El 1 de febrero de 1977, el diario de la cadena de comunicación del Movimiento Nacional, El Telegrama de Melilla, insertaba un artículo de la agencia Pyresa (también vinculada a la red de difusión de propaganda de la dictadura franquista) firmado por Rosario Izquierdo, en el que se afirmaba con rotundidad que en 50 años se produciría un gran movimientos sísmico en España. El horizonte de esa predicción, basado en datos que ella misma explicaba en el artículo, situaba el posible movimiento sísmico entre 2007 y 2027, pues afirmaba que cada 30 años era probable que se produjera uno de una magnitud apreciable. El terremoto de Lorca en 2011 entraba dentro del límite mínimo de la predicción, 30 años. El de Melilla de 2016 puede situarse dentro de la zona media del arco de la predicción.
La entrevista se desarrolló con un técnico del entonces Instituto Geográfico y Catastral de Madrid, sr. López Arroyo. Uno de los temores del técnico era que se construía sin demasiado aprecio a la normativa sismorresistente vigente en aquella época, y mostraba su preocupación por las zonas turísticas, o de costa. Sobre todo, insistía el sr. Arroyo, era necesario catalogar a la península como una zona sísmica en su conjunto, y no considerarla exenta o de baja intensidad sísmica. También afirmaba que los valles de los grandes ríos españoles, como el Ebro o el Gualdalquivir, como una de las zonas de mayor riesgo. En el último trimestre del año pasado, una comarca del valle del Guadalquivir ha tenido una apreciable actividad sísmica, la de Peal de Becerro.
El 28 de febrero de se registró un terremoto de 7,3 en el cabo de San Vicente, que tuvo a las ciudades de Huelva y Sevilla como las más afectadas. En Huelva se derrumbaron 18 viviendas, 4 en Isla Cristina