Desidia


¿Cuándo llegó la desidia? La primera vez que documentamos su existencia fue en 2013. Hablamos y escribimos acerca de aquello que podemos documentar, de nuestro tiempo propio, el del Alminar.

La desidia, la indolencia, la acedia, aparecen por muy diversas causas. Las causas pueden ser muy diversas. Una es la autocomplacencia, como la que existía en aquel tiempo sin alternativas y de mayorías omnímodas. La otra se apodera de la acción y del ánimo cuando se percibe que no puede cambiarse el curso del destino. El tiempo corre inexorable y no se detiene ante nada. Las oportunidades perdidas no vuelven. También puede ocurrir que nada sea como uno pretende o que los resultados no sean los esperados. A cada momento le corresponden unas circunstancias y no vale lamentarse por ellas, porque entonces se cae en el fatalismo.

Es cierto que los que se presentan como buenos, no lo fueron nunca, pero también pasa que los que son buenos o lo pretenden no consigan demostrarlo o hacerlo ver de modo nítido. La cizaña crece junto al trigo, y no se puede separar hasta la hora de la cosecha. Hay cosas que se ven de modo claro, pero la memoria no da para tanto y es el menos fiable de todos los recursos humanos. Nada suele ser como se recuerda. Todo hay que demostrarlo constantemente. Si no se hace es porque hay desidia y acedia.

Tal vez el error primero fuera plantar estos árboles, que son de selva o de bosque, como los eucaliptos. Sus potentes raíces deforman todo el terreno en su entorno, ya sea cemento, asfalto o el pavimento de losas. Si el árbol está enfermo o muerto. Si se ha decidido talar o ya solo queda el tocón o una parte considerable del tronco, lo mejor es erradicarlo por completo. Cualquier acción es mejor que dejarlos en este lamentable estado y aspecto. Ya no son nada.

Nota:https://elalminardemelilla.com/2013/09/30/la-desidia-se-aduena-de-melilla/

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Alminar, Melilla y mundo


                                   9º aniversario del Alminar

          Un año más y ya son 9, recibimos la felicitación de WordPress en el día en que inscribimos el blog en esta plataforma, que empezó a desarrollarse de modo público a finales de 2005, y cuya génesis se debe al programador de la CNN Matt Mullenweg, con tan solo 20 años. Estamos aquí casi desde el origen.

             Ya contamos en una ocasión, que antes de que El Alminar existiese, ya era, porque el último nick que utilizamos en una plataforma melillense de noticias, y de cuyo nombre no queremos acordarnos, fue precisamente ese y no queríamos que se perdiese. Por muchas razones era y resultó ser el más apropiado de todos los posibles, y ahora es conocido en el mundo entero, incluida Mongolia.

           Cuando surgió el blog, la situación política de la ciudad en 2011 era muy asfixiante, la de las mayorías aplastantes del Partido Popular con 15 diputados sobre 25 posibles. Existían medios de comunicación, pero la libertad de expresión se encontraba en jaque y vigilancia permanente. El único modo de comunicarse con el mundo y de emitir opiniones libres y fundamentadas, era el de aventurarse en el mundo de los blogs, con una suerte incierta e imprevisible.

          En estos 9 años, hemos visto desaparecer de todo (El Telegrama de Melillla, el semanario La Luz, el Vigía TV, Cablemel radio y televisión) así como otros blogs que nos acompañaban la pasada década, y de las que ya solo existen La Otra Melilla, y Al Sur de Alborán. Salvo que se escribiese sobre el tiempo climatológico y el sexo de los ángeles, las posibilidades de sobrevivir eran muy limitadas. También se podía escribir sobre religión y cofradías, y aun así eso también resultaba peligroso. En nuestra ciudad cualquier tema expone al peligro.

                                Y en esto llegó la pandemia

             Lo que nadie esperaba pasados 9 años, era la conmemoración del aniversario en medio de una pandemia, sometidos a confinamiento en los domicilios, y bajo el Estado de Alarma, que se prolonga desde el pasado 15 de marzo. No hemos podido salir a la calle, pero da igual, porque contamos con la memoria. Hoy además, es domingo y Día de las Madres, así que desde aquí, enviamos un sincero recuerdo a todas las que nos leen y a las madres de todos nuestros colaboradores.

           En 2011 estaba recién iniciada la etapa de desidia en la gestión de la ciudad, en lo que ha constituido su «década perdida». Ese año empezábamos a entrar en el yacimiento del Gobernador, o fotografiábamos la Casa del Capellán, todavía en estado recuperable.

            Agradecemos siempre a todos/as nuestros lectores y colaboradores, a los que siguen, a los/as que estuvieron, a los que permanecen y a todos los que han llenado el blog a lo largo de estos nueve años. Ellos y ellas nos han orientado mucho en todo este tiempo.

 

Nota: https://elalminardemelilla.com/2016/01/16/un-mundo-en-libertad/

 

El deterioro dantesco


                                          Refugio, deterioro, hambre

           La miseria es un estado en el que la persona no solo carece de recursos básicos para la subsistencia, sino que además no tiene modo de obtener esos recursos. En el capitalismo considerado como sistema económico triunfante, hemos visto que se puede ser pobre  aun teniendo trabajo. El escalón siguiente sería el de la miseria y la condición de miserables.

           El hambre es una sensación o estado (no hemos encontrado una definición satisfactoria) que puede llevar al ser humano a la locura. Durante los 1000 días del asedio nazi a la ciudad de San Petersburgo (Leningrado), el hambre condujo a muchas personas a la locura, y al canibalismo. Los episodios documentados de canibalismo en Leningrado (1941-1944) es uno de los más estremecedores que pueden leerse.

                 Un millar de personas puede estar vagando por la ciudad en situación de miseria, entre mendigos, personas sin hogar, rebuscadores de basura y menores no acompañados. El impacto de este tipo de población deja una huella diaria en la ciudad.

                  Hay que buscar refugio y para ello vale cualquier edificio abandonado, canalizaciones del arroyo mezquita, setos  en los parques y jardines, puentes y locales abandonados. Este conjunto de población difícilmente evaluable, pasa hambre, se encuentras en condiciones higiénicas cercanas medievales, y realiza todas sus necesidades fisiológicas  en cualquier lugar a cubierto. Hay algunos rincones en los parques de la ciudad en los que el hedor resulta insoportable. El riesgo de infecciones y de trasmisión de enfermedades es notoriamente alto. Las lluvias y los torrentes llevan todo ese material orgánico, que se produce a diario, desde los cauces de los arroyos de Melilla, hasta la misma playa y bahía de la ciudad.

                           La desidia y la entropía han cabalgado desbocadas en la ciudad a lo largo de la última década. Se tardarán años en detener ese deterioro y en poder ver atisbos o evidencias del cambio de rumbo. En solo un año, el antiguo y primigenio local del Burger King, ofrece un estado de abandono absoluto. Ha sido asaltado y se han robado materiales en su interior. Lo mismo ocurre con el restaurante Los Salazones, objeto de saqueo y abandono, aunque ya está completamente tabicado y clausurado. Nada aguanta en la ciudad más de un año de cierre.

            Ha llegado el frío y la humedad implacable. Hay que buscar refugio en donde sea, como sea y de cualquier modo.

 

 

 

Edificios


 

                                            La gestión ruinosa
Nos hemos acostumbrados a ver edificios abandonados, en ruinas durante años, a verlos desplomarse poco a poco o de golpe. Nos hemos acostumbrado a ver el patrimonio inmobiliario de la ciudad desaparecer y también a la pérdida de las señas de identidad de cada barrio. Nos hemos acostumbrado tanto a todo, que se derrumba un edificio por causa del viento y nos creemos hasta la explicación.
A nadie le interesa ya nada, porque después de la larga década de la desidia, todo el mundo mira hacia otro lado, o incluso más lejos. Esto sucedió con el edificio de la antigua Casa del Reloj, primitiva iglesia de La Asunción, o de la Feria de Muestras en tiempos del Protectorado español. Es posible que un fuerte golpe de viento desprenda parte de una cornisa, una balaustrada o una gárgola. Lo que no es habitual es que el edificio se muestre ya derrumbado por dentro.
Esto quiere decir que el edificio estaba ya debilitado en su interior, lo que convierte en una irresponsabilidad que permanezcan tantos años en pie, con evidente riesgo de derrumbe, frente a la ciudadanía.
Lo que está dentro no está a la vista, salvo que por casualidad algo quede abierto y se pueda echar un vistazo al interior. Si el exterior es amenazante, lo que no está a la vista puede ser al menos el triple. Sin embargo existe un caso, en el que el estado exterior de un edificio es amenazante, el interior también, y no se actúa en ningún caso. Esto ya no es desidia, es dejación. Sucede esto con un inmueble en la esquina de las calles de La Legión y Castilla, del Barrio del Real. Su aspecto completo es amenazante, y ahí sigue desde hace varios años.
A lo sucedido con el inmueble de la calle alcalde Antonio Díez, pudiera pasarle lo mismo con otro de la calle Teniente Mejías. El aspecto exterior apunta hacia una fachada en ruinas, incluso hay una parte del muro de la azotea que pudiera caerse con un fuerte golpe de viento, o tal vez ni siquiera con su necesario concurso. Un leve temblor sísmico pudiera dar al traste con el murete. Sin embargo, una desvencijada ventana de madera permite ver que el interior ya está derrumbado, desde el techo hasta el suelo. Esto podría provocar que la presión de los escombros o un nuevo desprendimiento, pudiera causar un colapso definitivo del inmueble, modernista por cierto.
                   Estamos en peligro sin que nadie lo evite. Hay al menos 100 edificios en este estado rodeándonos, y no lo sabemos. 

La historia interminable en Melilla


                             La Nada devora la ciudad

Como en la novela de La historia interminable, la nada se va extendiendo y devora toda la ciudad. El mundo de la fantasía iba desapareciendo por que ya nadie tenía ideas, ni siquiera para dar un nuevo nombre el Reino y así salvarlo. Por este motivo, la nada se iba extendiendo y devorándolo todo, incluidos a los gigantes como rocas y sus enormes apisonadoras con las que recorrían todo el Reino de La Fantasía. Fue una gran novela que cautivó a millones de personas. Todos querían ser Bastian, el niño que con su atenta lectura se introdujo en la historia y acabó salvado al reino en riesgo de desaparición, proporcionando un nuevo nombre.

En Melilla, el reino de la fantasía para algunos, y de la pesadilla para otros, todo desaparece, pero a diferencia de la novela, aquí no va a aparecer nadie con un palabra mágica para salvarnos. Aquí no existe La Nada, más bien hay de todo. Aquí existe una palabra y se llama desidia, que acaba con todo, apenas a 6 meses de haber sido instaladas las cosas.

Una foto muestra el flamante aspecto que presentaba una emblemática hélice al ser instalada como monumento en el mes de abril. La otra fotografía muestra el mismo lugar y objeto, pero ya en proceso de aniquilación por la desidia y la falta de vigilancia. No hay nada más que decir.