Los mapaches de la Granja Escuela


                El avestruz nunca llegó, y los mapaches han desaparecido. El aviario tropical está lleno de palomas, una solitaria ninfa y no sabemos si algún cuervo. Están eso sí, los pavos reales exiliados del parque Lobera, y también los patos, en claro proceso de merma poblacional. Las cabras están mejor que nunca, y la solitaria vaca. Los loros de las jaulas de aves tropicales también han desaparecido. Una vez hubo allí una gran colonia de gorriones, y hasta de ranas, que también fueron hechas desaparecer.

               Hacía tiempo que no volvíamos a visitar la Granja Escuela, la misma a lo que no iban a cambiar el nombre de Gloria Fuertes y que ahora se llama de otra manera. Fueron incapaces de reconocerlo, incluso aunque se les demostró con pruebas. El corral de las gallinas y del gallo tiene una ajetreada vida. Ellos sí viven bien. Viéndolos, se comprende esa expresión de ser «el gallo del corral». No deja de vigilar ni un solo momento, y controla a la perfección todo el espacio. Si algo se mueve en su corral, le da caza.

           Sin embargo, hoy buscamos a los mapaches, que ya no están y no tenemos noticias sobre su traslado. Eran una pareja, bastante sociable, pero que pasaban la mayor parte del tiempo en su habitáculo, hoy vacío. Hace unos días, el gobierno de la ciudad mostraba su gestión de la Granja y anunciaban un nuevo programa de «caninoterapia», además de la que ya existe con equino. Presentaron también las nuevas pérgolas, en las que han reutilizado los bancos de la avenida Duquesa de la Victoria, pero no hablaron ni dieron noticia de los mapaches.

        Vivimos en un mundo muy visual. Lo escrito queda, pero pierde fuerza si no hay imágenes. La memoria es frágil y hay que asentarla. En Melilla no existen hemerotecas digitales, el principal enemigo del engaño. Algún periódico local ya ha eliminado esta opción. Solo existe y se recuerda lo que se ve. El arma de la desmemoria es muy potente.

 

 

 

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