Poder mundial y sociedades secretas
No los vemos, pero están ahí. En sociedades secretas, iluminati, milenaristas, fratellis, masones. Todos reclaman su posición y paternidad o maternidad en los nuevos avances en el conocimiento humano, y en los logros científicos. Parecía que el milenarismo surgido con la llegada con la llegada del año 2000 se había disuelto como un terrón de azúcar, sin embargo la llegada de la Pandemia de Wuhan lo ha alterado todo, o quizá puesto a la luz.
No todo es malo en lo oculto, pero como es secreto no pueden existir registros. A muy duras penas, el orden político mundial se impone, y si para ellos hay que extinguir países como Iraq, Siria, Libia, se hace sin mayores miramientos. Hubo ensayos pacíficos como la desaparición de Checoslovaquia o la fragmentación de la antigua Unión Soviética, y otros muy violentos como la destrucción de Yugoslavia o la más reciente secesión de Ucrania, del territorio de Rusia.
A veces lo oculto es solo resistencia, como los casos del colectivo Anonymus o Wikileaks, sin embargo, la reacción del sistema global es poderosa y acaba desintegrándolo todo. Los poderosos no permiten disidencias, y la única posibilidad de comunicación es la red, que es en realidad un servicio prestado. En el libro Illuminati leemos: «La sociedad es una esfera de conformidad agrupada alrededor de una idea sobre lo que resulta aceptable. La discreción suele ser necesaria para la supervivencia de estos grupos, ya que cualquier cosa que se percibiera como una amenaza para lo que se considera aceptable es una amenaza para el poder gobernante, y eso suele dar como resultado la persecución. A medida que los líderes intentan mantener el orden, inculcan un miedo a lo desconocido en sus súbditos, que sospechan entonces de los grupos secretos». También existen sociedades, que aunque aparentemente públicas, son completamente herméticas, como la Cienciología , que tiene 15 centros establecidos en España1. Poco o nada se ha vuelto a saber de colectivos como Anonymus.
Creencias, utopías y milenaristas
En el edificio de la ONU hay una sala grande, dedicada a la oración de los religiosamente creyentes y a la reflexión de los increyentes. No hay ningún signo religioso. Es la piedra bruta, sin desbastar. De ella surgirá el humano perfecto, ideal2 . La masonería es una creencia sin fe, una religión sin iglesia. La última gran utopía fue el socialismo, pero quedó enterrada y sin posibilidad de rehabilitación con la caída del Muro de Berlín en 1989. El socialismo fue un conjunto de creencias, una fe y León Trotsky su último gran iluminado: El hombre será incomparablemente más fuerte, más sabio, más sutil. El tipo humano medio se elevará hasta alcanzar las cimas de un Aristóteles, un Goethe o un Marx3.
Hay grandes pensadores y pensadoras pero cuyos libros no son de fácil acceso y los autores son desconocidos para casi todos. Tienen muy poco eco social y menos repercusión intelectual aún. El pensamiento hegemónico no admite muchas fisuras y a Noam Chomsky no le publica casi nadie. ¿Qué nos queda para hacer frente a todo esto? Pues poco o muy poco. Mientras tanto estamos en manos de agoreros, de alumbrados y de algún que otro predicador apocalíptico. Ahora mismo es imposible ver más allá.
Parece evidente que «la peste de los murciélagos» no era un escenario previsto. Es más, nadie contaba con él pese a que intenten apuntarse la visión, pero provocará cambios muy profundos en la economía mundial y en las sociedades presentes y futuras. El gran gurú de la dominación económica mundial es Milton Friedman, como relata Naomi Klein en la doctrina del Shock: «Solo una crisis, real o percibida, da lugar a un cambio verdadero. Esa ha de ser nuestra función básica: Desarrollar alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta que lo políticamente imposible se vuelve políticamente inevitable».
Nota: 1http://www.observatorioreligion.es/. 2La Trama Masónica, Manuel Guerra. 3 Misa Negra, John Gray