La noticia del Rgto. de La Corona nº 71


            Los primeros en Melilla a las ocho de la mañana

           El día 24 de julio de 1921, procedentes de Almería, embarcados en el vapor Isla de Menorca, llegaban a Melilla a las 08h 00 de la mañana, los integrantes del Batallón del Regimiento nº 71 de La Corona. Tras ellos llegaron los tabores de Regulares, y los batallones de Infantería de Borbón, Extramadura y Granada. Los del Regimiento de La Corona fueron los primeros. Los legionarios del Tercio de Extranjeros de Astray, llegaron a media mañana.

         Al final del día 24, en Melilla existían 3500 efectivos militares de lo mejor del Ejército español de la época. Melilla y su perimetro estaba asegurado con la suma de todos.

        Conceder más protagonismo a unos que a otros es un agravio . El supuesto papel preponderante de Franco en este desembarco es una falsificación histórica. Mantener su estatua en el Puerto de Melilla es ridículo.

       Los primeros en llegar fueron los del Regimiento de La Corona nº71

PD: Incluyo una separata publicada por El Telegrama de Melilla del 25/07/1921, sobre las fuerzas militares llegadas a la ciudad en ese primer día.

Ni Franco, ni Astray, salvaron a Melilla


   El Regimiento de Infantería de La Corona

Cada 20 de septiembre La Legión celebra su aniversario y como es un cuerpo de sobra conocido, no vamos ni a glosar sus méritos ni a señalar su deméritos, entre otras cosas porque La Legión de 2011 nada tiene que ver con la fundada en 1920 y hoy es un cuerpo muy respetado dentro de Las Fuerzas Armadas españolas,  que se ha ganado un prestigio nuevo y el derecho a una nueva imagen, con su participación en las Misiones Internacionales de pacificación, en las que está colaborando.

Independientemente de que «todo» forme parte de su historia, en nada favorece a La Legión mostrar la vinculación obsesiva con personajes como Franco y Astray, o intentar justificar su bárbaro incidente con el Rector de La Universidad D. Miguel de Unamuno. Tampoco se le deben atribuir méritos que no son suyos, como el de la protección de Melilla en 1921, o que al menos no lo son en su totalidad, porque ese hecho, lo compartieron con otras muchas unidades del Ejército español.

El olvido del Regimiento de La Corona en 1921

En 1921 Francisco Franco era un soldado-oficial mas, de los 50.000 militares que había en la ciudad a a finales de agosto de 1921.   Por tanto el pretendido mérito del comandante Franco en la supuesta salvación de Melilla, cae por su propio peso cuando se repasa el “Telegrama del Rif “ de 1921.

En los días de la llegada de los diferentes regimientos y ejércitos que acudían a Melilla a proteger la ciudad (que no a salvarla), nunca se menciona a Franco, porque no era nadie destacable en ese momento.

 Los primeros en llegar a Melilla fueron el  Batallón nº 71 del Regimiento de La Corona con base en Almería y los tabores de Regulares de Ceuta. Son estos dos  cuerpos de ejército los primeros que desembarcaron en Melilla, para protegerla de un posible cerco por las tropas de Ab-Del-Krim.

También tuvieron el honor de llegar entre los primeros los batallones de Infantería de Borbón, Extremadura y Granada y por supuesto “El Tercio de Extranjeros”, que es verdad que concitó un especial entusiasmo.

Este reciente y casi desconocido Cuerpo, el Tercio de Extranjeros,que envió a Melilla a sus dos primeras banderas, llegó a la ciudad en el transatlántico “Ciudad de Cádiz”, con la espectacularidad que le caracteriza. Del Tercio  se destacaba en la noticia, que al frente del mismo se encontraba el Tte. Coronel Millán, al que también se le denomina como Millán Terreros o Sr. Millán. Las diferentes denominaciones se debe a que, pese a todo, no era especialmente conocido. A Franco ni se le menciona.

El batallón de La Corona sí fue el primero, y está absolutamente olvidado en Melilla, pero no en Marruecos, cosas del destino, en donde una población cercana a Alhucemas, tomo el nombre del Regimiento, al quedar establecido en las inmediaciones y todavía se llama Courona, pero  de Franco, en julio de 1921, ni rastro.

La historia del Regimiento

El regimiento de la Corona es de los más antiguos de España, pues fue creado en 1566 con el nombre de Tercio Nuevo de Nápoles. El apelativo de «Nuevo» se le puso para diferenciarle de las Compañías Viejas del Mar de Nápoles, que en 1537 constituyeron la primera Infantería de Marina española.

El Tercio Nuevo de Nápoles era uno de los denominados Grandes Tercios Viejos y fue una de las unidades creadas para combatir en batallas navales y en acciones de desembarco; su función era, pues, de Infantería de Marina, y su escenario de actuación el Mediterráneo. En 1633 adoptó el nombre de Tercio Fijo de la Mar de Nápoles, y en 1718 el de Regimiento de Infantería de la Corona. Historia Militar de España. Tenían su base en Almería, en el acuartelamiento que hay debajo de la alcazaba árabe y sobre el lugar en el que se encontraba la antigua mezquita mayor de Almería.

(http://www.ingenierosdelrey.com/unidades/infanteria/delacorona.htm

  PD: El olvido del Regimiento de La Corona en Melilla está a punto de acabar, porque un amante de la historia está finalizando un libro en el que glosa la historia de este Regimiento y su especial contribución a la defensa de Melilla en 1921. El Regimiento de Infantería de La Corona fue  desembarcado  y destinado inmediatamente  a cubrir la 1ª línea de defensa de Melilla, teniendo un 80% de bajas. Su acción fue todo, menos testimonial, sin embargo, la fama y el mérito se le siguen atribuyendo a otros.

          «Era una unidad de reclutas, que superó en combate a otras unidades  profesionales»: La historia secreta de Annual, Juan Pando.

      

Mustafa Aberchán frente a la Patrona de Melilla


     

 El presidente Mustafa Aberchán en la misa de La Patrona

       Mustafa Aberchán fue el primer alcalde rifeño de confesión musulmana, que accedía a la categoría de Alcalde de Melilla, 502 años después de que el último caid bereber fuera depuesto por La Conquista española de 1497. El hecho, independientemente del juicio político que merezca su presidencia, adquirió la categoría de «histórico» por sí mismo. Han  pasado sólo once  años y muchos melillenses, o no lo recuerdan o ni siquiera lo conocen, pero tiene una magnitud histórica que no decaerá con el paso del tiempo. Hay hechos que pasan a la historia por sí mismos y éste es uno de ellos.

         La historia política de Mustafa Aberchán como presidente y alcalde de Melilla fue la «lucha contra un caballo desbocado», del que sabes que tarde o temprano acabará tirándote de la montura, por lo que se trata de limitar los daños en la caída. Sin embargo, ese año escaso de 1999/2000,  estuvo plagado de actos muy significativos, que merecen ser recordados, interpretados y valorados con las luces de la perspectiva.

          El primero y más importante fue la presencia de un alcalde de confesión musulmana en un acto litúrgico cristiano, frente a La Patrona de Melilla, el 8 de septiembre de 1999. No creo que haya un caso similar en toda la historia moderna ( yo no he encontrado ninguno equivalente),salvo la presencia en actos ecuménicos de clérigos de diferentes religiones. Sin embargo, la «ofrenda» de Mustafa Aberchán a La Virgen de La Victoria ( la que ayudo a los cristianos en La Reconquista), en nombre de todos los melillenses, fue un hecho histórico que debería permanecer en el «haber» de Mustafa Aberchan, sean cuales sean los errores que haya podido cometer después.

       Revisada la prensa local, sólo El Faro comprendió la trascendencia del acto y valoró sin tapujos la ofrenda de Aberchán, calificándola como «emotivo discurso del Alcalde de Melilla». El resto de la prensa fue más bien cicatera en el elogio y se enredó con las críticas del fraile capuchino Fray Cejudo, a la clase política de Melilla. La homilía del fraile capuchino fue duramente criticada por parte de la oposición políticaEl diario Melilla Hoy publicó con posterioridad una entrevista con Aberchán, en la que explicaba sus motivaciones para la realización de la ofrenda ante La Virgen de La Victoria. El presidente Aberchán delegaría la representación  de la Presidencia en La procesión de La Virgen, en uno de los miembros de su gobierno, concretamente en José Mejías, Consejero de Economía.

      Pocos días después Mustafa Aberchán conmemoraba y presidía el día de Melilla. Su discurso, que intentó ser alternativo y novedoso, fue duramente criticado por casi todos los medios de comunicación, en un sana discrepancia que ahora mismo, en 2011, ya no existe.  Mustafa Aberchán no colocó ninguna corona de laurel bajo la estatua de Pedro de Estopiñán (al que las crónicas atribuyen la conquista de Melilla) y ese fue la única acción que varió un guión que se ha repetido desde 1991, cuando se recuperó el acto institucional del Día de Melilla.

   La conclusión de todo esto es que Mustafa Aberchán hizo todo esto porque entre cristianos y musulmanes existe un espacio común, que permite asistir a oficios religiosos mutuos sin que se resientan las creencias más íntimas, pero igualmente, cualquier día, otro presidente/alcalde de Melilla de confesión musulmana, podría no acudir a realizar la ofrenda y debería ser aceptado como igualmente normal y lógico, sin pensar que estamos ante el final de Melilla. Creo que doce años después, no se ha valorado suficientemente aquel gesto sumamente ecléctico de Mustafa Aberchan.

 PD (modificada a 20/09/2011): En aras de la precisión histórica voy a añadir algunos datos sobre este interesante 17 de septiembre de 1999. El entonces Presidente Mustafa Aberchán pidió al asesor de Presidencia Jesús Ayala el diseño de un Día de Melilla que respetara al efeméride, pero que no conmemorara La Conquista, por eso, aquel 17/09/1999 fue rebautizado como Día de La Autonomía de Melilla y en ningún momento del discurso presidencial se hizo la más mínima alusión a Pedro de Estopiñán y tampoco se le hizo la hasta ese momento tradicional ofrenda de laurel. Una fina finta que pretendía preservar el Día de Melilla, pero no conmemorar el indudable hecho bélico que supuso la Conquista, porque si no hubo muertes ese día, sí se produjo un encuentro bélico en apenas una semana y a partir de ahí, sin parar durante cuatro siglos.

       Lo que tampoco hizo el Presidente Aberchán es la ofrenda floral a La Patrona, porque como él mismo dice en la entrevista reproducida del diario Melilla Hoy: «En ceremonias religiosas, tan malo es pasarse como no llegar». También delegó su presencia en la procesión ritual del 8 de septiembre.     Mustafa Aberchán nunca retiró el crucifijo que hasta ese momento presidía la Mesa de La Asamblea de Melilla, y durante su presidencia fue desplazado hacia la zona de las vicepresidencias, pero estando igualmente presente.  En la actualidad, ese crucifijo, ya no puede verse por lado alguno.

El soldado de los milagros


   Benito López Franco, un santo sin iglesia

      Enrique Delgado ( * artículo publicado el 7 de  mayo de 2007 )

         En la Cooperativa Gráfica melillense nunca faltan las estampas de Benito López Franco, el soldado de los milagros. Las encargaba el propietario de un comercio ya desaparecido, Electrónica 2000, Salvador Cañadas, que solicitó la intercesión del soldado Benito ante una complicada operación de espalda. Cada vez que se agotaban encargaba una nueva edición. Esta es la explicación de las misteriosas estampas azules que circulan por toda Melilla de mano en mano.

           Benito López Franco, aragonés de Cetina, soldado del desaparecido Regimiento de Infantería de Melilla nº 52, localizado en el acuartelamiento de Santiago y que murió en extrañas circunstancias el 17 de enero de 1950. La escueta nota publicada en prensa y el Registro del Cementerio de Melilla aluden al suicidio como causa de su fallecimiento, pero tanto los testimonios de sus familiares, su hermano José López, como los de cualquiera que se pregunte en la ciudad descartan la versión oficial.

           El escritor melillense José Luis Navarro, es el único que ha intentado aproximarse a esta historia en un conjunto de relatos titulado “El soldado incorrupto” pero ya advierte que su versión es sólo literaria. Sin embargo su condición de militar le permitió poner oídos a historias de “barras de cantinas militares” e indagar en el Cementerio de Melilla cuando fue encargado de hacer un catálogo de pertenencias militares en el campo santo melillense y quizá leyenda, verdad y literatura no estén tan separadas como parece.

          Benito López Franco tenía 20 años al llegar a Melilla, era de muy buena planta, cantante de jotas y siempre dispuesto a ayudar en lo que hiciera falta, sus dotes excepcionales para el canto y su don de gentes le llevaron a convertirse en ayudante de un  comandante médico, a dar recitales de jotas en El Casino Militar, cuna del Alzamiento franquista de 1936 y vedado al pueblo de Melilla hasta bien entrados los años 80.

            Su proyección pública le hace ser objeto del amor de la hija de un alto jefe militar según dice la familia, que ya estaba comprometida con el hijo de otro alto oficial, lo que desafiaba todas las reglas establecidas de la época.

           En el relato de José Luis Navarro se intuye que aquella novia  pudiera ser la que vigilaba la tumba de su amado desde el puesto de gerente del Cementerio. Esa  misma mujer que un día se le acercó y ante sus preguntas sobre el misterio de la tumba y del soldado le respondió con un lacónico: “lo único que sé es que no se suicidó”.

           Fuese quien fuese la chica el caso es que se obsesionó con él y le persiguió durante más de tres meses. El comandante médico del que era ayudante percibió lo peligrosísimo de la situación y recomendó un traslado a Madrid para el 20 de enero que nunca llegó a producirse, pues Benito apareció muerto en el Botiquín del Hospital Militar el 17 de enero de 1950.

                                 Y tras tantos años; La Verdad

        “Benito no se suicidó, lo asesinaron a golpes y le rompieron la cabeza y un brazo”. La estremecedora frase está contenida en la carta de Gregorio Gil, amigo de Benito y dictada antes de su muerte en 1975. El testimonio procede de Alfredo Marruelo, amigo y compañero de quinta de Benito en Melilla, quien junto con otros cuatro mozos cetineros fueron rápidamente licenciados tras su muerte.

          Antes de embarcar, un soldado que no se identificó dijo a Alfredo:“Benito no se suicidó, lo asesinaron a golpes”. Alfredo Marruelo únicamente reveló el secreto a Gregorio Gil, compañero de Benito desde la infancia, quién también calló y sólo ante la inminencia de la muerte dejó una carta dictada y que ahora la familia ha decidido desvelar, entre otras cosas para dejar desmentir las espurias versiones que hablan un fusilamiento, de un tiro en la nuca, de que fuera apaleado en los calabozos del cuartel de Santiago.

         Lo sorprendente es que la carta se redacta en 1975 y sólo cuando los familiares vienen a Melilla y abren la tumba para colocar bien el cadáver, los suicidas se entierran al revés, comprueban el dato de que Benito tenía hundido el cráneo y un brazo roto.

            No hay huellas de bala, ni nada por el estilo. Benito fue enterrado en calzoncillos y “con la cadena del aseo por toda pertenencia póstuma”. Supuestamente se había suicidado con ella. La paliza mortal ya había sido aventurada en la versión literaria del “soldado incorrupto”

           El entonces Vicario Arciprestal  J. Antonio Segovia le negó la sepultura en Sagrado “por no constar nada en contrario a esta Vicaría sobre el suicidio intencionado de la víctima”. El documento eclesiástico es toda la certificación oficial de su fallecimiento que posee  la familia, ni certificado médico, ni recibo de pertenencias personales. Así se hacían las cosas en la España, en la Melilla de Franco.

                   La voz de La Iglesia

            El Vicario Episcopal de Melilla,  Manuel Jiménez Bárcenas cuenta que: “para la La Iglesia Benito es un difunto más y La Iglesia pide por él, junto por todos los demás el día de Los Fieles Difuntos, 2 de noviembre”. Aquí  es donde el Vicario rondeño aprecia un error de culto, al ser conmemorado el día 1 de noviembre, reservado para los que se tiene constancia de que gozan de la presencia de Dios. “Sólo los santos van directamente al cielo sin el obligado período de Purgatorio, por eso el 1 de noviembre está reservado a Todos los Santos, aquellos de que se tiene constancia por medios humanos de que gozan de la estancia en el paraíso”.

        Pudiera ser, añade Jiménez Bárcenas que: “El soldado Benito ya hubiese cumplido el período de Purgatorio y al gozar de la presencia de Dios puede gozar también de la capacidad de intermediación y ayudar en curaciones y favores de aquellos que devotamente le piden a Dios que por mediación de Benito sean atendidos sus plegarias”. No hay otro modo de explicar los favores del soldado milagrero,   aun así, el Obispo Dorado Soto ofreció a la familia la posibilidad de elaborar una estampa con una oración para culto privado, pero la familia rechazó esta posibilidad ya que prefiere esta santidad popular.

            Quizá toda Melilla fue consciente de aquella injusticia y como modo silencioso de desafío al hermetismo oficial inició las ofrendas y culto del soldado Benito.

          PD: http://www.infomelilla.com/noticias/index.php?accion=1&id=2962

       Nota: El 7 de  mayo de 2007 publiqué mi primer artículo sobre «el soldado de los milagros». Lo hice además con una novedad, la carta del compañero de servicio militar, en la que descubre que Benito López Franco murió como consecuencia de una paliza y no suicidado. La carta me la proporcionó su hermano. Seguidamente llegaría la legión de plagiadores, que con copias de la carta compusieron historias similares, pero sin citar jamas a quien fue el primero en publicarla . No fuí el primero en escribir, obviamente, pero sí el 1º en publicar esa carta. Es fácil de comprobar con las fechas de edición de los artículos.

El héroe de la Policia Local de Melilla


        

          Alfredo Alcoba Rodriguez, jefe de la Policia Local de Melilla

              Alfredo Alcoba era natural de Ocaña (Toledo) y fue el primer responsable civil de la Guardia Urbana de Melilla. Poco se sabe de él, porque nadie se ha tomado el más mínimo trabajo por reivindicar su memoria pública. Hace pocos años se publicó un libro sobre la historia de la Policia Local de Melilla y sólo se le mencionaba para decir que era el Jefe de La Guardia Urbana en Melilla en 1936 y que murió en 1937. No murió, fue ejecutado el día 8 de mayo de 1937 en el Fuerte de Rostrogordo. Tenía 41 años y era casado. Sigue teniendo familia en Melilla y sus descendientes nunca han tenido la menor recompensa moral. Esta fotografía la publiqué, autorizado por los familiares, el día 23 de mayo de 1999 en El Telegrama de Melilla, en la serie de artículos que titulé como:«La historia nunca contada sobre la sublevación de Julio de 1936». Hoy la reproduzco, porque lo considero el verdadero héroe de la policía Local de Melilla, una persona a la que habría que reivindicar, sacar del olvido y recordarle en Melilla como se merece. No sé nada de él, ni sobre sus méritos en el tiempo en el que estuvo al frente de La Guardia Urbana de Melilla.

     Solo sé y eso es suficiente, que se negó a secundar el Alzamiento militar, que permaneció fiel al Alcalde (Antonio Díez) que le había nombrado para el puesto, que fue encarcelado, enjuiciado mediante los procesos viciados del franquismo y que fue ejecutado en una mañana de mayo de 1937. Por estos motivos pido para Alfredo Alcoba Rodríguez.

  1) La Medalla de oro de La Policía Local a título póstumo

  2)  Que el próximo acuartelamiento de la Policía Local lleve su nombre

 

                   

La mano de la Virgen de la Victoria


            Según cuentan las crónicas, y cuando todavía la ermita de la Virgen de La Victoria (hubo una más, extramuros, de la que nada se sabe),estaba en lo que hoy conocemos por Plaza de Armas, unos cabileños, atraídos por las leyendas de las joyas y tesoros que se depositaban sobre las imágenes cristianas, penetraron en el interior de Melilla para apropiarse de las joyas. Según el relato histórico ni había tanto oro a su alrededor, ni habían calculado el peso de la talla, porque el escaso número de estos «primeros portadores» fue insuficiente para levantar la  imagen y transportarla hasta el campo exterior, por lo que decidieron cortar los dedos de la manos y conformarse con el exiguo botín de unos pocos anillos que portaba entre sus dedos. Dicen también esas misma crónicas que descubierto el intento de «secuestro» y recuperada la talla, los dedos rotos de la mano fueron expuestos de modo permanente en un plato, junto a la imagen de la Virgen de La Victoria, que todavía no era patrona de Melilla.

                 Posteriormente la mano fue recompuesta , pero su definitiva restauración se llevó a cabo en 1983, ya con criterios científicos de restauración. Pocos años después se llevaría a cabo la consolidación y restauración completa del Templo Parroquial, siendo director provincial de Cultura José Luis Fernández de La Torre.

              Como documento y recuerdo, coloco las fotos del expediente original de restauración. Añadir también que durante siglos, el robo de cosas, el secuestro o la captura de prisioneros e incluso de cadáveres de combatientes, fue un lucrativo comercio a un lado y otro de la entonces frontera de Melilla.

La campana de Sta. María Micaela


 

                  En 1952 era la campana más grande de Málaga

  El campanario es una evolución del alminar. Hasta la llegada de los árabes a Europa, con su nuevo concepto de edificio religioso, las iglesias cristianas no tenían campanarios. Eran edificios muy sólidos  y en las espadañas se instalaban las campanas, algunas tenían torres, pero en principio no estaba destinadas a albergar campanas. El intenso intercambio  entre la cultura islámica oriental  y la occidental cristiana hizo que en las iglesias empezaran a aparecer los campanarios, cada vez más altos y esbeltos, pero netamente diferenciados del resto del edificio. Pienso que los campanarios surgen como consecuencia de los alminares musulmanes y a imitación de éstos, que constituían un cuerpo diferenciado del resto del edificio religioso.

          En Melilla, la única iglesia con un campanario netamente diferenciado del resto del edificio, es la de Santa Mª Micaela, erigida en 1952 y cuya campana, fue en aquel momento, la más grande de toda la diócesis de Málaga, a la que pertenecía y sigue perteneciendo Melilla.

         La instalación de la campana y su bendición, es probablemente el momento más importante de una iglesia, pues la campana está revestida de un carácter sagrado. Es el ruido sagrado y el bronce y su tañido diferencian claramente a unas iglesias de otras. El tañido de las campanas es un cierto ritual  de exorcismo  que ahuyenta la presencia demoníaca.

                » Que esta campana, dice una oración, semejante a la lira de David, atraiga al Espíritu Santo por la dulzura de su armonía…………… Que el sonido de esta campana ahuyente las asechanzas del enemigo, con sus astucias engañosas……..Que ella aplaste las potencias del aire». Jean Hani: «El simbolismo del templo cristiano».