El Ministro del Interior inviste a Imbroda como Presidente
Un ministro del Interior es un personaje político muy poderoso. Decía Felipe González que en una Democracia el ministro más temido era el de Hacienda. Esto es cierto solo en parte, o al menos lo era en las democracias sociales. Desde que se ha entrado en vigor la Ley de Seguridad Ciudadana, el pasado 1 de Julio, el Ministerio del Interior ha vuelto a ser el Gran Hermano orweliano, el ministerio más poderoso y el más temible. Nada ni nadie escapa a su control. En palabras de Jorge Fernández Díaz: «solo los antisistemas y los extremistas puede sentirse amenazados por esta Ley», conocida también como Ley mordaza.
Hemos llegado al tiempo de las democracias vigiladas. Todo puede hacerse, decirse o pensarse, pero con moderación, dentro del sistema. Ya hay que pensar antes de escribir cualquier cosa. No todo puede ser escrito o mostrado. No hay manera de acercarse a un ministro del Interior. Lo intentaron los familiares de los melillenses Emin y Pisly, pero fueron conducidos amablemente hacia el exterior del círculo. Todo puede verse pero desde distancias prudentes. Hay zonas en las que no se debe entrar. El Poder y su despliegue es un espectáculo, pero solo para ser visto desde fuera. El mundo que está ahí nos representa, pero eso quiere decir que estamos fuera. Esta es nuestra distancia. Nosotros vemos las cosas desde esta posición: no demasiado cerca, no demasiado lejos. En la línea tangente.