El toro del río


                                    Una mañana taurina en Melilla

      Melilla siempre sorprende. En  la mañana de hoy, un morlaco colorado, de una capa, se paseaba por las riberas de río de Oro buscando la libertad. Al parecer se había escapado de una de las ganaderías de la carretera de Farhana. Los tendidos llenos, a una y otra ribera del río. El toro, de gran presencia, nunca le perdió la cara a los ganaderos. Estaba bien plantado, pero  en un terreno resbaladizo. En los burladeros la Policía Local, Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civíl, como mandan los cánones. La expectación creció a lo largo de la mañana, cuando la presencia del cabestro, una deslucida vaca blanca, pareció calmar al morlaco. Solo faltó la presidencia de la improvisada plaza. En las rotondas de ambos del puente del río de Oro, las patrullas de la Policía Local vigilaban por si el toro salía del cauce. En los tiempos que corren, rebasar los márgenes es siempre arriesgado. No hubo desenlace fatal. El morlaco fue indultado por su gran faena.

     Hacía mucho tiempo que no se escapaban toros. Lo sucedido puede ser el origen de una tradición centenaria. En vez del toro de la vega, el morlaco del río de Oro. Con ayuda de los antitaurinos, a los que no es conveniente provocar, la fama de la ciudad podría extenderse a lo largo y ancho del mundo. En tiempos pretéritos, poco más abajo, estuvo una de las históricas plazas de toros de la ciudad.

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