Jesús de Perceval y los indalianos


Almería indaliana

En una calle de la capital almeriense, denominada Jesús de Perceval, languidece arruinada y devorada por la vegetación, una antigua casona que fuera residencia de uno de los más conocidos pintores almerienses, impulsor y creador del movimiento Indaliano, Jesús de Perceval. Almería ejemplifica en grado máximo, el haber sido crisol de todas las violencias posibles, primero con los comités populares revolucionarios, que ajusticiaron a 465 personas, entre 1936 y 1938. Luego recibió los duros bombardeos de la marina de guerra italiana, de la alemana y de la aviación franquista, en todo el periodo de guerra civil (con cifras imposibles de conocer) y finalmente, fue objeto de la represión del nuevo Estado Nacional de Franco, que alcanzó a las 373 personas, según la estimación de Víctimas de la Guerra Civil (1999) de Santos Juliá y otros autores. Almería fue el punto final de la huida y masacre de la población civil, huida de Málaga, tras su asalto final efectuado por las tropas franquistas en el mes de febrero de 1937, en lo que se conoce como «La Desbandá, y que constituyó uno de sus más atroces episodios, junto con la plaza de toros de Badajoz y Paracuellos del Jarama.

El arte en un Estado totalitario

Contamos todo esto porque uno de los papeles de Jesús de Perceval dentro del totalitarismo franquista, en su faceta artística, fue el de imaginero, y restaurador del patrimonio artístico religioso, que había quedado enteramente destruido, tras el incendio de iglesias en la capital almeriense, tras la sublevación militar contra La República, en julio de 1936. Antes de todo, ya era un artista conocido y con proyección dentro de Almería, en el prolífico universo artístico republicano. Luego vino el apagón, y la dureza de la provincia, reflejada en Campos de Níjar de Juan Goytisolo.

Jesús de Perceval creó un espacio físico, esta finca urbana abandonada, en donde se cobijaban artistas de todos los campos, y también un espacio imaginario, el Movimiento Indaliano. Colorido, luminosidad, regreso a los orígenes, al mar común, el mediterráneo, y el uso de una técnica pictórica en desuso, la encáustica. En realidad, para uno de sus biógrafos Antonio F. Gil Kayros, todo fue un movimiento propagandístico, bajo el férreo control de Falange. Perceval era amigo de otro pintor, Zuloaga, el retratista de Franco. El arte tiene poco espacio dentro de los totalitarismos. El nazismo calificó como «arte degenerado» a todas las vanguardias y quemó miles de obras artísticas. La Rusia de Stalin promocionó lo que se denominó como «realismo socialista», que si bien era hermoso, era también mentira. En España sucedió algo similar, desapareciendo artistas y sus obras. Se promocionó el costumbrismo y el retorno a un pasado tan mítico como irreal.

Hasta los primeros años del siglo XXI, con algunas exposiciones y conferencias, se intentó reflotar el proyecto de la Casa Museo de Perceval, pero pasados 20 años desde el 2002, última referencia conocida, todo parece haber quedado en el olvido. Cuando preguntamos en Almería a quién pertenecía esa casona en ruina, nos dijeron el nombre con un susurro. Regresa al génesis del movimiento indaliano, supondría regresar también a ese pasado de violencia que asoló Almería en apenas un lustro. En la actualidad, sus cuadros pueden verse en la Casa Mueso de Doña Paquita.

Nota: https://elpais.com/diario/2002/12/18/andalucia/1040167350_850215.html

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