Se cumplen 91 años de la hecatombe de Monte Arruit
El día 7 de agosto de 1921, el General Navarro recibió las instrucciones para aceptar la rendición de las tropas acontonadas en Monte Arruit. Eran los restos del ejército español que había sido aniquilado en las llanuras de Annual y el desfiladero de Izumar. Las negociaciones se materializaron el día 8 de agosto con los jefes cabileños Ben Chel-lal, Burrabay y Abib Lel-Lach, pactándose para el día siguiente, el 9 de agosto, la rendición de las tropas y la entrega del armamento.. En la mañana de aquel aciago día, y bajo un sol abrasador, las indefensas, inermes y exhaustas tropas españolas empezaron a salir del recinto de la posición de Monte Arruit y a deponer las armas en el suelo. Fue en ese momento, cuando miles de cabileños, recuperando sus escondidas armas, entonaron sus célebres y atemorizantes alaridos de guerra, cayendo a saco sobre una tropa desmoralizada y desarmada.
Haber resistido en condiciones penosas desde el día 26 de julio, fecha en la que se inició el asedio de Monte Arruit, no había servido al final para nada. El Expediente Picasso cifra en unas 3000 personas las allí refugiadas, de hecho, la cifra de muertos, calculada según las calaveras halladas suele cifrarse en 2996. Muchos, casi un millar, habrían muerto en los días del asedio, pero parece probable que en la matanza del 8 de agosto de 1921, los cabileños acabaran con la vida de unas 2000 personas.
Hoy, después de un año de lucha y de denuncia, iniciada por Uno de Melilla, la Ciudad Autónoma de Melilla ha retirado el monolito de Monte Arruit, tras un largo y penoso deterioro. Es curioso como una piedra, un monolito, puede llegar a reproducir, casi 100 años después, la historia de aquello de lo que formó parte.
¿Han buscado la coincidencia de la fecha?. Quizá sí, y encierre un secreto homenaje a todas las víctimas de aquella hecatombe. Quizá no, y sea uno de esos insólitos guiños que el destino hace a veces a las personas. Me inclino por la segunda de las posibilidades.









