Las ventanas de La Alafía


          La Alafía, o baluarte de las cinco palabras, es una de los zonas más descuidadas y peor mantenidas de toda Melilla La Vieja. Restaurada y derruida, convertida en «alojamiento de los sin techo», y con un túnel o pasadizo completamente cerrado. La reja de acceso debería haberse situado apenas dos metros más adelante y cubrir el acceso a la parte baja. Si algo no se hace bien desde el principio, su siguiente estado es el de deterioro o abandono. La destrucción de la parte exterior puede achacarse a la actividad de los maleantes o de los que deterioran el entorno urbano. Pero en la parte interior y vigilada no tiene justificación posible, salvo el de un pésimo mantenimiento, o el de una ineficacia absoluta.

    Las ventanas de La Alafía son los ojos por los que Melilla se asomaba al mundo, desde su fundación por los Omeyas en el siglo X. Luego, tras la conquista castellana siguió cumpliendo la misma función. Desde que los recintos fortificados dejaron de tener ese uso, y convertirse en un balcón turístico, el único trabajo que hay que hacer allí es el de conservación y de mantenimiento.

     Las ventanas de La Alafía tuvieron en un principio marcos y contra ventanas de madera. Luego desapareció todo y tuvo que ser repuesto. Ahora se han arrancado hasta los marcos y las contra ventanas habrán sido utilizadas como material combustible en el hotel homeless de la planta inferior.

          Nota:https://elalminardemelilla.com/2013/12/15/hotel-puerta-alafia/

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La calle de Villalba y Angulo


Inaccesibilad y miseria en el barrio del Carmen

  En un artículo reciente mostrábamos el ruinoso estado de uno de los barrios legendarios de la ciudad, el del Carmen, al que ya nadie denomina así. Sus calles están a solo 100 metros del centro de la ciudad, que se supone es el escaparate de la gestión municipal. Una ciudad hay que conservarla y mantenerla, algo que no se ha sabido hacer en los últimos 15 años. No ha habido voluntad ni dedicación a esa causa, pero sí se han dispuesto de los medios para ello. Las cantidades ingentes recibidas por la ciudad en  en una década y media, la deberían haber colocado en un estado resplandeciente, sin embargo casi todo se ha malgastado en obras suntuarias y faraónicas (Teatro Kursaal, puentes, peatonalizaciones fallidas, Estación Marítima, pasarelas mecánicas, contratos millonarios con empresas de mantenimiento, semanas náuticas a las que no acude nadie, carreteras absurdas, rotondas, sueldazos, dispendios, subvenciones a entidades sin fin). Todo eso ha sido ya barrido como hojas secas de otoño. Apenas queda el recuerdo y una deslucida hemeroteca. En definitiva: polvo, humo, nada.

        El caso es que en algunas calles y algunos barrios, los ciudadanos/as, siguen viviendo como a principios del siglo XX, como cuando fueron inauguradas. Esta es la calle de Villalba y Angulo, regidor melillense entre 1732 y 1757, y que posee el récord de permanencia en el cargo, 25 años. Una año antes de acabar su mandato, en 1556, Villalba y Angulo proclamó a la Virgen de la Victoria como patrona de la ciudad, mediante una acción militar, que casi puede compararse a una asonada.

    La calle marca el extremo o límite máximo del perímetro del barrio del Carmen, un barrio inaccesible donde los haya. La accesibilidad es un objetivo que proporciona abundantes réditos a empresas de construcción, a asociaciones, a campañas publicitarias, pero dista mucho de ser una realidad en la ciudad. Una año antes de acabar su mandato, en 1556 . La calle a su nombre no es de las más lustrosas de Melilla, precisamente. Cualquiera de las concedidas a personas con muchos menos méritos, resulta más honorífica que ésta. Sin embargo sirve como ejemplo de la vanidad humana, porque 300 años después de cualquiera, lo que hoy parece importante y transcendental, a la postre no es nada. El recuerdo no es algo que puede imponerse. Hay muchos nombres sin calle, que no serán nunca olvidados, y otros que la tienen y ya están olvidados.

        Al barrio del Carmen solo se accede por escaleras, callejones o empinadas cuestas. Son muchas las personas que lo abandonan por estas mismas razones. Es un barrio casi inaccesible, casi sin aceras, o intransitables. En muchas calles solo hay calzada. Es una peatonalización forzosa, a coste menos que cero. El lujo y el dispendio habita a pocos metros de aquí.