El general Puget y el IV Recinto de Melilla
Joaquín Rodríguez Puget, general Jefe de la Comandancia de Obras de Melilla, falleció el 15 de noviembre en Sotogrande (Cádiz) y además fue un amigo y seguidor del Alminar de Melilla. Todavía recuerdo mi sorpresa cuando compré su libro Melilla, Crónica de una fortificación, un riguroso ensayo histórico que pese al prólogo de Carlos Seco Serrano, fue completamente ninguneado en Melilla.
Hasta aquel momento solo había tenido acceso a la «línea principal» de la historiografía de Melilla y sus fortificaciones. En su libro leí por primera vez las dos crónicas sobre la conquista de la ciudad, y también la identificación de la presencia del pasado árabe, oculto entre las piedras de Melilla la Vieja y sus sucesivas transformaciones. Su libro cambió para siempre mi modo de ver y entender el pasado de la ciudad y me llevó a descubrir todo lo que antes no había visto. Puede decirse que todos los artículos que he publicado sobre la historia de la ciudad y la búsqueda de una interpretación más ajustada a su pasado histórico real y no mítico, surgen de aquella lectura.
Tanta fue mi sorpresa, e incluso conmoción, que publiqué un artículo sobre el general Rodríguez Puget en 2012. Él leyó aquel artículo desde Sevilla y quedó siempre agradecido por el hecho de que alguien se hubiese hecho eco de sus novedosas teorías e interpretaciones. Su hijo Quino recibió el encargo de localizarme, y transmitirme el agradecimiento de su padre, regalándome además un ejemplar de sus dos últimas publicaciones. Él ya estaba delicado de salud, probablemente aquella presentación de su obra en 2007, fuera la última vez que pisó la ciudad. Sus detractores decían siempre que era «muy imaginativo», cuando yo intentaba comprender cómo nadie había concedido la menor importancia tanto a ese libro, como a su historia sobre el IV Recinto defensivo de la ciudad, la mejor publicada hasta la fecha.
Imaginativo o no, fue postergado y mantenido en el purgatorio de los libros malditos. La obra fue editada por Carmelo Martínez y no mereció la consideración del Servicio de Publicaciones de Melilla. Imaginativo o no, creo que su visión se corresponde más con los hechos históricos que con muchas de las argumentaciones de «la línea principal» seguida hasta la fecha y nunca abandonada . Imaginativo o no, transformó mi modo de ver las cosas y arrojó luz sobre el pasado de la ciudad y me proporcionó una herramienta indispensable para sostener y formular muchas de mis teorías. Imaginativo o no, en El Alminar siempre le estaremos agradecidos.