Se barrunta atasco


                                              Todo por la obra

          Todo para el peatón, pero sin el peatón, ni la opinión ciudadana. El despotismo del estado de obras se ha desplegado por toda la ciudad en los últimos meses, creando una situación de estrés, ruido y la imposibilidad de circular para peatones, ciclistas o vehículos. Las obras, no ya las inauguraciones, deberían estar prohibidas en el semestre anterior a la convocatoria electoral.

          En el Rastro, uno de los barrios melillenses más descuidados y con menos inversión pública, fue objeto de remodelación en una sola calle, la de Montes Tirado. Se arreglaron aceras, bordillos, se asfaltó, pero solo en esa calle. En ninguna otra. La acción resultó incomprensible para todos/as. Tanto los residentes, como los usuarios y comerciantes de la zona, llena de solares abandonados, de infraviviendas y de casas en ruinas que solo son utilizadas como almacenes.

                   Desde hace unos meses se están readecuando las aceras y aparcamientos de la avenida de La Marina Española, entre el tramo comprendido entre la plaza de España y la calle Villegas, pero solo en su lado derecho o el colindante con la Autoridad Portuaria. Nadie comprende la utilidad de una obra así, al igual que no existen razones para justificar que no se haya hecho nada en los últimos 10 o 18 años.

              Utilizan como excusa a todas las asociaciones que pretenden la mejora de la ciudad y los conceptos de movilidad sostenible, pero no hacen caso a nadie o a ninguna de ellas. Melilla no tiene carril bici, ni hay movilidad sostenible, ni es accesible. Todo son obras decorativas, pero que dejan pingües beneficios a las empresas contratistas.

          Desde principios de año se está renovando una acera y una zona de aparcamientos, que además era la salida de vehículos de un parking público, el de Isla de Talleres. Lo lamentable es que esa zona céntrica, de paso constante y obligado, haya estado en un estado indigno durante la última década, o al menos desde que se construyó la nueva zona residencial de Magna Melilla. La gestión de la ciudad es la misma desde el año 2000, en esto no hay cambios.

                                Estrangulamiento del tráfico

           Ahora se está renovando todo a un ritmo lentísimo, y se está haciendo una acera desproporcionadamente amplia, junto con los aparcamientos en batería, que van a eliminar un carril de circulación. Esto es un despropósito, porque es la única vía de salida del centro de la ciudad y del Puerto de Melilla. Los dos carriles de circulación que vienen desde la zona portuaria, más el que procede de la plaza de España y el centro de la ciudad, confluirán en uno, estrangulando el tráfico y dificultando aún más el paso del transporte público.  Cada vez que un vehículo salga del aparcamiento, provocará la detención de un tráfico ya ralentizado y embotellado.

            Colapsar el tráfico y destruir el recorrido del transporte público, testimonial en Melilla, no es hacer una ciudad sostenible. Es justo todo lo contrario: inviable en todos los sentidos.

       Nota:https://elalminardemelilla.com/2016/11/06/los-agujeros-negros/

 

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Regreso al colegio y a los atascos


         A la hora en la que interesa conducir de manera fluida, no se puede por la sucesión de atascos, calles cortadas y obras, justo en las vías de acceso a los colegio o en las calles de aproximación. A todo ello se une una pésima regulación semafórica, que colapsa la ya de por sí poco fluida circulación en horas punta. Los problemas también se suceden en otras partes de la ciudad, a la hora de salida de los centros de trabajo. Un corte o una obra en una vía principal, rápidamente se transmite a otra parte de la ciudad, y a todas las vías colindantes.

         Lo desesperante no solo son las obras, que lo son, sino también la nula información previa, la ausencia de recorridos alternativos o la inexistencia de regulación humana en las vías colapsadas.

            El corte de un carril de circulación en la calle Astilleros (entre la plaza de La Goleta y la intersección con Bustamante), tuvo un reflejo inmediato en la circulación, que provocó atascos desde el llamado puente de Triana o la zona de las 3 gasolineras. Intentar cualquier vía de escape, girando hacia Marqués de Montemar e intentando salir por  1/2 Conde de Alcaudete, era liarse mas en la tela de araña.

         Se pueden entender las obras, pero no empezarlas justo en el día en el que vuelve a iniciar la actividad escolar y educativa. Se puede entender la necesidad de modernizar las canalizaciones de una ciudad, pero no la falta absoluta de información. El ciudadano queda atrapado en situaciones no planificadas y desesperantes.

           Si hay que hacer obras, se hacen, pero se deberían acelerar en los periodos vacacionales y si no hay más remedio que coincidan en épocas lectivas, estas deben agilizarse, cambiar la regulación de semáforos para permitir una mayor fluidez. Además, en horas punta y ante situaciones excepcionales, deberían  habilitarse vías de circulación alternativas y también una mayor presencia policial dirigiendo el tráfico. Cualquier cosa antes que esta sensación de caos y de falta de control.

   Así pues, y en la medida de lo posible, eviten regresar al Barrio del Real por la arteria Polavieja/Astilleros, hasta nuevo aviso, si es que eso es posible.

Tres veces en un sólo mes


 

¿Que ocurre con las obras en Melilla?

         No se trata de ninguna frecuencia en clave, tres veces en un mes, sino simplemente de las veces que se ha abierto el pavimento en una misma zona, en el pazo de un mes. Este tramo comprendido entre la carretera de Alfonso XII y su intersección con las calles del Hospital Militar y la de Mustafa Arruf, parece estar tocado por una especie de maldición.

El pasado 8 de noviembre reventó una de las nuevas tuberías de conducción de agua y todo el sentido de circulación estuvo cortado durante una semana, con los consiguientes atascos y saturación de las vía colindantes, para acceder a las zonas de colegios e institutos. El 30 de noviembre y sin previo aviso, como siempre, la empresa vaporiza agua cortó el carril derecho del sentido ascendente, y todos los padres que llevamos por ahí al colegio a nuestros hijos, nos vimos atrapados en una ratonera. Desde el pasado lunes se encuentra cortado el carril izquierdo, en la misma zona y en su sentido ascendente. Las retenciones que se provocan en la horas claves, las de llevar y traer a los niños de los colegios superan el límite de cualquier paciencia.

En condiciones normales eso ya es un punto negro de tráfico en horas punta, pero si  a este encadenamiento de cortes y de obras, se añaden los de la carretera del Aeropuerto, y el de la parte baja de la calle del Hospital Militar, todo se convierte en un desesperante infierno, porque el flujo de tráfico queda notoriamente reducido. La calle Luis de Ostáriz está completamente saturada en ambos sentidos. Pasar por allí en las horas claves es desesperante, igual que en cualquier otro punto de la ciudad.

Empieza a haber problemas serios en muchas zonas. Se ha reducido notoriamente la velocidad media de circulación y se ha incrementado el tiempo necesario para ir de una zona a otra de la ciudad. ¿Son casualidades fatales e irremediables, o es que las obras no se realizan bien, con la calidad exigida  y empiezan a dar problemas al año de haberlas efectuado?

         Tres veces en un mes, para según que cosas, es una frecuencia muy alta.

Atrapados sin salida en El Real


              El tormento de las obras sin la planificación debida, lo sufrieron en el Monte de La Libertad, en el Bº de La Victoria y ahora le ha tocado el turno al Bº del Real. No parece que haya un planificación demasiado cuidadosa, pues en la calle Jiménez e Iglesias se había pintado completamente la señalización vial hacía poco tiempo, con  lo que al realizar una obra tan devastadora, se arruina el trabajo anterior y se dilapida el dinero invertido en la señalización.

            Hay otro problema y es que se cierran las calles sin una advertencia previa a los vecinos o como mucho se avisa con un día de antelación. Este tipo de obras se debería planificar más e insertar en los parabrisas de los coches o en los buzones de los vecinos, hojas informativas con información de las obras, un plazo aproximado de su ejecución y un mínimo calendario de previsiones y calles, así como itinerarios alternativos. Se editan miles de folletos inútiles y cuando es necesario, no se hace.

       El lunes día 23 de mayo y sin aviso de ningún tipo se cerró la salida del barrio en la zona del Mercado y para colmo estaba cortado un tramo de la calle Gral Villalba y el sentido ascendente de Jiménez e Iglesias, con lo que los atascos para salir del barrio fueron espectaculares. Salir del barrio era tan dificultoso como encontrar la salida en el laberinto del Minotauro.

          Se debería respetar un poco más al ciudadano y evitarle el mayor número de molestias posibles. Si la circulación ya es difícil en Melilla, esta escasa planificación la convierte en un infierno. El resultado final es la peor condición posible del pavimento en toda la ciudad.