Nuestra Señora de París


           No hay ningún aspecto que pueda destacarse por encima de otro en una ciudad como París.. En cada viaje, en cada momento, se prestará más atención a unas cosas que a otras. Todo es París, y París es todo. Por eso, ante la dificultad de la elección, una opción es escoger lo primero que se ha visto o lo más clásico. Si hay un nombre que resuena en el mundo entero, es el de la catedral gótica de Nuestra Señora de París, inmortal por sí misma y por la novela homónima de Víctor Hugo. El genial escritor francés fijó por primera vez la atención de la humanidad lectora, en la vida de los desheradados de la fortuna, tanto en ésta novela como en otra igualmente conocida «Los Miserables». Sus personajes son también inmortales.

            Notre Dame (Nuestra Señora) es un símbolo del poder de Francia, pero también lo es de la vida de aquellos que no tuvieron fortuna alguna. Representa ambas cosas y por eso la hemos escogido para reiniciar la marcha del Alminar, tras los turbulentos acontecimientos de los últimos días, y de los que también hemos dado cuenta.

              La grandeza de Francia como nación es incuestionable. La monarquía de Francia fue muy poderosa y muy absoluta. Igualmente La Iglesia francesa tuvo y sigue detentando un gran poder, tanto como para rivalizar con Roma y haber llegado a ser sede Papal. Todo esa magnificencia se plasmó en espectaculares edificaciones, que siguen sorprendiendo por sus enormes dimensiones. Sin embargo, ahí estuvo Víctor Hugo para mostrar al mundo entero, que debajo de todo Poder y magnificencia, siempre hubo pobres, miserables y desheredados, que con el correr de los siglos, en un día glorioso para La Humanidad entera, alumbraron La Revolución Francesa, que es un patrimonio del mundo entero.

   Todo Poder que se crea inmortal acabará desmoronándose tarde o temprano. Quién más alto suba, se precipitará igualmente con más estruendo. Todos estos espléndidos edificios son una muestra de ello.

Anuncio publicitario