Jesucristo y la higuera


           

 

               <A vosotros se os ha dado el misterio del reino de los cielos; en cambio a los de fuera todo se les presentan en parábolas, para que «por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados>. Marcos 4, 10-12

    Esta es una de las parábola más extrañas de las muchas contenidas en los evangelios, es más, la acitud de Jesucristo resulta dificil de comprender, incluso por sus mismo discípulos, que no entendieron su reacción contra la higuera. Ante el asombro de Cruz de Malta y el «vago» recuerdo de Padeciendo la incompetencias, El Alminar ha investigado el asunto en todas las fuentes disponibles.

             Evangelio de Mateo. 21, 18-20 : 

   De mañana, camino de la ciudad tuvo hambre. Viendo una higuera  junto al camino se acercó, pero no encontró en ella nada más que hojas y le dijo: «Que nunca jamás brote fruto de tí». E inmediatamente se secó la higuera. Al verlo los discípulos se admiraron y decían: ¿Cómo es que la higuera se ha secado de repente?.

           Evangelio de Marcos. 11, 12-14

   Al día siguiente, cuando salía de Betania, sintió hambre. Vió de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo: «Nunca jamás nadie coma frutos de tí». Los discípulos lo oyeron.  A la mañana siguiente vieron la higuera seca de raíz. Pedro se dió cuenta y le dijo a Jesús: «Maestro, la higuera que maldijiste se ha secado».

      El texto de Marco es absolutamente preciso y difiere por completo del de Mateo, porque especifica que no era tiempo de higos. Aquí los apóstoles no se asombran, sino que se callan y sólo al día siguiente Pedro se atreve a preguntarle por el incidente. Eso sí, la higuera está igualmente seca.

              Evangelio de Lucas. 13, 6-9     

             Uno tenía una higuera plantada en su viña y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. «Dijo entonces al viñador: Ya vés, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro». Cortalá, ¿para qué va a perjudicar el terreno?. Señor, déjala todavía este año, cavaré a su alrededor y le echaré estiercol, a ver si da fruto en adelante.

      Lucas redacta su evangelio con los dos anteriores a la vista, eso está claro y altera toda la historia para «suavizar» el inexplicable comportamiento de Jesucristo. No era tiempo de higos y no podía haberlos. Tampoco está justificado el secar una higuera que no da frutos cuando no es su tiempo. En el evangelio de Lucas todo se relata como una conversación entre agricultores. No hay maldiciones y sobre todo; no talan la higuera, porque las higueras no deben talarse. Juan, el discípulo amado y también evangelista, ni siquiera menciona el asunto de la higuera.

        Esto es todo lo que hay sobre este inexplicable suceso y como dicen los porpios evangelios: ¡ Quién tengan ojos que vea, quién tenga oídos que oiga y quién pueda entender que entienda!.

                        El Cerro de la Higuera en Melilla

  El cerro de la higuera fue llamado por los españoles como de Santiago y así se le conoce en la actualidad. Los nombres también borran el pasado. En ese cerro existía un conjunto integrado por una alcazaba musulmana y un santuario religioso islámico de tipo morabítico, con una pequeña mezquita asociada. El complejo tenía también un arbol sagrado, en concreto una higuera. Todo fue demolido en 1863, con un decreto emitido por la Reina Isabell II de España, lo que da una idea de la importancia del conjunto. Hoy he fotografiado la higuera allí existente, muy próxima a lo que pudo ser su emplazamiento real.

        Nota: Todas las fotografías son de higueras actualmente existentes en Melilla.