Todo cae


 

 

                    Se caen a la vista de todos y de todas. Es la mejor manera de que todo pase desapercibido. En Melilla las casas caen o las tiran. Hace ya tiempo que condenaron al «modernismo» a un presencia residual, lo menos molesta posible. Lo suficiente como para que constituya una marca de la que poder seguir extrayendo réditos de diverso tipo, pero no tan potente como para que impida el negocio inmobiliario.

               Pasamos por esos lugares a diario desde hace años y las casas está como estaban, pero cada vez con más peligro de derrumbe sobre los ciudadanos. Se mantienen negocios bajo edificios completamente arruinados, a no mucho tiempo del colapso. En las calles interiores no hay problema, pues en ellas no hay observadores ni testigos. Solo algunos pocos ciudadanos/as viven en las inmediaciones, pero esos no importan a nadie, salvo en época de voto. Esplendor y cochambre se dan la mano en la ciudad. Las fotografías de hace años siguen siendo útiles en la actualidad, solo confirman hasta qué punto la dejadez y la desidia extienden su mano sobre la ciudad. La década melillicida está mostrando su factura.

              No se puede parar el tiempo, no se puede parar nada. La ciudad de hoy es un reflejo distinto de la ciudad que fue un día y que ya no puede recuperarse. En ese sentido, en ese intento de mantenerse en una ciudad que ya fue, decimos que Melilla está muerta. La ciudad que se pretende, carece de futuro social, político y económico, porque no es una ciudad del futuro sino del pasado, como la Comala de Pedro Páramo. La cifras del éxodo hablan por sí solas.

                   Hay decenas de inmuebles vacíos en el centro urbano. La gravedad y las fuerzas erosivas trabajan en una misma dirección, sin que nada las detenga. Esta última década se conocerá como la década perdida para la ciudad, pero no para los que detentan el poder económico. Los últimos pingües beneficios se están obteniendo ahora. Solares, inmuebles completos, negocios cambian de mano con la misma facilidad que en una partida de cartas. Solo es tener suerte de acertar con el palo dominante. Más de una tercera parte de la ciudad está en este estado.

           Nota:https://elalminardemelilla.com/2017/03/02/el-negocio-de-las-ruinas/

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La economía del ladrillo en Melilla


          En España casi 3 millones de pisos vacíos, sobre un parque total de viviendas de casi 26.000.000.  La burbuja inmobiliaria la veía todo el mundo, menos los expertos y la clase política. Una vivienda por cada dos habitantes. Se construía a mayor ritmo que en Alemania o Francia, países que nos duplican en población. Los ayuntamientos españoles iniciaron una enloquecida carrera de venta de suelo, que proporcionaba un dinero rápido, malgastado casi todo en proyectos suntuarios. El objetivo era y sigue siendo el mantenerse en el Poder, con la fidelización y esclavización del voto. Nadie hizo previsiones y si llegado el caso, y se producía el estallido, nunca afectaría a la clase política.  El sufrimiento de la gente y de los ciudadanos no importaba entonces y no importa ahora. Grecia está siendo arrojada al abismo y Alemania, a través de su Canciller Angela Merkel afirma que: » Grecia paga sus propios errores». La frase no es correcta, debería escribirse así: Los ciudadanos griegos pagan los errores de su clase política y la de La Europea, principalmente Alemania. país con el que tienen la mayor parte de la deuda. Alemania prestaba dinero a Grecia por productos ya elaborados (material bélico), que sabía perfectamente que no iban a poder pagar. Luego se concedían más prestamos para poder seguir pagando los intereses de la deuda, que no la deuda. Era y es la rueda del infierno.

                                Melilla, hacia el big bam inmobiliario

         En Melilla la cifra de viviendas desocupadas es de 3060, mil más que en la ciudad de Ceuta, con población sensiblemente superior a la nuestra, sobre un parque total de 21.000 viviendas. La proporción entre viviendas vacías y población es de las mayores de España. Venta de suelo + licencia de obras, suponen un grifo permanente abierto hacia las arcas públicas. Luego en las previsiones presupuestarias se añade toda esa cantidad de IBI (Impuesto de Bienes Inmuebles), como ingresos, aunque no se cobren porque no hay comprador, pero la sensación es que todo va «viento en popa».

         Melilla basa todas sus proyecciones en el aumento de población, pero se trata de población en paro, que retorna a la ciudad a casa de sus familiares. Obviamente ni compra pisos, ni los alquila.  Estos datos ya se han convertido en hecho. Nadie alquila para independizarse porque no tiene con qué hacerlo, y la sorpresa de un gobierno que no ve la realidad, ha sido mayúscula cuando ha comprobado que nadie solicita las ayudas al alquiler. La caída de la constitución de hipotecas es también ya otro hecho. Los bancos piden ahora las garantías que dejaron de exigir durante 2o años. La gente no pide hipotecas, por que con las reformas laborales del PP, ya nadie puede estar seguro de conservar el empleo en los próximas décadas o de mantener el nivel adquisitivo. No baja el precio de la vivienda nueva, ni bajan los alquileres.  Hay edificios de nueva promoción que no han vendido una sola vivienda, hay edificios completos vacíos, edificios emblemáticos nuevos, que no consiguen completar la venta. Todos los días se derriban casa viejas y se inicia la construcción de otras nuevas.

                               Construcción de viviendas en Melilla

           La promoción privada está ya fuera de toda lógica, salvo que la economía melillense tenga otro motor no conocido. Hace unos meses, la UNED de Melilla presentó un libro sobre las características y amenazas de futuro de la economía melillense. Destacaban en ese trabajo tres artículos del experto Jesús García Ayala, quien fuera jefe de gabinete de la Delegación del Gobierno , durante el mandato de Manuel Céspedes (1987-1996). Aporta un análisis claro, pero nadie se atreve a vaticinar algo sobre el futuro económico de la ciudad. Aparte de la actividad comercial, solo queda el asidero del sostén del Estado, que parecía claro en el pasado, pero resulta incierto con un País en situación de derrumbe económico.

           Las viviendas de promoción pública ya no se venden, ni siquiera las de la calle Villegas, en donde después de más de mil solicitudes retiradas, solo se han mantenido 18 de las 25 posibles opciones de compra. El dato es muy grave. Las que se hicieron en el Rastro, en solares muy pequeños y extraños, resultaron demasiado caras para el posible grupo social al que iban dirigidas. No consiguen colocarlas ni siquiera mediante el alquiler y la opción posterior de compra. Si la situación es así, y dado el alto número de viviendas vacías, no se entiende que con la cesión a la ciudad de los solares de tres cuarteles, se pretenda construir otras 1550 viviendas, la mitad de promoción pública. Hay dos únicas opciones, o se trata únicamente de un eslogan propagandístico, sin opción a que se vaya a realizar nunca (como la ampliación del Puerto), o se vive ya por completo al margen de la realidad y se cree lo que se dice. La primera sería disculpable, por aquello de la mentira piadosa, la segunda sería alarmante. ¿Quién quiere seguir en el modelo del ladrillo?