La distancia entre monumento y patrimonio es la misma que entre costumbre y tradición. Las costumbres varían y las tradiciones se mantienen. Los mismo ocurre con los monumentos. Cada época tiene su monumentalidad, pero hay monumentos que se convierten en patrimonio común y otros no. Algo así ocurrió con la monumentalidad nazi en Alemania o la estalinista en Rusia. No es lo mismo volar con dinamita los Budas de Bamiyán, que quitarse de encima un monumento de Franco. Lo citamos porque alguien habló de «talibanismo cultural» en días pasados. Imaginamos que hoy no se atrevería a hacer tan disparatada y errabunda comparación.
Si tenemos que explicar que no es lo mismo darle un martillazo al David de Miguel Ángel, o acuchillar La Gioconda, que derruir un feo y ofensivo monumento franquista, inaugurado el 20 de julio de 1941, es que hemos descendido al barro y al sedimento del debate cultural y político. Defender el monumento al Alzamiento Nacional, solo es posible desde el franquismo puro, o sus cepas mas camufladas, la residual y la nostálgica.
El monumento y su historia
Francisco Franco dictador, nunca reconoció el 17 de julio como fecha del Alzamiento o sublevación militar. Es más, la maniobra impulsiva de «los adelantados y fanáticos militares melillenses» ebrios de vino del Casino Militar, a punto estuvo de dar al traste con el «golpe de Estado». La fecha real es la del 18 de julio, cuando él mismo se puso al frente del Ejército de Marruecos, acantonado en Llano Amarillo. Por eso impidió la inauguración del monumento en Melilla, tanto el día 17, como era la pretensión, o el 18, fecha oficial de la sublevación contra la República. Lo inauguraron el día 20 y porque ya no había más remedio.
En realidad, tampoco sabe nadie como se llama el monumento, que no es ni de héroes de España, ni al Alzamiento, ni a nada por el estilo. El periódico de la época solo lo denomina como «monumento de Melilla a su ejército». Es un monumento ideado y creado por Falange, pero por esa época, Franco dictador ya la tenía atada en corto, por lo que tampoco se les permitió demasiado protagonismo. La celebraciones oficiales se realizaron el día 18, y Álvarez Claro inauguró su monumento el día 20, con la presencia de García Valiño, y la total ausencia de cualquier ministro del gobierno de Franco, que ni siquiera mandó «un saluda» a los melillenses. Y este es otro dato que merece resaltarse, Franco solo autorizó en 1961, la concesión del título de Adelantada a la ciudad de Melilla.
El conjunto escultórico es de Vicente Maeso, lo único que merece conservarse, pero no en ese lugar. La dirección de obras correspondió a Enrique Nieto como arquitecto municipal, pero sin que pueda considerarse un proyecto o diseño suyo. La estética es claramente fascista y representa más el ideario de Falange, que la arquitectura o la ornamentación de Enrique Nieto, bastante alejada de ese feo mamotreto.
Ese mismo año y mes de julio, se creó la Medalla de Oro de Melilla, que por supuesto, le fue concedida a Francisco Franco dictador, generalísimo de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire
El COCISSFRA y la Consejera de Cultura Elena Fernández
En 1999 se creó el Colectivo Ciudadano para la Supresión de Símbolos Franquistas, que llevó a cabo una intensa actividad hasta el 2001. Cientos de noticias, acciones, comunicados y argumentarios llenaron las páginas de la prensa en ese tiempo. Sin embargo, nada de eso es accesible porque entonces no existía internet. Tenemos los archivos, pero no son visibles. El 13 de febrero de 2001 escribíamos esto: «La historia la constituyen hechos y los hechos no pueden cambiarse, por tanto, no se trata de cambiar la historia , sino la manera en que se recuerda. Por ello, resulta muy significativo el estallido de cólera del presidente Imbroda, tras ser pintado el monumento a La Victoria, sito en la plaza Héroes de España, y que constituye la piedra angular del recuerdo franquista en Melilla. Este monumento tiene un valor ideológico muy superior a las placas de Comandancia (2001), o a la estatua de Franco (2021), y por eso resultar muy revelador estudiar sus reacciones ante el ataque simbólico (con pintura malva), por parte del Grupo de Grafiti Antifranquista (GGAF) a este monumento, verdadero corazón y cofre de las esencias franquistas de nuestra ciudad».
Dos décadas después, la situación se mantiene, y han vuelto a reaccionar con ira, ante la intención de proceder a su demolición, comunicada por la Consejera de Cultura Elena Fernández Treviño, en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica (2007). Este es el monumento que consideran importante, el que tienen que defender y por eso han reaccionado de esta manera, haciendo cosas que antes nunca se habían visto. Esto monumento solo se puede defender desde una óptica franquista, el resto son excusas o pintura de camuflaje.
Así pues, consideramos desde el todavía vigente COCISSFRA, que tanto Elena Fernández Treviño, como el Gobierno del que forma parte, son, en sus valientes y decididas acciones, la culminación de una larga lucha de concienciación que se remonta a 23 años atrás, respaldada por una amplia mayoría social, que quiere progreso, democracia, concordia y una monumentalidad moderna y acorde con el futuro de Melilla.
Las tenebrosas fuerzas que se desencadenaron en Melilla, siguen resistiéndose a dejar de cubrir la ciudad con la sombra siniestra que sigue aportando ese monumento. Es un monumento creado para la ofensa, porque conocían muy bien qué había en ese lugar, y qué es lo que pretendían ocultar para siempre. Es más, es un monumento erigido para amedrentar, con un tamaño y forma que sobresalía, y sigue sobresaliendo, sobre cualquier otro edificio del centro modernista. Esto no es Patrimonio, solo monumentalidad franquista.
Excelente artículo. ¿Nadie ha solicitado que se ponga unas placas con los nombres de todos los asesinados por el Franquismo en la fosa principal del Cementerio de Melilla?
Gracias. Que sepamos no existe una propuesta en ese sentido. Estamos en la fase uno.