Siempre es ocasión y tiempo de hablar de Constantinopla, aunque a los estambulíes no les guste ese nombre, entre otras cosas porque consideran que la antigua capital del Imperio Bizantino comprende solo una pequeña área de la actual Estambul, según cuenta el Nobel turco Orhan Pamuk.
Desde que Musta Kemal Ataürk, fundara el Estado Turco y acabara con el Imperio Otomano, Turquía se tomó muy en serio la laicidad del Estado y acabó con el culto en la basílica de Santa Sofía, convirtiéndola en museo. Las restauraciones y excavaciones prosiguen, y hoy por hoy, la capital cultural turca es uno de sus principales motores económicos. Los turistas y viajeros acuden a Istanbul, atraídos por su esplendor y por el eco inextinguible de la antigua Constantinopla. No queda mucho de la capital bizantina, pero lo que queda es esplendoroso.
Los árabes nunca conocieron a los romanos, por tanto la palabra «rumíes» se refiere a los bizantinos o griegos y nunca a los occidentales. La hégira se inicia casi un siglo y medio después de la caída de Roma. Las influencias arquitectónicas bizantinas y orientales en las construcciones musulmanas son notorias. La vistosa mezcla del color rojo y blanco en las dovelas de la mezquita de Córdoba tienen un origen, Constantinopla. Las todavía impresionantes murallas de Teodosio, todas las basílicas bizantinas (hoy mezquitas, y el palacio de Blanquerna, Tekfur en su nombre turco, están construidos con ladrillos y piedras rojas y blancas.
Melilla y el edificio que recuerda a Blanquerna
Poco a poco van desapareciendo los edificios singulares de Melilla, cada día, casi sin darnos cuenta, en el encadenamiento de derribos que se suceden uno tras otros. Desaparecen adornos, rejas, forjados, pasamanos, escaleras y suelos hidráulicos. El catálogo de Edificios Protegidos de Melilla es en realidad una guía de derribos. Hay una persona que conviene recordar y que intentó luchar contra esa cadencia y fue Julio Bassets Rutllant (qepd.)
Romanos, bizantinos, orientales y árabes fueron grandes maestros en la construcción con ladrillo. La presencia de este material sirve para identificar su procedencia, en construcciones de uso histórico continuado. La gran construcción de ladrillo rojo en España es el acueducto de Los Milagros en Mérida. En Melilla existe todavía un edificio que utiliza en su fachada el ladrillo y la piedra blanca, está situado en la calle del general Polavieja. Es una fachada muy bonita y equilibrada, a la vez que sencilla, y que evoca claramente al antiguo palacio bizantino. ¿Quién lo construyó, en qué año?. No lo sabemos, porque no solo se están perdiendo los edificios, sino también su memoria. Traemos aquí las fotografías, por si todo desaparece un día.
El Palacio de Blanquerna era la residencia de los emperadores bizantinos en la última etapa de la ciudad de Constantinopla. El único edificio sobreviviente recibe también el nombre de palacio de los Porfirogenetas. La República de Turquía realiza continuas excavaciones y restauraciones en toda el área que constituyó la antigua capital del Imperio Bizantino. Melilla es una ciudad que buscaba tener un poco de todas, asemejarse un poco a todas.
Notas: Fotografías de Caner Cangül (https://www.canercangul.com/)