La gran mentira de Iraq


 

       

          ¿Es el mundo más seguro sin Saddam Hussein?

       Esta fue el gran aforismo, pero en la versión afirmativa,  lanzado al mundo en 2001 tras el derrocamiento final del régimen baazista del tirano Saddam Hussein. Saddam Hussein solo fue un tirano más, uno de los muchos utilizados por el llamado mundo Occidental, igual de hipócrita que la Liga Árabe, para mantener sus intereses económicos a salvo.

        Lo que si se ha resentido en el mundo es el laicismo, la sociedad laica, los Estados laicos. El Estado Iraquí de Saddam Hussein era formalmente laico, al igual que Afganistán, Siria, Egipto, Libia. En todos esos Estados ya descompuestos, impera ahora el fundamentalismo islamista, o el islamismo moderado como en Turquía. Solo se ha salvado Túnez de esa ola regresiva. ¿A quién le interesa todo esto?. Es una pregunta difícil de contestar. Hasta en la antigua y laica Yugoslavia han surgido los microestados de carácter religiosos, como la actual Bosnia. El confesionalismo ha regresado como revestimiento de los Estados. Las democracias retroceden frente a los partidos ultranacionalistas y la derecha más dura.

         Saddam Hussein y su régimen fueron calificados como «el gran amigo de Occidente». No hay dirigente europeo que no viajase hasta Iraq para fotografiarse junto al «gran amigo en Oriente». Sin embargo si se intentan buscar esas fotografías, serán difíciles de encontrar, pues todo está siendo borrado, como en la gran metáfota orwelliana. La lucha contra la mentira empieza a ser muy dificultosa. Si se buscan imágenes de Saddam, solo aparecen aquellas en las que tiene aspecto de loco, o las previas a su infamante ejecución en la horca, cuyo vídeo todavía puede verse.

         La primera Guerra del Golfo se produjo en 1991, la segunda en 2001. Saddam Hussein fue ahorcado un 30 de diciembre de 2006. La excusa para las primera guerra fue la invasión de Kuwait, por motivo del petroleo, y la segunda por la supuesta existencia de unas armas de destrucción masiva que jamás existieron. Para engañar al mundo entero contaron con la ayuda de la mentirosa ONU, y con sus inspectores. En 2002, un libro titulado: Guerra contra Irak, ya completamente olvidado, resultado de una entrevista de William Rivers con Scott Ritter, ex inspector de armamento de la Organización de Naciones Unidas, mostraba claramente que todo fue un gran fraude y una gran mentira. Saddam Hussin, que era un tirano, no tenía nada que lanzar al mundo, y ni siquiera con qué lanzarlo, salvo con un tirachinas, que tampoco encontraron.

      Como han dicho siempre los israelíes, el problema no es lanzar un misil, sino cómo  lanzarlo, porque  una vez lanzado, es como dejarse olvidado el documento de identidad en un atraco. Una vez que se ha lanzado el misil, con supuesta carga de destrucción masiva, se está acabado. Por ese motivo, Corea del Norte amaga siempre pero nunca dará, porque una vez que lance un primer misil balístico, será el último. El tirano Kim Jong-un,  solo ganará sus guerras en los videojuegos.

      Tras la 1ª Guerra del Golfo, y a cambio de la ayuda mundial para liberar a Kuwait del tirano malvado Saddam, la promesa era democratizar el emirato. No conocemos ningún plan de la ONU, para el seguimiento de esta promesa, ni la evaluación de resultados.

        Tras la II Guerra Mundial, George Kennan, alto cargo del Departamento de Estado de EEUU, afirmó lo siguiente: «Estados Unidos tiene el 50% de la riqueza mundial, pero solo el 6,3% de su población. Ante esta situación no hay duda de que vamos a ser objeto de la envidia y del resentimiento. Nuestra verdadera tarea es perfilar un modelo de relaciones que nos permita mantener esa posición de disparidad sin perjuicio para nuestra seguridad nacional. Para ello tendremos que dejar de lado todo sentimentalismo. No tenemos que engañarnos a nosotros mismos: no podemos permitirnos el lujo de ser altruistas ni los benefactores del mundo»*.

  Nota: Guerra contra Irak, ediciones B

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