La gestión de las ruinas


 

                            Un derribo tras otro, hasta la ruina final

      Con el desmontaje de marcos de ventanas, rejas de los balcones, cristales y otros elementos interiores, se ha iniciado lo que parece ser  el próximo derribo de un inmueble modernista, el situado sobre la calle del General Marina. Cuando todo esté desmantelado, y en un fin de semana, cuando el corte de tráfico no cause excesivos problemas, las máquinas demoledoras acabarán con un edificio modernista más. Todo llega demasiado lejos en Melilla. La Administración actúa tarde y mal, y ya no puede evitar el derribo. El expediente de ruina técnica se impone sobre cualquier otra actuación.

     Mientras este emblemático perfil se encamina hacia la desaparición, otro edificio languidece y se deteriora a la vista de todos. Es el inmueble de Correos, que decidió abandonar el anterior gobierno de La Nación. La Administración abandonó un inmueble propio, sin ni siquiera reformarlo, para pasar a pagar un oneroso alquiler en la calle Marqués de Montemar. Es una de las muchas acciones incomprensibles que han llevado a este país a la quiebra económica. Los derroches, lo gastos innecesarios no disminuyen, y la única receta que se le ocurre a los gestores políticos, es la de reducir los sueldos, empobrecer a la población, situar a los pensionistas en la senda de la pobreza, recortar prestaciones sociales, hacer pagar las recetas a la ciudadanía y engrasar la máquina de los despidos. Cualquier cosa antes que recortarse cualquiera de sus privilegios y  de sus  elevados e injustificados sueldos.

            Mientras se inicia la demolición de un edificio, al que seguirán otras decenas, otro se deteriora a la vista de todos (Correos) y sigue sin uso, mientras continúa paralizado el Centro Tecnológico. Es la gestión de las ruinas.

Acostúmbrate a sufrir con paciencia las contrariedades, a escuchar en silencio lo que desagrada, a estar sosegado entre los turbulentos y a permanecer tranquilo entre el estrépito del mundo.

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