El agente naranja: 3, 2, 1


Los tres ficus del edificio de Correos

    El edificio de Correos tenía tres ficus frondosos, aunque en principio fueron cuatro. Esos tres ficus habían extendido sus ramas y sus hojas por toda la acera sobre la que se encuentran. Estaban en perfecto estado. Las ramas no alteraban ni suponían peligro para la fachada, ni las raíces para el suelo. No ensuciaban la acera y proporcionaban una sombra abundante en los meses de calor, que en Melilla son la mitad del año, desde mayo hasta octubre.

   La Consejería de Medio Ambiente, o herboricida, según se la catalogue por su denominación o por sus actos, resulta perjudicial para el arbolado de la ciudad, pues lo somete a constantes y agresivas podas, que no detiene en ningún momento del año. Cuando se fijan en una zona verde, en perfecto estado de conservación, la somete sin más a un agresivo desmochado. Al igual que en Corea del Norte, o cualquier otra democracia popular de ese estilo, no atienden a consejos ni recomendaciones. Les da igual que se presente una queja, una reclamación, o un bono bus. Ellos podan u ordenan podar. Envían a su agente naranja, disfrazado de motosierra y proceden a la devastación del árbol o árboles. El resultado de esta última acción, que estamos siguiendo día a día, lo veremos en los próximos años. Nadie volverá a ver estos árboles, tal cual los vimos hasta el domingo pasado.

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10 comentarios en “El agente naranja: 3, 2, 1

  1. Vamos a intentar describir lo que sentimos. Primero dolor por lo sucedido y decepción por la actitud de los responsables de la fechoría. En último momento se siente rechazo ante esta forma de gobernar y de conducirse frente a lo que no es suyo. Esto es propio de una democracia popular como la de Corea del Norte.

  2. Mientras tanto, introduzco en el interior de casa las macetas que tengo en el patio, a fin de evitarles las inclemencias y el rigor del invierno.

  3. Pingback: El final del gran ficus | El Alminar de Melilla

  4. Sin querer polemizar, y desde mi ignorancia, creo que no ha sido una tala, sino una poda. Pero si han TALADO uno de ellos es para darles un buen «tirón de orejas».

Acostúmbrate a sufrir con paciencia las contrariedades, a escuchar en silencio lo que desagrada, a estar sosegado entre los turbulentos y a permanecer tranquilo entre el estrépito del mundo.

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