Historias de la calle de San Miguel


 

 

           El Alminar tiene una fuente principal, y luego se nutre de aportaciones, comentarios y colaboraciones. Hace unos días nos llegó un fotografía antigua de una familia en la calle de San Miguel, la primera calle de Melilla, en donde estuvo la primera iglesia mencionada tras la conquista. Nos la envió una antigua residente en la ciudad, Almudena Otero, y es tan interesante, que merece una entrada dedicada a desvelar los misterios que alberga esta zona, a la que denominamos como Área 51.

                    La Ciudad Vieja o Pueblo, languidece desde hace décadas, sin un plan sólido para su posible resurgimiento. El único que tuvo en proyecto válido fue el alcalde Gonzalo Hernández, al decidir edificar allí unas viviendas de protección oficial. Ese núcleo población ha asegurado unas supervivencia mínima, pero desde entonces, y van ya 30 años, no se ha hecho nada más. La dificultad de los accesos, las amplias zonas abandonadas, la ruina creciente, y la falta de un plan, dificultan su futuro. La noticia de que pervivirá la Fundación Melilla Monumental, no nos produce ninguna sensación, salvo que se abra de verdad a otras aportaciones, menos dogmáticas e intransigentes que las que han regido hasta ahora. No lo decimos por la propia Fundación, sino por la nomenclatura que ha impuesto sus doctrinas, baja las anteriores autoridades de Cultura.

                                          Desvelando el Área 51

              El conjunto de calles que conforman este Área (San Antón, Alta, Ledesma, Plaza de doña Adriana, Soledad, Iglesia y San Miguel) son las que dan una idea del urbanismo original, previo a la conquista, en las pocas casas que quedan en pie. La calle de San Miguel está arruinada y solo quedan tres viviendas habitadas con fachada a esa calle, entre ellas la casa Mesón del Manco. En la calle San Miguel estuvo el primer cementerio de la ciudad.

                  Las más significativa de todas esas casas son dos, la de los Cuatro patios (incomprensible su demolición) y la Casa Lafont, que albergan restos significativos en su interior. Es la zona arqueológica del Área 51, que debería abrirse a la investigación arqueológica científica, con participación de universidades como las de Málaga, Córdoba, Granada o Sevilla. Esto daría mucho realce a la ciudad, y generaría gran cantidad de noticias e interés cultural sobre la misma, con la posibilidad de publicaciones y proyectos posteriores. Lo que ha habido hasta ahora, desde la expulsión de la ciudad de Noé Villaverde (2002) no ha sido ni puede calificarse como investigación arqueológica. Se ha vivido de sus rentas, pero no se ha llegado más allá. El arqueólogo ceutí nos dejó una copia de sus memorias arqueológicas, y aseguramos que no se ha avanzando en nada.

                        El patio de la Casa del Gobernador debe ser abierto al completo, incluido el que pertenecía a la antigua Caja de Reclutas. Que en 20 años no se haya progresado en la zona abierta por Noé Villaverde, y se haya permitido la degradación de toda la zona, no tiene justificación alguna. Hay que derribar muros, levantar el suelo y «que aparezca lo que tiene que aparecer» o lo que quede.

                          La Casa de los Cuatro Patios muestra el acceso a lo que podría ser un aljibe, o una cavidad bajo tierra, que podría proporcionar sorpresas históricas. En la Casa Lafont aparece lo que podría ser la antigua tronera de un fuerte, que no tiene explicación, y cuya existencia no aparece mencionada en parte alguna, salvo en los planos ocultos, esos que siempre aparecen, cuando se encuentra algo comprometido.

               En El Alminar, nuestro agradecimiento será eterno hacia Joaquín Rodríguez Puget, el ingeniero e historiador, que publicó toda la verdad conocida sobre Melilla la Vieja.

 

 

            

 

 

 

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Deterioro en la ciudad vieja


En Melilla La Vieja hay demasiado descuido, demasiado vandalismo, y demasiado poca vigilancia. Si hace menos de un año que se terminaron las obras de rehabilitación de la zona y ya empiezan a verse cosas así, es que algo está fallando. Un gran error del gobierno de Partido Popular, fue deshacer el cuerpo de vigilantes nocturnos, para crear una guardia de corps o pretoriana, que luego fue fulminada por los Tribunales de Justicia. Desde entonces, la práctica totalidad de sus integrantes están repartidos en tareas administrativas, lejos de las funciones para las que fueron pensados y creados.
La noche de Melilla está en manos del vandalismo urbano, de los deambulantes y los merodeadores. La ciudad vieja es la matriz de la ciudad actual, se ha rescatado desde un estado lamentable y de abandono total, pero parece, a juzgar por estas imágenes, que son incapaces de combatir la entropía en esta zona emblemática de la ciudad. El 17 de septiembre (aniversario de la Conquista) está ahí mismo, y el 8 de septiembre (día de La Patrona), a la vuelta de la esquina.
Los pocos turistas y los también pocos melillenses que se atreven a subir hasta sus escarpadas calles, se encuentran con una mezcla de lustrosidad artificial y un evidente deterioro urbano. Estamos a escaso días de importantes actos oficiales en Melilla La Vieja. Se ha invertido mucho dinero allí para que se empiece a ofrecer este resultado. Los Museos de no son excesivamente visitados. El Museo Municipal sigue sin director y el Ibáñez de pintura moderna, no ofrece resultados a la altura de la altura de la inversión en él realizada.
No hay servicios públicos en la zona, el yacimiento del Gobernador yace abandonado y sin futuro, como el propio edificio, e incluso una existente y sin actividad, Asociación de Amigos del Pueblo, conserva un local al que no le da utilidad alguna, salvo la paella del día 17 o 18 de septiembre. El conjunto sigue sin ser arropado por un plan de dinamización. Todo lo que se hace allí es de modo esporádico, como los «Conciertos a la luz de la Luna».
La pregunta es siempre la misma. Si existen cargos públicos, e incluso una Fundación Melilla Monumental, que debe vigilar la ciudad vieja: ¿por qué nadie advierte al Gobierno de Melilla de estos deterioros?.
La piedra artificial empleada también en la Plaza de Las Culturas, se quiebra con demasiada facilidad y se deteriora con rapidez. Estos son solo cinco detalles, pero hay casi un centenar de ellos.

Los 50 brazos de Pedro de Estopiñán


           ¿Por qué el brazo, por qué esa cifra?. 50 es un número desproporcionado, desmesurado. En aquella rueda de prensa, realizada al pie del cañón, o de la estatua, bajo su brazo amputado, preso de los nervios y sobre todo, sin poder reconocer lo que había pasado, teniendo obligatoriamente que quitarle «sierra» al asunto, el presidente de la Fundación Melilla Monumental, dijo uno de los disparates intelectuales más grandes de la historia de la ciudad. Mientras oía sus declaraciones en la radio, no podía creer lo que estaba oyendo: » Disponemos de otros 50 brazos», algunos de ellos con bolígrafo, para reponer el que han serrado. «Estopiñán no conquistó nada porque este hombre era solo un contable».  Él solo, D. José Vallés, sin necesidad de Coalición por Melilla,  se acababa de cargar el acto institucional del día 17 de septiembre. Nadie en su sano juicio político, podrá volver a colocar una corona de laurel, en la estatua del hombre que conquistó Melilla en 1497,  sin recordar las barbaridades que dijo el presidente de la Fundación monumental melillense. Nada menos que 50 brazos, casi los mismos que la divinidad hindú de Shiva.

         Lejos de rectificar, de reconocer que los nervios por el alcance y magnitud del acto realizado por los anexionistas maroquíes, le habían hecho decir cosas inapropiadas, siguió ahondando en la herida infligida a la estatua del conquistador, un hombre sin suerte,  y lo descalificó como tal, remitiendo al libro de «Los alguaciles»,  al que también trituró, afirmando  que los melillenses prehispánicos fueron a la Corte de Los Reyes Católicos, a pedir ser españoles, incluso antes que el los navarros. Melilla, en esta última versión, fue objeto de un cambalache, un trueque o un «truco o trato», en una versión primigenia y medieval de Halloween.

                                   Descubriendo la pólvora cada dia

            El acto hostil y muy osado, contra la estatua de Estopiñán sirvió al menos para que un grupo de melillenses nos pusiéramos a buscar quién era el autor de esa estatua, y así descubrimos, gracias al colaborador Imparcial, un nombre casi olvidado (Restituto Martín Gamo), y que además resultó ser el autor de otra efigie más, de las calles de nuestra ciudad. Sin embargo, la Fundación monumental se lanzó a descubrir la pólvora y se atribuyó la autoría  del redescubrimiento.  El Alminar fue alertado por un colaborador, Uno de Melilla, y pusimos fin a la apropiación intelectual del descubrimiento.

               Como no podían quedarse » el renuncio», volvieron a sorprender a la ciudad, anunciando otro descubrimiento, esta vez el de la casa más antigua de Melilla, pasando por alto la Casa Lafont, que es la que tiene ese honor histórico. Como estamos en el reino de «sostenella y no enmendalla«, el presidente monumental ha matizado algo sus declaraciones diciendo lo siguiente: «50 veces que sierren el brazo de Estopiñán, 50 veces lo repondremos».

              Insisten en la cifra. Por mantener un error, van a destruir toda la historia de Melilla.

Melilla presenta su modernismo en Brasil


            La Fundación Melilla Monumental ha viajado hasta Brasil para exponer 37 fotografías de la Melilla Modernista. ¿ ¿Cuantas personas han viajado hasta Sao Luis do Maranhao con cargo al erario público melillense?. La noticia alude a la muestra de 37 fotografías del patrimonio modernista melillense, pero no hace la menor mención a quienes o cuantos fueron hasta allí a presentarlas. Está claro que mientras el Partido Popular nacional  impone de modo abusivo recortes a los sueldos de funcionarios, y elimina pagas completas de los sueldos de los trabajadores públicos, a la vez que  recorta viernes tras viernes derechos laborales, su homónimo y homólogo melillense no da muestras del más mínimo respeto a la situación social existente y no se muestra dispuesto a reducir,  aunque  sea simbolicamente el lujoso tren de gasto que se han impuesto como autoridades. 

         De la utilidad de la exposición en Brasil ni siquiera tenemos dudas, como tampoco de las anteriores, presentadas en Chihuahua (México), El Salvador y Sto. Domingo en la República Dominicana. Las fotos serán las que sean, pero luego llegarán hasta Melilla (si es que alguien se acerca hasta aquí tras haber visto las fotografías)  y se encontrará con la dura realidad de nuestro patrimonio urbanísitico, en constante deterioro y en pregresiva desaparición..

         Siguen utilizando las quimeras de la declaración de Melilla como Patrimonio Universal de La Unesco, o la ya imposible e inviable ampliación del Puerto de Melilla, como excusa para mantener estos viajes y estos gastos, que deberían ya estar eliminados completamamente de la agenda. Cualquier melillense, si quiere visitar alguno de estos lugares, debe pagarlo de su bolsillo, pero con un sueldo 4 veces menor. La pléyade de fundaciones y entidades paralelas a la Consejería de Cultura existentes en Melilla no se entiende. Son gastos superfluos y prescindibles.  Se puede difundir nuestro escaso patromonio monumental    via PDF, mail, o por correo certificado con coste prácticamente nulo, pero no es la sensación que se siente al leer esta noticia, tan absolutamente filtrada, que cuesta interpretarla. 

        No se puede hacer esto, mientras se impone y agrede a la clase trabajadora del Estado, y a la sociedad española en su conjunto, de la manera en la que se está haciendo.

       Nota:http://www.infomelilla.com/noticias/index.php?accion=1&id=33715

El garaje de San Juan en Melilla


        En realidad este garaje no tiene nombre, yo le llamo de San Juan porque está situado en las inmediaciones del Torreón y los almacenes de San Juan, que actualmente ocupan el Club Scorpio y la AEM (Asociación de Estudios melillenses). En los primeros años de la década de 1990, cuando se construyó ese aparcamiento público, aparecieron unos restos de muralla y también unos antiguos hornos de Intendencia (de los que nuestros expertos desconocían su existencia). Hasta hace tres años no me había interesado por su presencia, aunque sí conocía su existencia. Pensaba que unos hornos del siglo XVIII o XIX no eran mas que eso, unos hornos. Sin embargo era una deuda pendiente y decidí acercarme allí y fotografiarlos.

      Me dejaron una grata impresión los restos, sin embargo me extrañó no ver por allí una mínima placa que informase de la datación o procedencia de los restos, como sí ocurre en las murallas del siglo XVII descubiertas en Málaga en el aparcamiento de Marqués de Larios. Allí sí se informa y sí se dice lo que es, tanto en el interior como en el exterior. En Melilla nada, y eso que aquí existe la Fundación Melilla Monumental, supuestamente encargada de la conservación y difusión de los vestigios históricos, y cuyo coste anual se acerca al millón de euros, el de La Fundación.

      Las bóvedas de los hornos y las chimeneas son fácilmente reconocibles, sin embargo, ese resto de muralla no cuadra con el resto de la construcción, parece que hay edificaciones superpuestas, incluso de siglos diferentes, pues los materiales no son los mismos. Los materiales se reutilizan, las construcciones se superponen. Otras cosa que llamó mi atención fueron los silos, que son bastante profundos y el pensar si han sido excavados o no, si proceden de la época de los hornos o si son anteriores y posteriormente reutilizados.

          Lo peor no es que todo está sin señalizar, es que está mal conservado, que muchas partes se están desmoronando y que en Melilla, en donde hay un agujero, en este caso una bóveda, el lugar se convierte en basurero o en una «papelera monumental».

    Aquí dentro no podemos echar la culpa a nadie, porque es un lugar vigilado, osea que si esto está lleno de basura, los únicos que transitan por la zona son los ciudadanos  que acuden a aparcar o a retirar sus vehículos.   Es lamentable que en Melilla cualquier cosa acabe de esta manera. Es descorazonador que las entidades supuestamente protectoras del Patrimonio no sean capaces de gestionar estas cosas, pese a los abundantes presupuestos que manejan. Aquí, aparte de limpieza, debería estar todo correctamente señalizado, identificado y sobre todo, datado y conservado, porque los hornos se están desmoronando.