Los animales tienen sentimientos, e inteligencia, sin embargo, cuando a algún humano muestra comportarse sin ninguna de estas dos cualidades, se suele decir de él que es «un animal». Cuando llevan a cabo acciones salvajes, sin calificación posible, bien individual o colectivamente, se las suele calificar como animaladas. Hoy parece claro que los elefantes, además de una gran memoria, parecen tener conciencia de la muerte, algo solo reservado a los humanos; e incluso alguna forma de lenguaje, como los delfines, y grandes cetáceos, que pueden comunicarse entre ellos. Quien vea imágenes de primates, puede comprobar lo cercan que están, en casi todos los sentidos, de los reyes de la creación.
Lo que distingue a los humanos, no son solo los sentimientos, la inteligencia o el lenguaje, sino la capacidad para adaptar el medio natural en su beneficio, e incluso, en su propia contra. Ninguna especie animal es capaz de provocar el exterminio de otra, ni tampoco de alterar el medio natural hasta provocar su propia extinción, o la inhabitabilidad del medio en donde vive. Esto es una conquista específica humana.
Los animales miran y nos observan, y son muy curiosos. Se muestran confiados, aunque cautos, ante nuestra presencia, en especial las garcillas, que suelen levantar el vuelo en cuanto tiene ocasión. No suelen pensárselo mucho. Hoy era un día de calma en Melilla, muy tranquilo. El cielo nublado ha suavizado la implacabilidad habitual del Sol en estas fechas, y en esta situación geográfica.
Los animales establecen sus sociedades y sus relaciones. En la alberca de Sidi Ouarich, hay una pequeña colonia de garcillas, protegidas por ese caballo o mulo negro, que si te acercas a fotografiarlas, se pone furioso. La otra imagen muestra otro caballo, que se desplazaba en paralelo a nuestro intento de fotografiar al ave, en actitud clara de protección. A cambio, las garcillas limpian de parásitos a su protector.
Nota:https://elalminardemelilla.com/2014/10/12/la-ultima-alberca/