El cementerio hebreo de San Carlos


                 El 1 de enero de 1892 fue bendecido e inaugurado el cementerio de La Concepción. En los años posteriores fueron desenterrándose los restos de los anteriores cementerios melillenses, para su traslado al emplazamiento actual. Los cementerios de San Carlos, del Foso de los Carneros, de San Miguel fueron vaciados y trasladados los restos a las fosas comunes. Los últimos en ser removidos fueron los restos que reposaban en las criptas y en el patio trasero de la iglesia de La Purísima, durante las obras de reforma y consolidación del templo, llevadas a cabo a partir de 1986. Todos los que murieron en la ciudad desde su conquista, quedaron confundidos para siempre en el anonimato de la fosa común. Simples vecinos, soldados, galeotes, presidiarios, grandes prohombres, mujeres notables, familias comunes, cantineros, mujeres erradas. Todos/as,  quedaron confundidos para siempre. El manto del olvido y del tiempo iguala la gran hazaña y el padecimiento anónimo. Un siglo después de cualquier deceso, ya nadie visita las tumbas. La mayor de las tragedias queda disuelta en la nada.

            También es verdad que hasta la creación de los cementerios modernos, la conservación del cuerpo mortal no era ni un objetivo, ni algo al alcance de cualquiera. No hay cementerios de las ciudades romanas, en donde la cremación era algo común, ni de las ciudades medievales, ni de las ciudades de la España musulmana, ni de otras etapas históricas. Cada cultura tiene sus diferentes ritos y costumbres para el rito postrero. El concepto de la resurrección de entre los muertos,  es la mayor  revolución ideológica aportada al mundo por cualesquiera de las religiones. Es un hallazgo trascendental, una evolución sublime, de ahí la importancia de la conservación del cuerpo.

                         Una herejía católica actual consiste en afirmar que la resurrección comienza en el momento de la muerte, que ese es el instante en el que comienza la nueva vida. Por este motivo, el grupo que sustenta esta creencia, no celebra funerales ni publica esquelas, es más, celebra la muerte con una gran fiesta y canciones. Nada más lejos de lo afirmando en los evangelios, en los que queda claro que debe yacerse en la tierra, hasta el momento del juicio final. Solo la religión cristiana tiene un culto posterior a los muertos.

                                   El antiguo cementerio judío de San Carlos

                   Hace tres años escribimos acerca de la existencia*, casi desconocida de este pequeño cementerio, el único que no fue trasladado de lugar a partir de 1892. Esto es debido a que no es posible desenterrar a un ciudadano judío, salvo para ser trasladado a Israel, y con la autorización de una alta autoridad religiosa hebraica. Esto también quiere decir que el último fallecido fue enterrado allí hace más de 124 años como mínimo. La costumbre funeraria judía obliga al enterramiento en tierra, solo con sudario o mortaja. Pasado un año, ya no se visita la tumba, salvo por razones excepcionales.

                       La presencia del cementerio, en medio de las casas, resulta muy llamativa. por primera vez podemos ofrecer una visión completa de este pequeño y antiguo cementerio, desprovisto de lápidas o de cualquier otro exorno que indique quién está ali enterrado.

    Nota: *https://elalminardemelilla.com/2013/01/28/el-cementerio-hebreo-en-san-carlos/

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