Los restos del pasado


 

              El desmonte en Altos de la vía muestran restos de cercados

      Una agrupación de piedras alineadas y lo que parece ser la entrada a una pequeña cueva o silo, podrían albergar algún tipo de restos históricos, al menos eso es lo que parece intuirse en los pocos restos que han quedado al descubierto.

       Para imaginar qué ocurrió aquí tenemos que pensar en una disposición del terreno muy diferente, pues el territorio de Melilla estaba compuesto de pequeñas elevaciones o cerros y también con algunas mesetas, como la de Rostrogordo, Altos del Real y Cerro de Camellos. El territorio circundante, con continua presencia de riachuelos, pequeños embalses y pozos naturales, así como de tierras muy fértiles, hacían que el terreno fuera propicio para los asentamientos humanos. No hay zona de Melilla en la que no se hayan encontrado restos de presencia poblacional. Es un hecho que se han encontrado enterramientos en cualquier lugar del territorio, aunque eso sí, desaparecían de modo inmediato.

     Sin embargo, la explanación, la deforestación, y la apertura de vías de comunicación entre el centro de la ciudad y la frontera, provocó una brusca alteración de la fisonomía del territorio. Como escribió el investigador melillense Francisco Narváez en Los tranvías en Melilla, un intento de articulación urbanística: «La fisonomía y el desarrollo urbano de Melilla se configuran y adaptan a la presencia del ferrocarril». Esto quiere decir que hay que explanar todo, porque el ferrocarril no resiste las pendientes, ni las curvas excesivas. Necesita líneas rectas.

     En la zona del Real siempre han aparecido restos humanos,  y otra zona de abundante presencia de restos es la próxima al aeropuerto, en otra elevación del terreno, lejos de la costa y a salvo de las incursiones de los piratas que arrasaban la zona.

          El enorme y no justificado desmonte de la ladera de Altos de la vía ha dejado a la vista estos pequeños restos, que indudablemente son obra de pobladores. Están unos cuatro metros por debajo del nivel del suelo en la parte alta, lo que descarta que sea algo reciente, pues esa ladera era natural . La vía del ferrocarril pasaba por la zona, y el desmonte de principios del siglo XX dejó  a salvo esta ladera y estos restos. ¿De qué se trata?. No vamos a hacer especulación alguna, solo vamos a mostrarlo, pero son anteriores a la explanación de principios del siglo XX. Podría tratarse de un cercado indígena. Las fotos muestran claramente que el resto de cercado solo se encuentra en esta zona y no en el resto del terreno desmontado.

             Hay muchos restos que manifiestan la presencia indígena mauritana en todo el territorio, pero las directrices imperantes caminan en otra dirección. Ya saben: «En Melilla lo que no interesa, se oculta, se destruye, se tapa». La máxima trinitaria de los servidores de lo oscuro.

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10 comentarios en “Los restos del pasado

  1. Fiscalía, de existir en Melilla, debería denunciar al ministerio de cultura tan veloces (y feroces) desapariciones. Las obras duran una eternidad en nuestra ciudad…salvo cuando hay que quitar de la vista algo

  2. Melilla no fue fundada ni por fenicios, ni por romanos ni por árabes, ni siquiera por Estopiñán, Melilla fue fundada por Juanjo Imbroda, y esa es la única «historia» que debía ser recordada y conservada a cualquier precio.

    • JAJA qué gran verdad Antonio. Algo así como poner a la fundación francisco franco a escribir una biografía de franco. Melilla está más trucada que el cuentakilómetros de volkswagen.

        • Pensé en la película «El precio de la verdad», hospitalario. Me parece interesante ver un director con pocos apoyos defender primero al redactor acusado de mentir, y luego ser tan valiente para intentar descubrir la verdad y hacerla pública, con todas las consecuencias. Te diré una cosa, si estás dispuesto a defender la verdad, estarás en contra de toda la historiografía de Melilla. Habrá personas que quizá no te comprendan, y otras que se enfrentarán a El AlminardeMelilla porque podría derribar todas sus mentiras.

Acostúmbrate a sufrir con paciencia las contrariedades, a escuchar en silencio lo que desagrada, a estar sosegado entre los turbulentos y a permanecer tranquilo entre el estrépito del mundo.

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