiento que siempre ha rechazado.

              En su primer testamento, dejó escrita su voluntad de ser incinerado, cuando los obispos deben ser enterrados en catedrales, en conventos o en espacios sagrados. Además añadió que sus cenizas debían ser aventadas sobre el Mediterráneo, para no convertirse en sujeto de veneración. Un normativa de la Congregación para la Doctrina de la Fe, emitida en noviembre de 2016, indicó que esta práctica no era cristiana, la de aventar cenizas, lo que le hizo modificar su testamento, en extremos no conocidos.

             Hace algunos años me comentó, que si en algún momento se viese impedido e incapaz de valerse por sí mismo, sí había autorizado al obispo de la Diócesis para trasladarle al mencionado centro de retiro para sacerdotes. Sería el único caso en el que aceptaría salir de Melilla.

               Lo que sí parece claro es que no volverá a oficiar misa diaria. Le espera solo reposo, a su pesar. Los fieles que se congregan cada mañana en su capilla, expresan su temor de que no puedan acudir a misas matinales, ya que ninguna otra parroquia las celebra.

 

Melilla, el mar de amianto


 

Amianto, el veneno a la vista de todos

          Hasta que cayó en mis manos el libro de Paco Puche*, el mayor activista español en contra del amianto, no podía imaginar que el material venenoso estuviese tan cerca de nuestras vidas y en esas cantidades tan exageradas. Escondido bajo el nombre de uralita, y comercializado en España por la familia March entre 1943 y 1993, supone el principal problema de salud pública para la ciudad, y que hasta ahora ha pasado desapercibido o incluso ocultado deliberadamente. Tan solo unas pocas noticias en los últimos años y poco más, pero sin ofrecer dato alguno del «mapa del amianto» en la ciudad, pero que ya estamos elaborando desde El Alminar.

        La uralita como tal no es peligrosa, salvo cuando se degrada, cuando se retira, se fractura o es retirada sin las debidas garantías. La uralita solo puede ser retirada por empresas especializadas, no puede ser fracturada, ni llevada a los vertederos de escombros de manera oculta, para ser triturada y hecha desaparecer. La única forma de apartar las placas de uralita es mediante el desmontaje y almacenamiento, recogiéndolas en el estado en que se encuentren.

           En 2002 se prohibió su comercialización, producción y distribución en España, es más, tiene un periodo de vida útil, a partir del cual debe ser retirada. Toda la uralita instalada entre 1940 y 1960 debía haber estado retirada antes del año 2000. Existen una calendarios con su correspondiente fecha de caducidad y fin de la vida útil.  A partir de ese tiempo empieza a ser peligrosa, porque el deterioro en su superficie puede provocar su descomposición en fibrilas, partículas invisibles pero letales.

         En Amianto, ediciones La Catarata, de Paco Puche se dice lo siguiente en su página 17: «Esas fibras también pueden quedar atrapadas en el agua, y entonces se vuelve peligroso ingerirlas,. Si se respiran o inhalan, sabemos que pueden producir enfermedades muy graves, como cánceres o asbestosis; y si se ingieren , queda la duda de los posibles efectos graves que puedan causar con el tiempo».

         ¿Ingerir?. Es muy fácil, todos los bidones de almacenamiento de agua del centro de la ciudad y de las edificaciones más antiguas de Melilla son de uralita. ¿Respirar?. Los mercados de la ciudad, como el del Real, pabellones deportivos como el de La Hípica, las techumbres de los aparcamientos, todos los cuarteles de la ciudad (Santiago, Ingenieros, Artillería, Parque de Artillería, Intendencia, Gabriel de Morales, Alcántara), tienen uralita en sus techos, así como muchas azoteas del barrio del industrial, los talleres de la COA (Cooperativa de Autobuses, los Almacenes Weil del Paseo Marítimo, casi toda la techumbre de Isla de Talleres, y así hasta casi el infinito. Una de las zonas más preocupantes es el antiguo Hospital Militar de Melilla, completamente infectado de uralita.

           Ahora ya sí cuadran las cifras y los tiempos. La familia March se hizo con la propiedad de la fábrica de uralita en 1943, hasta ese momento propiedad de la familia Roviralta. Como pago o premio por su contribución a la financiación del Alzamiento Nacional, recibieron la concesión de instalar la uralita en los cuarteles, industrias, talleres, vaquerías, granjas,  lugares públicos y en cualquier otro lugar imaginable. El negocio fastuoso, el problema para la salud pública dantesco. La mayor parte de los trabajadores que produjeron la uralita y estuvieron en contacto con el amianto, contrajeron cánceres y otras enfermedades pulmonares

                                  Desamiantado, el gran problema

          El desamiantado de Melilla es una cuestión urgente, un problema al que hay que hacer frente sin mayores dilaciones. En Melilla se está retirando toda la uralita de la cubierta de la plaza de toros, en total secreto y sin saber en qué condiciones, ni qué se está haciendo con ese material. El problema es de gran magnitud, y necesita un Plan director, un tiempo de ejecución y una inversión millonaria. Hoy damos a conocer la magnitud del problema, en un tiempo corto ofreceremos el mapa del amianto o uralita en nuestra ciudad.

        Nota*: Todos los datos están extraídos del libro Amianto, una epidemia oculta e impune. https://elalminardemelilla.com/2017/07/26/amianto-el-mal-invisible/

Sucesos extraños en Melilla


                 Un menor de los que habitualmente dormitan en los bancos de la calle Duquesa de la Victoria, sale corriendo entre los coches e impacta en el lateral de un vehículo que circula por la calle. No fue un atropello, no lo parecía, fue una acción casi suicida, de la que quedó fuertemente conmocionado. Afortunadamente para la conductora del vehículo rodante, había suficientes testigos que informaron de lo sucedido a la Policía Local. Si un suceso así ocurre en otras circunstancias, sin testigos, en una calle menos transitada, se pueden tener bastantes problemas para explicar algo tan extraño. En los momentos posteriores al impacto sobre el vehículo, se ignoraba si la acción había sido propiciada por la desesperación, o fue un hecho fortuito.

                En un pasado reciente, un modo de sacar algo de dinero de los conductores con seguro, era la acción de los bombarderos, generalmente en ciclomotores, que aparecían de la nada  e impactaban, sin peligro alguno, contra el lateral del vehículo. Todo estaba medido y calculado, buscaban la colisión en pasos de cebra y en giros de calles, pero el encontronazo se saldaba con alrededor de 200€ de cargo al seguro del automóvil.

                                   Derribo bárbaro en el Real

                 En el otro extremo de la ciudad, en el barrio del Real, prosiguen los derribos. Resulta incomprensible la secuencia de las demoliciones y también la forma. No aparece cartel que indique que es un derribo autorizado, ni control alguno sobre la casa supuestamente arruinada, ni sobre la acera inmediata, ni advertencia alguna para los peatones.

                 Lo sorprendente de este inmueble, situado en la calle Jiménez e Iglesias (antigua arroyo mezquita), es la rapidez que ha pasado de habitado a deshabitado, y seguidamente a la situación última de arruinado, casi sin fase de transición.

                  Sobre el propio derribo llaman la atención varias cosas, algunas ya mencionada, pero sobre todo es esa extraña forma de demoler, con muy pocas garantías de seguridad. El techo o azotea del inmueble ha sido destruido con golpes de una grúa y desde la parte alta. Se ha provocado el hundimiento del techo sobre el resto del edificio y los escombros asoman peligrosamente por los balcones.  En la parte baja del inmueble no hay indicio alguno de demolición. ¿Estamos ante un derribo adelantado, ante una aceleración de la situación de ruina, por qué se paraliza una demolición que se ha iniciado, supuestamente con las debidas autorizaciones?. Misterios de Melilla.

La oscuridad alcanza a La Victoria


         El desfile procesional de la Virgen de la Victoria, Patrona de Melilla, empezó a oscuras por una descoordinación  con el alumbrado público. En el primer tramo de la carrera hasta el edificio Monumental, parecía que estábamos asistiendo a la procesión de la Soledad. Todo estaba oscuro y el escaso público, que un amigo del Alminar cifra en 500 personas, no daba sensación de calor al ambiente. Empezó demasiado tarde, ya sin luz solar, lo que acentuó esa sensación de penumbra. La hora de inicio debió ser las ocho de la tarde. El trono procesional siempre está custodiado por agentes del Cuerpo Nacional de Policía.

         Faltaba también, aunque nadie se haya hecho eco der eso, la Banda Municipal de Música, que protestaba así por la falta de pago de sus salarios. La Escuela de Música y la Banda de Melilla arrastran problemas de financiación desde  el año pasado. El Gobierno de Melilla promete mucho y cumple mal. Los derroches vacían las arcas públicas.

         Esta vez el día de la Patrona ha coincidido en la parte central de la Feria de Melilla, pero eso no ha contribuido a una mayor presencia en su desfile procesional. Las tinieblas también acechan a la Virgen de la Victoria. Los recientes acontecimientos, sobre todo el atentado de Barcelona, el blindaje de la feria, las detenciones de yihadistas en los días anteriores a la celebración de la procesión, ha influido en el ánimo de la gente, que ya teme los espacios abiertos y este tipo de concentraciones.

         Hace solo un año que la actual Junta de Gobierno de la Patrona de Melilla renovó su mandato, en una situación declaro desafío al Vicario Episcopal y al Obispado, algo que también ha hecho mella entre los congregantes. La imagen ha salido por 2º año consecutivo del templo Arciprestal, y no porque don Roberto Rojo se salga siempre con la suya, sino porque las circunstancias así lo han dispuesto. Las obras prosiguen en la iglesia de La Purísima y no permiten el regreso de la imagen de la Patrona de Melilla.

           Ha pasado un año del  enfrentamiento público entre Congregación y Vicaría Episcopal, y todavía no se ha respondido a la propuesta lanzada desde la Vicaría, que la novena y la salida procesional se efectúe desde el templo del Sagrado Corazón. Nadie ha dado un paso atrás. La imagen de La Victoria se ha pasado el año entero en el templo arciprestal, en un estado muy próximo al descuido, con flores y adornos sin renovar durante meses. En ninguna villa, pueblo o capital española se ve una imagen patronal tan desatendida.

             Cerró como siempre el desfile, la escolta y Banda de Guerra de los Regulares de Melilla, la unidad más condecorada de las Fuerzas Armadas españolas, obtenidas gran parte de esas medallas y distinciones, en lucha contra el Ejército de La República. Esa es la gran reconciliación que todavía debe hacerse en España, el reconocimiento de la lealtad y el valor de muchos soldados, oficiales y mandos del Ejército republicano, que también era ejército español. Por este motivo, la calle del desfile procesional, la de Ejército Español, debería denominarse como avenida de las Fuerzas Armadas Españolas, sin mayor diferencia.

 

Estampas de la feria muerta


              La Feria de Melilla 2017 está acabada, carece de vida propia, de cohesión, de alma, y tiene hasta un boicot, organizado por un grupo de activistas sociales de otras lides. En ningún pueblo o ciudad de España, se le ocurriría a nadie organizar un boicot activo, contras sus propias fiestas patronales. En 1996, los comerciantes y empresarios de Melilla organizaron un boicot duro contra la feria de Melilla, porque el entonces alcalde había dado su «placet» a la instalación de una gran superficie comercial en la ciudad. Fue un boicot duro y salvaje, en la que los comerciantes, alentados por sus asociaciones patronales como la extinta Cámara de Comercio o  la Asociación de Comerciantes, se negaron a suministrar productos de consumo a las casetas. Comparada con aquella situación, la actual es poco menos que una pataleta, que está dando la puntilla a la agonía de la actual feria.

           La explanada inmisericorde de San Lorenzo carece de sombra, salvo unos breves lapsos. Atravesarla en dirección a cualquiera de las exiguas casetas tradicionales que todavía subsisten, exige un considerable esfuerzo e interés. La Asociación de la Prensa ya no participa, la caseta Latinoamericana tampoco y así hasta completar una larga lista de extinciones. Demasiado sol, demasiado calor  e higiene escasa, en un entorno blindado por el temor a los atentados con camión o furgoneta.

          Sin embargo, la imagen más espantosa, es la exhibición de la caseta vacía y abandonada de Cablemel televisión, presente en la feria durante 7 años. Hemos reflexionado sobre el sentido de esa tétrica imagen, y hemos considerado (consejo de redacción del Alminar), que no tiene otro objeto que infundir el temor, mostrando al mundo cuáles son las consecuencias de desafiar al César. En la Edad Media, se solía poner la cabeza de los malhechores en picotas, a la entrada de las ciudades, o se encerraba en jaulas colgando de un poste, a aquel que había causado alboroto y alterado el bien hacer de los vecinos de una villa. Para ejemplo público se le exhibía ante todos, vivo o muerto, o «hecho cuartos».

         Así pues, sin necesidad de boicot blando, la Feria languidece ante todos, sin demasiado atractivo, y con muy poco que ofrecer. Habrá que salvar eso sí, al concierto para adolescentes de Sweet California. El nuevo grito de guerra para las adolescentes ya no es «patria o muerte», «hasta la victoria siempre», sino «Hey Mickey». Hay otros conciertos como el de Morat, que ya tenía las entradas agotadas el primer día. El domingo, 2º día de Feria, no estaban en la caseta de información ni los programas, ni los abanicos, ni otros elementos promocionales.

 

El modelo de Feria de Melilla


                              Costumbres y tradiciones en La Feria

            La Feria de Melilla acostumbraba a celebrarse siempre en septiembre, y la tradición dicta que deben hacerse en honor a la Virgen de La Victoria, Patrona de la ciudad. Desde las gobiernos de Ignacio Velázquez empezó a oscilarse con el inicio y final de la feria, y luego, a partir de 2007, cuando se trasladó el recinto ferial a la explanada inmisericorde de San Lorenzo, quiso denominarse como «feria del mar». Acabaron así con lo poco que quedaba del legado del creador de la feria, el político regionalista Pepe Imbroda. En Melilla no hay tradición o costumbre que no se haya roto o variado en función de los intereses reinantes.

                  De aquella feria, mucho más integradora que la presente, no queda nada, salvo los nombres de dos casetas (Bética y Capirote). En la feria del parque «la Comunidad Musulmana», tenía siempre una caseta, porque en aquellos años la comunidad musulmana era una entidad cultural, y ahora solo existen las asociaciones religiosas. En aquel entonces la asociación de la Comunidad Musulmana la presidía Jimmi Ahmed Moh. La otra asociación, Terra Omnium (Tierra de Todos), estaba presidida por Aomar Duddú. Los partidos políticos también tenían casetas, otras asociaciones culturales, e incluso las asociaciones vecinales. Cuando el modelo de feria empezó a dictarse desde el Poder, todo lo que era costumbre empezó a desaparecer. La caseta socialista, la bodeguiya, desapareció tragada por el modelo porno. Nada de esto queda, ni siquiera el espíritu.

                  Crear un modelo de Feria cuesta esfuerzo, implantarlo y consolidarlo también, pero sobre todo, requiere participación. En la ciudad sin hábitos democráticos, nada que no sea lo impuesto y subvencionado puede sobrevivir. Hay que ensayar año tras año, retirar lo que se vea erróneo y consolidar lo que parezca apropiado. La feria de la ciudad debe representar a todos, y esta no lo hace. Quizá también porque algunos no quieran participar en ella, pero sobre todo porque no se fomenta. Es una feria sin modelo.

                Para hacer una comparación es necesario buscar un equivalente. Melilla no es Málaga ni Sevilla, pero sí muy parecida a Almería. La Feria de Almería se ha expandido, han buscado un solar grande y amplio para su instalación y alejado del centro de la ciudad.  La explanada de San Lorenzo es demasiado pequeña y no puede atender todas las solicitudes de instalación. En cuanto a las atracciones sucede otro tanto. Hay demasiado poco espacio. Cuando se deja todo el suelo disponible a la especulación, suelen ocurrir estas cosas. En San Lorenzo, la feria de Melilla tampoco tiene futuro. En los últimos días, las condiciones sanitarias del recinto ferial dejan mucho que desear.

            En Almería han hecho muchos ensayos con la «feria de día» hasta que parecen haber dado con la clave. Durante toda la semana de feria cierran y peatonalizan el paseo principal, y llevan acabo concursos gastronómicos, exhibiciones folclóricas. Así la gente disfruta del centro de la ciudad, de sus locales de restauración y de sus comercios, sin las molestias del tráfico rodado. En Melilla se ha olvidado hasta la receta del «rape a la Rusadir», por lo que sería imposible hacer un concurso de gastronomía melillense. No se va más allá del «tradicional concurso de paellas».

           Han existido dos oportunidades para que todo fuera distinto, la primera en 1986 con Aomar Duddú y la segunda en 1999 con Mustafa Aberchán, pero lo volcaron todo.