Fernando Arrabal en Melilla


                                          La promesa incumplida 

       Fernando Arrabal Terán, el melillense más insigne de todos los tiempos, estuvo por última vez en su ciudad natal en enero de 2011, cuando todavía no existía El Alminar. Llegó traído de la mano de Ignacio Velézquez, que presentaba la fundación FEDESME (Estudio y Desarrollo de Melilla). Fue un importante respaldo al que fuera primer presidente de la ciudad de Melilla. Entorchado con galones, como Napoleón, el dramaturgo y emperador melillense de las letras Fernando Arrabal,  ofreció una conferencia en la que lanzó este gran mensaje: «No tengan miedo, atrévanse a ser ustedes mismos». Dicho por el hijo del Teniente Arrabal, un oficial republicano represaliado y encarcelado por el franquismo, era una gran consejo. La esperanza pareció volverse a abrir en la ciudad de Melilla.

        Ha pasado ya un lustro y todo ha quedado en nada. Melilla sigue envuelta en tinieblas, el miedo está presente en cada parcela ciudadana y  lo que es peor, casi nadie se atreve a ser él o ella misma.

        Tras el espectacular lanzamiento, a los pocos meses se presentó el Partido Populares en Libertad, que se ha convertido en el símbolo del incumplimiento en sí mismo. De todas las promesas políticas de este partido no me interesa nada, salvo una, la de crear la Fundación Fernando Arrabal, y la de otorgar su nombre al remodelado Teatro Nacional- Kursaal.

         En Melilla impera la censura de prensa pese a estar prohibida por La Constitución, o lo que es más grave, rige la autocensura, que es el peor de los estados posibles. La noticia fue tratada de modo lamentable en los medios de comunicación. Era imposible censurar la presencia del melillense más insigne e inmortal, pero sí se eliminó la compañía de Ignacio Velázquez en la mesa de la conferencia. Si se relee la información del momento, parece que Fernando Arrabal hubiese venido solo.

         En la Historia Interminable de Michael Ende, la nada devora el país de La Fantasía, hasta que a un niño, Bastian;  se le ocurre un nuevo nombre y todo vuelve a empezar de nuevo. La nada está devorando Melilla y a nadie se atreve a pronunciar un nombre nuevo para que vuelva a renacer la esperanza y la imaginación.

            Nota:https://elalminardemelilla.com/2012/02/11/existe-censura-en-melilla/

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La herrumbre


 

           La herrumbre es la corrosión del hierro y del acero ante la presencia de la humedad y del oxígeno. La lucha contra la herrumbre u oxidación debe ser constante. Si la torre Eiffel se hubiese construido en Melilla, se habría caído a los pocos años de ser inaugurada. La torre más emblemática del mundo, se pinta de modo completo cada 7 años y 500 operarios trabajan en su mantenimiento. Esta es la palabra clave, mantenimiento, justo lo que no existe en nuestra ciudad. El dinero se gasta pero nada luce ni produce el efecto debido, que es que el las cosas se mantengan el mayor tiempo posible. La presencia de la sal, de un ambiente salino, hará que la tasa corrosión sea aun mayor. Estas condiciones se producen en Melilla, pero parece no ser tenido en cuenta.

           Todo el mobiliario urbano de hierro, como papeleras, fuentes, farolas, bancos, rejas, verjas, tapas de alcantarillas, arquetas,  acaba siendo víctima de la más brutal de las oxidaciones. Un efecto comprobado es que lo más nuevo parece durar menos que lo antigua.. En las últimas casas demolidas con rejas artísticas en los balcones, éstas se encontraban en perfecto estado, mientras que mobiliario urbano reciente, se deshace en forma de milhojas. No hay mantenimiento, pero parece haber empeorado mucho la calidad del hierro o del acero utilizado para este tipo de ornamento urbano. La estructura metálica del ascensor de las Torres V Centenario, tuvo que ser desmontada el año pasado, al estar completamente oxidada. La herrumbre parece invadir y adueñarse de la ciudad, sin freno ni control posible. La imagen de decadencia no puede ser mayor.