Melilla es la Asamblea y el Pueblo
A los que cuenten la historia en el futuro, habrá que decirles que el 22 de junio de 2019 significará para nuestra ciudad lo mismo que el 17 de marzo de 1808 para Aranjuez, cuando el pueblo, cansado de los manejos de Manuel Godoy, el valido de Carlos IV, decidió amotinarse para provocar su salida.
En Democracia, cada pueblo cuenta, y aunque en Madrid existan unas líneas generales de actuación entre los grandes partidos, luego la especificidad de cada localidad debe albergar un margen de maniobra. Esto es lo que ha sucedido en Melilla, en donde el único diputado de ciudadanos apoyó la mayoría del cambio, que constituía un anhelo de los melillenses desde 2015.
Hoy , en la puertas del Palacio de la Asamblea se ha vuelto a congregar el pueblo de Melilla, la gente común, que hasta ahora tenía vedado el acceso al edificio del Ayuntamiento en las grandes ocasiones oficiales y de protocolo. Hoy estaban congregadas todas las autoridades civiles y militares, representantes de la Administración, la gente de melilla, excepto los diputados electos del Partido Popular y de Vox, y los representantes del gobierno saliente. Han mantenido su mal estilo hasta el final, que todavía no se ha producido. Un encadenamiento de denuncias y presuntas irregularidades prolongará la incertidumbre jurídica durante los próximos meses.
Tiempos de cambio
La toma de posesión de Eduardo de Castro, 5º presidente de la ciudad, estuvo refrendada por la presencia de la Ministra de Industria María Reyes Maroto, quien recalcó la vinculación permanente entre Melilla y el Gobierno del Estado, que siempre atenderá a sus necesidades y a su peculiar situación. Tras su intervención tomó la palabra el recién investido Presidente Eduardo de Castro, que dejó clara su voluntad de formar un gobierno para todos y cada uno de los melillenses. Por encima de cualquier nombre estará siempre el interés de Melilla y el de todos los ciudadanos y comunidades que la integran. La desaparición del viejo estilo ha quedado clara desde el principio, con la presencia del ex presidente Enrique Palacios, invitado por primera vez a un acto oficial desde 1999, cuando dio el relevo a Mustafá Aberchán en el cargo de presidente de la ciudad.
También y por primera vez en décadas, la puerta de antesala que da acceso al despacho oficial de Presidencia, estaban abierta. Hasta ahora, toda esa área constituía «la zona prohibida» del Poder, como en la era de los emperadores de la dinastía Ming en China. Además, el Salón Dorado se llenó de ciudadanos sin invitación, lo que tampoco ha sido habitual, ni la norma en los últimos 20 años. También pudimos ver al senador emérito Carlos Benet.
Toma de posesión
La ceremonia de posesión estuvo muy bien conducida por Antonio Ramírez, el maestro de ceremonias habitual en todo tipo de actos protocolarios, hasta su depuración hace un año. Primero se leyó el Acta de sanción Regia con refrendo de la Presidencia del Gobierno, tras la que se dio paso al propio acto del Juramento, en presencia de la Vicepresidente de la Asamblea Dunia Almonsouri. El bastón de mando y el collar presidencial tuvieron que ser recogidos por el propio Eduardo de Castro, en ausencia del ex presidente saliente Juan José Imbroda. En todo momento la corrección del público presente fue absoluta, refrendando con aplausos los actos ceremoniales sin gritos ni alharacas, como sí sucediera el pasado sábado, en el Pleno de votaciones.
El tiempo de cambio se ha abierto para la ciudad de Melilla. Cuando empezamos a escribir en 2011, el presidente saliente Juan José Imbroda llevaba ya 11 años en el poder. Han pasado 8 años más desde entonces. Hoy hemos visto, relatado y compartido una jornada histórica. Todo bajo la presencia y fe pública del Secretario de la Asamblea Jiménez Villoslada. Lo que importa es lo que él lee y oye.