El río negro


              La ciudad está reventando por todos lados. Pocos lugares debe haber en el mundo en donde el camión para desatorar arquetas tenga más trabajo que en Melilla. Algo ocurre y no podemos saber qué es. Ayer mismo, junto al cementerio y procedente del Monte de Mª Cristina, un caudal de aguas negras seguía su curso natural hacia la avenida de Castelar. Las autoridades melillenses acudieron al lugar para rendir homenaje a fallecidos ilustres y que no deben ser olvidados, así pues debieron ser conscientes de la situación.  El asunto no merece mayores comentarios, solo que la casualidad no pude ser más inoportuna en un sentido y oportuna en otro. Si al menos vieron lo que sucedía, nos podemos dar por satisfechos, porque así procederán con más rapidez a su arreglo.

              Todos los días suceden cosas. No es que queramos dar una imagen apocalíptica, simplemente nos damos de bruces con la realidad.

Anuncio publicitario

El Mausoleo del General Margallo


            Nunca había entrado en el interior de este lugar, el Mausoleo del General Margallo, personaje del que existe numerosas hagiografías y que ha sido ensalzado hasta el paroxismo en Melilla. No es hora ya de preguntarse sobre el por qué de la absurda Guerra de Margallo en 1893, que culminó con la destrucción del santuario de Sidi Ouariach, o sobre las circunstancias de su muerte, sin que quepa explicación posible a que un General pudiera exponerse al fuego de los rifeños de una manera tan abierta. En todo importa siempre el final, porque el del General Margallo tapó para siempre cualquier error cometido durante su mando.

                 Los que recibieron honores en vida, o tras su muerte no son objeto de nuestra atención, porque ya tuvieron o gozan de esos honores. Los que nos ocupan serán siempre «los forzados héroes anónimos» de todas esas guerras. Todo aquellos que murieron (a la fuerza en su mayoría),  al igual que los renombrados y nunca olvidados héroes. De estos últimos ya se ocupan libros, fotografías y placas honoríficas; mientras que  los primeros, reciben como máximo una losa colectiva bajo el epígrafe de anónimos.

                 Esto es lo que hemos encontrado en el Mausoleo de la Guerra de Margallo, la lápida de «los héroes anónimos del Barranco del Lobo», el terrible  nombre que sacudió a La Nación, y que nunca más fue olvidado.

Nota: http://fotografiasdemelilla.blogspot.com.es/2012/09/panteon-general-margallo-cementerio.html