La techumbre de la parroquia de San Agustín ha llegado al límite de su resistencia. En el año 2013, el párroco José Manuél Gonzalez, primer sacerdote diocesano de la iglesia del Real, lanzó una campaña para recaudar fondo destinados a la reparación de la las cubiertas del templo, con escaso éxito. La iglesia que otrora fuese una de las más ricas y adornadas de la ciudad, se encontraba en un momento bajo. Las catequesis son muy populosas, pero el número de fieles colaboradores eran muy pocos. Entre sus muros había anidado el movimiento personalista del padre Hurtado. Con el nombramiento de un párroco diocesano el Obispado intentaba unificar toda la iglesia de Melilla bajo un solo mando (un solo rebaño y un solo pastor), acabando con desviaciones doctrinales no admitidas por la Iglesia.
En 1989, además de acabar con el culto al Cristo de Limpias en el Barrio del Real, el padre Jesús Hurtado culminó una reforma integral del templo, edificando los salones parroquiales, instalando un falso techo, sustituyendo las antiguas cubiertas de uralita y adelantando el altar casi hasta el centro de la nave de la iglesia. A lo largo de la década de 1980, la parroquia del Real quedó vacía cual iglesia del hereje Lutero, perdiendo todos sus altares, imágenes y exornos, donados por los fieles del barrio obrero más importante de la ciudad. Tras las poco acertadas reformas, y el personalismo vicenciano de Hurtado, la feligresía abandonó la parroquia.
Enderezar un rumbo errado desde décadas, pese al innegable esfuerzo de los padres paúles, no es algo que se pueda hacer en dos años. Uno de los últimos párrocos paúles de San Agustín, se quejaba de que el grupo vicenciano allí presente, no obedecía el mandato de la iglesia y además imponía su propio catecismo. Monseñor Catalá Ibañez obligó en 2011 a impartir las enseñanzas oficiales de la Iglesia, el catecismo de Joseph Ratzinger, quien lo elaborara siendo presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, o Santo Oficio. Este hecho motivó que la mayor parte de los catequistas «vicencianos» presentaran su renuncia al nuevo párroco.
En estas duras condiciones, fue nombrado el sacerdote Rafael López Cordero, quien recibió el apoyo directo del Obispo de la Diócesis, en su visita del mes de noviembre de 2015, celebrando allí una misa, en la que se nombró un nuevo acólito, y se repuso el culto del Cristo de Limpias.
Todas estas medidas de apoyo se vieron sacudidas por el Gran Terremoto del 25 de enero y los cientos de sacudidas posteriores. Cayó un de las campanas de la iglesia de San Agustín y la visita de los técnicos municipales de arquitectura, determinó el riesgo de caída de la techumbre, y el cierre obligado de la parroquia de San Agustín. Hay que tirar el techo y hacer uno nuevo. La superficie de la iglesia es muy grande y la obra es muy costosa. La parroquia ya no podrá abrirse al culto.
La misa diaria de las 7 de la tarde, de lunes a sábado, se celebra en el salón parroquial contiguo, y la dominical de las 12 de la mañana se está celebrando en el pabellón polideportivo del Instituto Miguel Fernández. Apenas a 200 metros se encuentra la capilla de Cristo Rey, del antiguo hospital militar, cerrada desde hace una década, y en camino directo hacia la declaración de ruina, pese a estar protegida por un decreto de Bien de Interés Cultural. La iglesia de San Agustín está cerrada desde el mes de septiembre.
No sabía yo de estos «vicencianos» como uno de esos grupos ultra, neoconservadores, sectas y demás.
¿Cómo podría encontrar su catecismo, como catecismo de la Sociedad San Vicente de Paul? Porque como catecismo vicenciano no creo. Me gustaría echarle un ojo.
Y lo de la techumbre… Está visto que la mala gestión no es exclusiva de nadie.
El movimiento vicenciano existe y está normalizado. Escribo de una desviación personalista dentro del propio movimiento.
Ya. O sea, que era la forma de explicar el catecismo de ese señor, poner más énfasis en unas cosas y no en otras, no un catecismo diferente.
Entiendo que se ha escrito de varios temas. Me voy a centrar en obras y techumbres.
Conozco ese edificio desde el año 1962. Cada párroco que ha pasado por él, ha efectuado obras de reforma.
En 1962 el P. Saturnino Redondo retiró altares e imágenes. Hizo la nueva instalación eléctrica, revistió los bajos de los muros de piedra del Gurugú, levantando una especie de columnas de piedra sobre las que ubicó el Vía Crucis. Adaptó la iglesia a las Normas de la Liturgia del Vaticano II, y renovó la totalidad de los bancos; además de colocar un altar de piedra artificial, consagrándolo, con las reliquias de Santas Felicidad y Perpetua.
Del mismo modo, instaló tres nuevos confesionarios. La polilla había dado pasto de todos los elementos de madera.
Años después, el nuevo párroco, P. José Parente, rehizo la techumbre del archivo parroquial, dotando a la totalidad del edificio de nueva solería, en sustitución del suelo de hormigón.
Más tarde, el P. Teófilo Ordónez, realizó una importante obra de conservación en sacristía, salones parroquiales, alto y bajo, pintura general del edificio, y renovación de la mayoría de los ornamentos litúrgicos. Con especial incidencia en el repaso de los tejados, que empezaban a mostrar goteras.
Finalmente, el P. Jesús Hurtado, inició una campaña para restaurar el templo, tanto en su interior, como en los tejados. Tejados que, desde los años cincuenta, ya de eran de teja plana de color rojo, en sustitución del antiguo aplacado de Uralita, piezas grises de 0’40 x 0’40, y que al parecer contenía fibras de amianto-fibrocemento.
Esa cubierta de teja roja es la que se levantó en su integridad, volviendo a colocarse un tejado nuevo; esta vez, sobre conglomerado de madera, tela asfáltica, y cemento. Sobre el que se colocaron las tejas.
Humildemente, pienso que la viguería de cerchas antiguas, soportaba mucho peso. En alguna ocasión, se ha visto desde el exterior las ondulaciones del techo, que también merecieron la atención del sacerdote diocesano y nuevo párroco, D. José Manuel González.
Quizás, el terremoto del pasado día 25 de enero, sea la causa final de esa ruina, que ha obligado a precintar esa iglesia, abierta al culto en ese mismo lugar desde el año 1921. Hace exactamente 95 años.
Aclaro que cuando he hablado de mala gestión, no me refería a la de los párrocos de una humilde iglesia.
Te entendemos Isa. Esta es una guerra muy profunda. Son pequeñas iglesias dentro de la Iglesia. Nosotros estamos solo en los alrededores, vigilando y auxiliando en lo posible.
Aquí te puedes enterar de todo y explorar el famoso «catecismo»: http://media.wix.com/ugd/460986_d243eb0a9f262543fa364398eca7d48d.pdf
Gracias. Curiosidad por saber qué ha hecho reaccionar a la jerarquía, con la de cosas que soporta.
Es bastante complicado, porque los vicencianos son comunidades de los Padres Paúles. Jesús Hurtado fundó una en la ciudad siendo padre paúl. Luego abondonó los paúles para ser sacerdote diocesano y se llevó con él a sus fieles o su comunidad, que le obedecían a él y no a La Iglesia. Todo esto ha generado mucha tensión durante décadas. Su movimiento es más parecido a los neocatecumenales, pero de carácter localista y cuasi personal.
La Iglesia tiene problemas y acepta la coexistencia de este tipo de grupos, de marcado carácter personalista y casi sectario, en su acepción etimológica.
Así es, por eso me extrañaba, porque no creo que sea un movimiento en otro sentido.