La Hípica. Antiguos privilegios de clase


                                Los muros invisibles de Melilla

         Esta entrada no supone el más mínimo reproche a las Fuerzas Armadas de España, que están perfectamente integradas en la sociedad civil y modernizadas, sobre todo con la llegada de las mujeres, tanto como componentes del  personal de tropa, como del resto de los escalafones del mando. Las FF.AA. de España son democráticas, modernas y nos podemos sentir satisfechos de ellas.

       Lo anacrónico en el 2012, es la existencia del de la Real Sociedad Hípica Militar de Melilla, un club público, pero que funciona como un coto privado y cerrado, al que el 80% de los melillenses no tiene acceso. Recientemente, en una democrática y saludable medida, se unificaron los clubes de oficiales y suboficiales, separados hasta el año pasado de modo feudal. Para muchos que se creen pertenecientes a no se qué elite social, esta medida ha resultado poco menos que una traición a sus ideales y a sus imaginados rangos.

          La RSHM es deficitaria, el nº de oficiales del Ejército es ya muy escaso, la afilicación  es voluntaria, y no conseguían ni siquiera cubrir gastos. Eso ha forzado la unificación de oficiales y suboficiales. Ocurre, como siempre, que algunas de las directivas hicieron gestiones económicas muy poco ejemplares. Técnicamente siempre ha podido entrar el personal civil, pero también es verdad que el cupo siempre está completo, excepto para algunos. Son situaciones anacrónicas e incomprensibles, pues la RSHM siempre ha recibido fondos públicos civiles y municipales, por ejemplo, para la construcción de  la denominada «piscina olímpica» y que ahora está cerrada porque filtra. Con fondos municipales también está construido el pabellón de deportes. También trabajaron allí  forzadamente, presos republicanos.

        Como pese a todo el dinero no les llega y las instalaciones se mantienen a duras penas, se permiten banquetes y celebraciones de civiles (comuniones, bodas, etc). Se quiere el dinero de la sociedad civil, pero no su presencia. Es la mayor situación de apartheid social de Europa, solo que en este caso, los negros somos los civiles. Lo mismo ocurrió con el Casino Militar, salvado gracias a que se abrieron las puertas a la sociedad melillense.

          La culpa de esto la tiene el Poder Público, que no ha sido capaz de resolver esta situación en 30 años de Democracia. Es un enorme espacio casi vacio, en donde algunos todavía recrean la Melilla de la década de 1960. El resto, la parte pública está en un estado lamentable. Hay un gobierno en la ciudad, que pretende cubrir el Río de Oro y realizar obras magnas, como la quimérica ampliación del puerto, pero que no es capaz, despues de 12 años, de convertir esta zona baldía y de aspecto lamentable, en algo de lo que puedan participar todos los ciudadanos de Melilla.

     Nota: El dictador Franco aisló al Ejército de la sociedad civil. Dividió el País en 9 Capitanías generales. Parecía más un ejército de ocupación, que un ejército del Pueblo. La Democracia ha invertido esa situación. La Hípica es todavía el último resto físico, de la separación que pretendió el dictador entre el pueblo español y el estamento militar.