La jornada electoral en Melilla


                       

        

                                              Votar para ser libres

                   Votar es uno de los pocos momentos en los que somos completamente libres para decidir nuestro destino y el de los demás. El voto deber ser consciente porque es responsable, ya que aquello que votamos nos pasará tanto a nosotros como a los demás.  Las ideologías totalitarias se enmascaran dentro de las democracias para luego horadarlas desde dentro y volver el Poder en contra de la gente, y probablemente de muchos de aquellos que votaron esa opción. Esto sucedió en Alemania en 1933, cuando el NSDAP o Partido Nacional-Socialista Obrero Alemán ganó las elecciones e hizo sucumbir a Alemania, teóricamente la nación más culta de Europa.

               Las Democracias son vulnerables a todo tipo de ideologías xenófobas, totalitarias o extremistas. Por este motivo, no se debería permitir el acceso al sistema electoral a partidos o movimientos que pretendan modificar La Constitución en aspectos esenciales (Estado de las Autonomías) o que pretendan acabar con consensos sociales como las leyes de Igualdad de Género, Memoria Histórica o la de Violencia contra las Mujeres. Estas tres leyes no son ningún capricho partidista de anteriores gobiernos, como el de Rodríguez Zapatero, sino fruto necesidades históricas, políticas y sociales: Como reparar la memoria, no reconocida todavía, de las víctimas del franquismo, la necesidad de actuar contra la violencia asesina contra las mujeres, evitar la discriminación de las mujeres en la sociedad y en el mundo laboral, o equiparar los derechos de colectivos largamente discriminados por su distinta orientación y condición sexual.

            Contra este grupo de cuestiones, un partido de reciente aparición, ha construido su seña de identidad, desplazando hacia la derecha para buscar la aproximación, a otros dos partidos que hasta ahora se situaban en el centro político. Se ha oído un lenguaje muy grueso en estas elecciones, y por primera vez desde la Transición, la extrema derecha ha reaparecido con su lenguaje y gestos, agresivos e intimidatorios.

             Votar significa ser libres, aunque eso implique tanto el acierto como el error. Hay muchas maneras de condicionar los movimientos y direcciones de la masa electoral. Siempre existe un porcentaje alto de voto decidido y otro por decidir, e influir sobre ellos es algo al alcance de los grandes partidos y medios de comunicación. La mayor democracia del mundo, la de Estados Unidos, voto a Donald Trump como presidente, que es alguien que no respeta las reglas de la democracia más consolidada del planeta.

          Nada hay pues a salvo. El único momento en el que podemos decidir y cambiar las cosas es en la jornada electoral. En esta ocasión casi en un sistema de doble vuelta, porque en apenas un mes debemos decidir sobre ayuntamientos y comunidades autónomas no históricas. Hoy mismo, muchos de los que ahora nos gobiernan de modo directo en cada ciudad, van a saber cuál será su destino en tan solo 30 días. En esta jornada electoral se puede a qué orientación corresponde la mayoría política del próximo gobierno de España, o  que todo siga un  estado de inestabilidad política como hasta ahora.

                 El fin del bipartidismo ha traído opciones muy cercanas a la gente y que expresan la nueva realidad social, también el regreso del franquismo político o el siempre presente fantasma del separatismo excluyente. Votar para seguir siendo libres.

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