Tráfico ordenado en el Rastro


              Una y otra vez, con la perseverancia del borrico en la noria (san Josemaría dixit), hemos criticado el caos circulatorio del Rastro, en la confluencia de las calles del Gran Capitán, general Margallo, alférez Montes Tirado y la bajada de la carretera del Tiro Nacional. La situación se ha mantenido así desde mucho antes de la creación del Alminar (ab alminare condito) en 2011.

              En enero de 2014 * propusimos una solución que se puede leer en el artículo de enlace. Básicamente consistía en un isleta central que separase la circulación ascendente y descendente, reorganizar el tráfico en la zona, cambiar alguno de los sentidos de la circulación, e incluso impedir algunos giros y maniobras.

             Han pasado cuatro años. A finales del mes pasado se comunicaba el inicio de las obras en la zona y desde entonces hemos permanecido en silencio pero atentos. En el día de hoy hemos acudido a ver el resultado de una obras a las que no se les ha dado demasiada importancia en su resolución. No tenemos noticias de si han sido inauguradas o de que los miembros del gobierno hayan acudido a visitarlas.

            La sorpresa ha sido muy grande al contemplarla. La obra está bien hecha y sigue en 3/4 partes la propuesta elaborada por El Alminar hace casi 4 años. Se ha creado una isleta central que separa ambos sentidos del tráfico. Se ha creado un carril específico para facilitar el giro de la COA (autobus urbano de Melilla) y se ha construido una pequeña rotonda para facilitar los cambios de sentido. Por primera vez se han creado unas pocas plazas de aparcamientos que facilitan la carga y descarga, y además se han cambiando el sentido de la circulación en la calle Montes Tirado.

             Apenas ha llevado un mes el realizar este proyecto y hasta su coste entre dentro de lo aceptable. Es una autentica lástima que se hay tardado tanto tiempo en llevarlo a cabo y que todo lo que hay alrededor (un entorno degradado) no acompañe con lo que es una zona comercial, perteneciente al centro de la ciudad.

             Escribimos en una ocasión que si nos encontrábamos con algo bien hecho, lo diríamos sin mayor dilación y sin confusión alguna. Esto está bien hecho. Muy tarde, sin tiempo para casi nada más, pero bien.

        Nota:https://elalminardemelilla.com/2014/01/25/el-gran-lio-del-rastro/

 

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La redada de cada día


          Con mucho cansancio, un amigo e integrante de las Fuerzas de Orden Público, nos comentaba la redada diaria que deben realizar buscando menores e incluso adultos, en los lugares más inverosímiles de furgonetas, camiones y casi todo tipo de vehículos. Ese es un trabajo constante en el que los candidatos a polizones corren peligros muy serios, como el de morir asfixiados en las hormigoneras y camiones de cementos, o en los engranajes de los ejes de los camiones, o aplastados en los contenedores de papel usado que parten hacia la península. Con una habilidad propia de artistas, ahuecan uno de los fardos de papel , dejando una falsa tapa de cartón y se meten dentro.

       Es una rutina en la que descubren a la práctica totalidad de los que intentan abandonar la ciudad, a la que se podría comparar con el juego del gato y del ratón, si no corriese riesgo todo el mundo, tanto los polizones, como los propios integrantes de las fuerzas del orden. Es un estrés continuado que socava la estabilidad emocional de los que deben enfrentarse a esto a diario.

         No suelo haber resistencia, ni malos modos, es más, suelen saludar a los agentes y despedirse con un «hasta mañana». El trabajo de unos es intentar escapar de la ciudad y el de otros impedirlo. Así un día tras otro, como una de las penas del infierno, que claramente está aquí, en la tierra, frente a nosotros. Cuando alguno muere, o resulta herido, tampoco los agentes escapan a los percances, los titulares informativos procedentes de Melilla atraviesan el mundo entero, y la imagen de la ciudad se aproxima más a los pasados tiempos del presidio.

       Estamos rodeados de vallas, de concertinas, tanto para entrar como para salir. Esta situación ya la previó hace mucho tiempo el delegado del gobierno Manuel Céspedes Céspedes, 1986-1996: «Melilla es una ciudad en la que se entra, pero no se sale» (Melilla is a city in which one enters, but does not leave). Se refería obviamente a la inmigración irregular, ya que fue él el primero que tuvo que aplicar el protocolo de Schenguen. La inmortal frase resume mejor que ninguna otra la actual tesitura. A diferencia de otros cargo públicos afectados por el síndrome de Alvarez Claro (marcharse de la ciudad el mismo día de cesar en el cargo), Manuel Céspedes sigue residiendo en su ciudad natal.