La verdad, nos estará esperando siempre ahí fuera y volveremos, pero a un mundo que siendo el mismo, será ya diferente. Son muchas las ocasiones en las que escribimos que algún día se lamentaría todo el dinero del que dispuso esta ciudad en los últimos 20 años, y que se gastó sin tasa, y sin tino. El estado de obras permanentes, que se heredó sin discusión alguna, y que no sirve para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Antes del primer día de confinamiento, que para beneficio de los melillenses se inició el día 12, pues el 13 fue festivo y ya estábamos en casa y con casi todo comprado, teníamos un abundante stock de fotografías en los archivos del Alminar, sobre obras incongruentes, que empeoran y dificultan la circulación por nuestras vías urbanas.
Los pasos estrechos
El diseño, trazado y anchura de las calles de Melilla se hace a partir de los inicios del siglo XX, en lo que entonces sí era un mundo sin coches. Además, lo coches de aquella época y hasta la década de 1980, eran de unos tamaños considerablemente más pequeños que los actuales. En las casas de esa época con plazas de garaje, apenas caben los vehículos actuales. Eran un ciudad peatonales, pero porque no existían otras alternativas, con suficiente espacio para los autobuses urbanos e incluso para los tranvías, que sí perdieron el paso con respecto a los transportes actuales.
En todas las ciudades que conocemos y transitamos, que son muchas, se han peatonalizado vías urbanas, se han arreglado aceras, carriles para bicis, pero con una funcionalidad real. En Melilla solo se han llevado a cabo con una intención económica. Si no hay un número de kilómetros de carril bici mínimo, no se entrará en el siguiente cupo de subvenciones. Ya avanzamos, que habrá una buena parte de ellos que no serán transitados nunca. No son funcionales, no llevan a ninguna parte, e incluso hay dudas ciertas sobre su legalidad vial.
Lo que no hemos visto en ciudad alguna, es que se estrechen vías de circulación, con una inusual extensión de los pasos de peatones, que dificultan el paso del autobús urbano, e incluso de los vehículos de emergencias. Esto ha ocurrido en la calle del Padre Lerchundi, en donde se han extendido los pasos de peatones, con instalación de vallas incluidas, que están al límite del tamaño de los camiones de gran tonelaje y de los autobuses de la COA. Hay que recordar que esta calle es una vía obligada para la circulación de vehículos pesados, que deben subir por el cerro de Mª Cristina hacia la carretera de Horcas Coloradas. Se han arreglado esos pasos de cebra, sin tocar la accesibilidad de las calles, ni reparar el estado de las aceras. Para el futuro, resultará casi imposible el giro de un camión de bomberos al final de Padre Lerchundi, en dirección a la Avenida de Castelar.
El transporte público, el autobús urbano o COA, está ya expulsado de la mayor parte del trazado de la ciudad, y es esto, lo que convierte a una ciudad en sostenible o no, en una ciudad con movilidad urbana. Por este modelo no se está apostando, más bien todo lo contrario. La acumulación de rotondas, el cerramiento de giros de escape, como en la calle Duquesa de La Victoria, está fomentando la aparición de puntos negros de tráfico, como el que da acceso a la Avenida de La Democracia y Luis de Sotomayor. Todo esto y mucho más, nos estará esperando ahí fuera, después del Covid-19.
Creí que no mencionarias más el Covid-19. Muchas personas están cansadas de leer sobre esta corona, incluso, según los informes, mucha gente se está volviendo demasiada estresada o como psicosomáticas. Estamos sobrecargados. En cuanto al tema de fondo, en época de crisis, no hay ayuntamiento que pueda gastar ahora un dinero para el tema de las calles, eso creo.
Solo es un lamento sobre el dinero malgastado y que se sigue malgastando. Es la ciudad que nis espera cuando volvamos, pero ya arruinados. Exploraremos otras sendas, Miguel. Pero los giros deben ser graduales.
Hola Hospitalario voy a meterme en camisa de once varas, porque realmente a mi no me corresponde opinar sobre Melilla ya que abandoné el barco en el año 1956 teniendo el nº 23.963 de la Dirección de subsidio y seguros unificados, la empresa Santiago Dassori, no le veía futuro ya en aquel entonces para mis apetencias. Y haces muy bien en lamentarte porque tu estás al pie del cañón en una Ciudad que sigue sin futuro, de las treinta mil cotizaciones el 56% son funcionarios, no puedo comprender que en la época en que estamos tecnológicamente con la informática, que como hemos visto en las empresa el personal administrativo a quedado reducido al 30% o menos, si Melilla hiciera lo mismo y los presupuesto no lo hubieran empleado en grandes obras(que son G.C.) como el paseo marítimo de los cortados, que en ese momento no me explico donde estaban los ecologistas, era uno de los bellos lugares donde los niños íbamos a bañarnos ya se con peligro pero eramos niños, tu no tendrías que lamentarte sobre su estado, sigue dando caña que da buen azúcar, pido disculpas por meterme donde no me llaman. Saludos.
Muchas gracias José Clavero. ¿Sabes que localicé a Gigliola Dassori, la hija de quien hablas, en Italia?. Allí volvieron. Sabes, son muy interesantes los motivos de los melillenses que tuvieron que irse de la ciudad a partir de esos años. Nunca se ha investigado demasiado.
En cuanto a una alternativa económica sólida que no sean las que conocemos, siguen sin buscarse.