- Árbol de enmedio
- ¿Uno o dos carriles?
- Rotonda de cuello de botella
La rotonda del cuello de botella
El Barón Rampante es un personaje de la novela homónima de Italo Calvino, que decepcionado por el mundo y sus circunstancias decidió subirse a un árbol y no volver a bajar de ellos. Así prosiguió hasta el final de sus días, pese a los desesperados intentos de familiares y amigos. Llevamos cuatro entradas seguidas escribiendo de árboles, de una manera u otra, pero no solo hablamos de ellos, sino también de muchas cosas más. Sobre todo lo hacemos cuando muchos ya han desistido de escribir sobre cosas del mundo real.
Alguien, un colaborador del Alminar nos advirtió de que o veía muy mal, o en las obras de la nueva rotonda de la calle Reyes Católicos los dos espléndidos y amplios carriles de la avenida se convertían en uno solo. Como siempre decidimos comprobarlo con nuestros propios ojos y luego mostrarlo. Habrá quien niegue todo, incluso que ese árbol que todavía está, por poco tiempo suponemos, en medio de los carriles de circulación sea arrancado de allí y arrojado y/o trasplantado (según la terminología de la Consejería Medio Ambiental), a cualquier otra parte, en donde no estorbe ni moleste. sin embargo no vamos a escribir de árboles, aunque haya uno en medio.
La rotonda que nos viene
La rotonda que se nos viene encima es del tipo estrangulador, y o ninguno vemos lo que hay que ver, o los dos carriles de tráfico de la avenida de Reyes Católicos se convierten en uno solo. No tenemos nada en contra de las rotondas, pero sí de los diseños, que parecen hechos por el peor enemigo del tráfico rodado y automovilístico. Tampoco tenemos nada a favor de los coches, pero no son tiempos de volver a la diligencia. No se comprenden esos giros tan forzados y desplazamientos laterales que obligan a realizar, como los de la rotonda de la avenida de La Democracia. No se entiende esa dimensión exagerada de los bordillos de las aceras y que son la causa del estrangulamiento de la rotonda.
Siempre se ha dicho que «sabios tiene Roma», y lo que queda meridianamente claro es que Melilla no es Roma. Lo que llaman tala no lo es, lo que llaman poda tampoco y ésto no son rotondas.