Desaparición de sucursales bancarias


 

                 En un principio existían el Banco Central, el Hispano Americano, el Banco Popular, el Banco Español de Crédito (Banesto) y el de Santander, en el que en sus inicios el logotipo era de color verde. Todo eso ha desparecido tanto en Melilla como en toda España, y hoy solo queda el megabanco de Santander, que en ya es una corporación financiera.

                    El Banco de Santander ha realizado dos ERES (expedientes de regulación de empleo) uno sobre sus propios empleados, cerrando 267 oficinas en el mes de septiembre, 334 en octubre, y otras 412 en el mes de noviembre, grupo en el que han entrado las oficinas de Melilla. Una de ellas es la 1ª que abrió en banco en nuestra ciudad, la situada en la calle José Antonio Primo de Rivera, nombre que han mantenido hasta el último día. En total son más de 3000 empleados los que abandonan o han abandonado el banco en este último trimestre. También han cerrado la antigua sede de Banesto, y han mantenido las antiguas oficinas del Banco Popular, aunque han hecho desaparecer cualquier rastro del nombre. Sus logotipos fueron sustituidos en julio y arrojados a los contenedores.  A estas alturas financieras, ocurre como en la guerras medievales, no se hacen prisioneros y no hay el menor atisbo de compasión.

                                               La aniquilación del Banco Popular

                         ¿Se puede comprar el que era el 6º Banco del país por 1€? ¿Cómo se puede pasar de ser una de las entidades más solventes y saneadas del país a estar en la quiebra absoluta? ¿Cómo no pudieron darse cuenta el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores de lo que estaba ocurriendo?. En España no hay entidades de vigilancia financiera ni juzgados que puedan hacerse cargo de estas situaciones, ni de las investigaciones posteriores.

                      El Banco Popular era conocido como el banco de Dios, por su vinculación con el Opus Dei y era también el Banco de la Iglesia. En los días o semanas previas a su hundimiento absoluto, se produjeron amplios movimientos de salidas de capitales, advertidos quizás por almas piadosas, pues en caso contrario las entidades eclesiásticas que tenían allí depositados sus fondos, podrían haber quedado gravemente afectadas. Por eso, en los foros financieros en donde se analizaron aquellos acontecimientos, se denominaba al banco cántabro con el nombre de «satander«.

                      Los tribunales europeos, e incluso agencias financieras estadounidenses están haciendo requerimientos a España para que aclare lo sucedido con el Banco Popular, que había superado las pruebas de estrés bancario exigidas por Europa, tras el colapso bancario que llevó a España a pedir un rescate. Incluso algunos juzgados españoles, los más osados, empiezan a fallar en favor de los accionistas del Popular que vieron esquilmados y evaporados sus ahorros, tras la extraña compra del banco en junio de 2017.

                En un principio, el Banco de Santander afirmó que mantendría la marca Popular y su estilo bancario diferente, más cercano al de la atención tradicional y familiar, o sea, lo que nunca deberían haber dejado de ser los bancos y cajas populares. Hoy en día, estas mega corporaciones financieras, ejercen también de partidos políticos. Sin embargo, este derrumbe de oficinas, sucursales, y despidos de empleados/as, da sensación de reforma obligada, ante una situación real que desconocemos.

                       Bancos como el Santander, o el BBVA ( Bilbao, Vizcaya y Argentaria-Caja Postal), no son rescatables. Si entrasen en crisis, se llevarían el país por delante. Además, están muy comprometidas en inversiones en el extranjero, con lo que la alta inestabilidad política de muchos países en los que están comprometidos, podrían acabar afectándolos.

                También se dijo, que igual que el Opus Dei hizo caer a los Legionarios de Cristo, poderosa organización religiosa mexicana, estos hicieron caer al Banco Popular, descapitalizándolo en una operación de gran envergadura. El grupo inversor azteca que había entrado en el accionariado del Banco, es uno de los más poderosos del mundo. La última palabra sobre este caso, dista mucho de estar escrita.

      Nota:https://elalminardemelilla.com/2017/06/08/el-ultimo-dia-del-banco-popular/

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