Ardiendo en Puerto Noray


              Mediodía en Puerto Noray. Los que miraban en esa dirección vieron un fogonazo que atribuyeron a un reflejo solar, luego una pequeña detonación, bam, bam, y la llamarada se hizo visible, potente, devoradora, rápida. Como si ver arder un barco fuese lo más normal del mundo, al menos en Melilla, los que estaban en el lugar del suceso no mostraron la más mínima señal de alarma. Solo se acercó al lugar la Guardia Civil, que siempre está, aunque no se la vea.

             En la ciudad que pretende cerrar clínicas médicas con minucias urbanísticas, comprobamos perplejos como el Puerto Deportivo carece de personal específico para la extinción de incendios. Hay bocas de agua y extintores, pero nadie encargado de operar con ellas. Hay decenas de barcos y miles de litros de gasolina repartidos por los pantalanes. El barco ardía, como una anticipada hoguera de San Juan, junto a un vehículo allí aparcado. No hacía aire, lo que evitó la expansión de las llamas. Junto al barco ardiendo solo había otro, que no pareció resultar afectado.

           Los bomberos llegaron con rapidez a la cita con el fuego, al que siempre logran dominar. El brazo automático de acceso a las instalaciones del puerto deportivo de Melilla se bajó accidentalmente, justo cuando el primer camión de bomberos se lanzaba por la carretera de acceso. No se comieron el barrote de milagro.

           Lo sorprendente, lo inesperado, siempre viene en ayuda de la monotonía, en una mañana gris y plomiza de levante. En esto también ha habido suerte. Con un vendaval de poniente las hechos narrados hubiesen sido muy diferentes. Siempre parece que arder en el agua es más difícil que cualquier otra cosa, pero en nuestra ciudad nada hay imposible. Lo que parezca que no va a pasar nunca, pasa. La semana náutica está llamando a la puerta.

 

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El dique flotante


 

                 Después del temporal siempre viene la calma. Esto es cierto y también lo es que hemos tenido un gran temporal, no de febrero, sino de marzo.  Estamos en pleno proceso de cambio climático y muchos refranes meteorológicos, lo hemos dicho ya muchas veces, están dejando de funcionar. Tras el temporal, es hora de evaluar daños y de ver cómo han resistido las infraestructuras creada por la mano humana.

                  El el puerto deportivo de la ciudad, el llamado Noray, existía un pantalán flotante, de hecho todavía existe pero semihundido. Es lo que se ha llevado un golpe de mar. Algo que suele apreciarse con grandes temporales, como el padecido esta semana, es que lo nuevo suele resistir menos que lo viejo, y lo mucho más antiguo, mejor que lo moderno.

Las escolleras de Noray


La acción humana

     Las escolleras y el dique de abrigo de Puerto Noray son un lugar apacible y agradable para pasear, en los tiempos de sol templado. Allí también se practica la pesa, y quien quiera se puede relajar contemplando el mar, haciendo deporte, pues también se han instalado máquinas de ejercicios y de estiramientos musculares. Es una zona vigilada y de acceso controlado, por lo que en teoría se puede pasear seguro, algo que ya no sucede en muchas zonas de la ciudad. También es un lugar en donde hacer buenas fotografías, si se es un poco más ágil y se decide a subir al dique o a saltar sobre las escolleras.

        Ese salto transforma la visión idílica del lugar en otra más lamentable. Todo tiene dos caras, y toda moneda su reverso. En Melilla, la excelencia convive con la cochambre y lo nuevo con lo destartalado, sin solución de continuidad posible. Ahora mismo no es posible determinar si toda esta basura acumulada detrás de la escollera, en donde el ojo no ve, es consecuencia de la acción incívica humana o consecuencia de los temporales. En cualquier caso la causa estaría en el mismo origen, la contaminación por la acción humana. Todo está sucio y el mar es un depósito de basura. Esto es tan simple como levantar la esquina de una alfombra. Dar un salto y mirar al otro lado.

          Si la mitad de esta basura procede del  incivismo, entonces hay que instalar papeleras, contenedores de recogida de basura, y alguna que otra vez, poner alguna multa. No sería tan difícil.

El aparcamiento menguante


         La cubierta de los aparcamientos de Puerto Noray está desapareciendo de modo inexorable, de un día a otro puede verse su superficie menguante. Vientos huracanados y vendavales han hecho extinguir la cubierta en mas de la mitad de su superficie original. No se ha repuesto y el aparcamiento se está dejando de usar. Solo algunos funcionarios y trabajadores de las Torres de la Administración aparcan allí, con una tarifa especial, entre las 8 de la mañana y las tres de la tarde. La eliminación de la sombra, en una ciudad donde el Sol es potente, los coches son hornos.

              El aparcamiento solo vuelve a utilizarse por la noche, por las personas que acuden a los locales de ocio del puerto deportivo melillense. Los restos de copas, vasos de cristal y la presencia de latas, indican que el último trago se da antes de subirse al vehículo. En esos momentos la maniobrabilidad es reducida, menos eficaz. Se ve menos por la noches y las farolas confunden y deslumbran.

              La penúltima de las cubiertas ha sido derribada por el golpe de un coche. A juzgar por el daño causado debió ser un golpe fuerte y realizado con un vehículo fuerte, porque prácticamente la ha puesto en el suelo. En apenas dos vendavales más, este aparcamiento será una explanada.

                 No se puede dejar de realizar una foto en Melilla, porque al día siguiente puede no existir lo fotografiado. Casi como es el caso.

                Notas:https://elalminardemelilla.com/2014/03/04/el-viento-provoca-danos-en-toda-melilla/

Un millón para el mejor….proyecto


                Las tribulaciones de Puerto Nohay (Noray) en Melilla

    Cualquier proyecto que se precie en Melilla, debe costar al menos un millón, de euros, para que sea creible y digno de salir en los papeles. Entre estas dos imágenes de Puerto Noray hay un año de diferencia y 1,1 millón de euros de gasto. No hay nada nuevo. Cualquiera que haya leído las informaciones publicadas estos días, y acuda al Puerto Deportivo de Melilla, se llevará la mayor decepción de su vida. No hay tiendas, no hay zona comercial, y los locales de  hostelería existentes han desaparecido casi por completo. El parque infantil sigue igual de desvencijado que siempre, no hay nada, porque estamos en Puerto Nohay. Todo es propaganda, eso sí, a millón de euros por proyecto. Eso sí, hay dos escuelas de buceo y otras dos de productos para embarcaciones.

    Lo realmente curioso son o han sido las declaraciones del Presidente de la Autoridad Portuaria de Melilla, el singular D. Arturo Estaban. Al hablar de la presentación del proyecto y calificar lo sustituido como «campo de refugiados», y la finca del botellón, parecía que descalificaba la gestión de un anterior Presidente, cuya ineficacia hubiese sido reconocida por todos. Sin embargo, y si se piensa que el singular D. Arturo Esteban es presidente desde el año 2004, con la rúbrica del Presidente socialista Rodríguez Zapatero, a propuesta de la Ciudad Autónoma de Melilla, lo que realmente estaba haciendo era descalificar su propia gestión como presidente portuario, o sea, autocrítica, aunque dudo que al presentar esta renovación, cuyo único punto visible son las dos pérgolas azules, fuese realmente consciente del alcance de sus críticas sobre su propia gestión.

           Si los locales de copas se les fueron de las manos, si lo que presentaron como el escaparate de Melilla hacia el Mundo no ha funcionado, si les quebró el primer Casino, si no ha conseguido nada de lo que pretendieron, si no han logrado  instalar un Centro Comercial en la marina seca, y si aquello está «de espaldas a la ciudadanía», según  las propias palabras del presidente portuario; solo tiene un responsable y un nombre, el de Arturo Estaban.