- Despegue
- En vuelo
- Aterrizaje
Se acabaron los viajes y excursiones míticas, las grandes reuniones para analizar el mundo y después cambiarlo. Los buenos propósitos para el año entrante se van postergando lentamente, casi sin darnos cuenta. La cotidianeidad se vuelve a hacer con las riendas del presente. Todo cambiará y a la vez todo seguirá igual. Los cambios que se dejan notar se producen o de modo muy lento, o con brusquedad. Van a pasar cosas y vamos a ser testigos de muchas más. Por el momento vamos a despegar en busca de nuevos objetivos, aunque en otras ocasiones las circunstancias nos impongan aterrizajes no previstos . Conseguiremos cosas, pero casi ninguna sin esfuerzo. Despegar y dirigirse al cielo es muy fácil, solo se precisa la potencia adecuada y bajar los flaps a tope. La sustentación del aire hará el resto. Mantenerse en vuelo tampoco resulta demasiado complicado, basta con leer bien los datos de rumbo y altitud correcta, y el piloto automático se encargará de gran parte del vuelo. Aterrizar y hacerlo bien ya es una cuestión diferente. Localizar la pista de aterrizaje y cuadrar el avión requiere de una complicada maniobra de aproximación. Se necesita fuerza y músculo, porque los aviones se aterrizan prácticamente a pulso.
Melilla está cerca de todo. En las grandes ciudades los aviones se suelen ver desde lejos. En nuestra ciudad es una constante visual la entrada y salida de aviones. Tanto que nos parece una cosa normal y simple, a la que casi no se presta atención. Ese es también el juego del Alminar, despegar de moto constante, volar en busca de nuevos rumbos y aterrizar siempre que sea necesario. Nadie puede mantenerse en lo alto siempre. El movimiento perpetuo no existe, salvo en el Universo, en donde no hay rozamiento.
Cada año empieza de modo diferente. En 2013 tuvimos un arranque difícil, tanto que durante unos días estuvimos estacionados en el andén: https://elalminardemelilla.com/2013/01/03/el-alminar-se-encuentra-estacionado-en-el-anden/ .





