En recuerdo a las 190 víctimas mortales del 11 de marzo en Madrid
El 6 de febrero de 2004, un atentando suicida en el metro de Moscú, dejó la cifra de 49 muertos y más de 300 heridos. El comando terrorista, compuesto por dos mujeres y un hombre, hizo explotar la bomba dentro de uno de los vagones del tren, que se acercaba a la estación de Pavelétskaya. Los vagones estaba todavía dentro del túnel, lo que aumento el efecto de la explosión e hizo más complicadas las labores de rescate. Los expertos en lucha antiterrorista saben que cada grupo terrorista tiene sus propios patrones de actuación, sus propios métodos. A cada grupo terrorista suele corresponderle un tipo de atentado.
En el año 2004 la comunicación por internet no se encontraba en el nivel de desarrollo actual. WhatsApp se fundó en 2009. Las ediciones digitales de los periódicos no estaban tan desarrolladas. No existía la información instantánea tal y como la conocemos y usamos ahora. Para una comunicación inmediata solo se podía utilizar un recurso que hoy casi nadie utiliza, el servicio de mensajes sms. La confusión o la falta de información podía entenderse entre la población general, pero no dentro de un gobierno, o entre los medios de comunicación, que podían utilizar otros recursos. Seguir intentando confundir a la población 17 años después es inadmisible.
A las 8 de las mañana del 11 de marzo de 2004, las noticias empezaron a llegar a la radio de una manera muy confusa. A las 07h 37 minutos, un tren procedente de Alcalá de Henares hizo explosión en los andenes de la estación de Atocha, en Madrid. Solo dos minutos después, otro tren procedente igualmente de Alcalá de Henares, hacía explosión en la estación de Téllez, a solo 600 metros de la primera. En esa misma franja de minutos, otros dos trenes en dirección a Madrid, explotaban en las estaciones del Pozo del Tío Raimundo y la de Santa Eugenia. Cualquier otra noticia o agenda quedó evaporada en cuestión de segundos. La cifra de víctimas se incrementaba con cada avance informativo. La conmoción era tremenda.
Desde el primer momento, desde las 8h 00 de esa misma mañana, pensé en Chechenia, en los trenes chechenos, en el primer atentado en el metro de Moscú, sucedido tan solo un mes y 5 días antes. Es incomprensible que los ministros y el gobierno de José María Aznar no tuvieran en cuenta ese antecedente tan cercano, como para dirigir hacia ahí las investigaciones, por mucho que los atentados terroristas de ETA estuviesen todavía presentes en el suelo español. La confusión podría disculparse dentro de ese primer día, pero no en el siguiente ni en los posteriores.
En la entrevista concedida el pasado domingo 7 de marzo al periodista Jordi Évole, el expresidente Aznar insistía todavía en que: «con la información que manejábamos entonces no podíamos descartar la intervención de ETA». Mentía entonces y lo sigue haciendo 17 años después. Esa tarde, Israel ya había ofrecido a España sus expertos en atentados de tipo islamista, que buscan causar el mayor número de víctimas posibles y la máxima repercusión. Esa falta de reconocimiento, esa incapacidad para reconocer el error y pedir perdón, incapacita a José María Aznar hasta para opinar del tiempo. No vuelve a la política, no porque no quiera , sino porque está lastrado, por su actitud durante aquellos días tan aciagos. Todavía se siguen publicando libros negacionistas sobre el 11 M, con Pedro J. Ramírez como máximo exponente.
Nota: Atentados de Madrid, 15º aniversario | El Alminar de Melilla