El mes de marzo siempre ha sido bueno en El Alminar. Hasta ahora, los idus de marzo no nos han sido desfavorables nunca. Siempre les hemos guardado la debida prevención. A César solo le dijeron que tuviese cuidado, que se guardase de ellos, y él, en su gran soberbia, no lo hizo y entró al senado romano sin protección alguna. Junio Bruto, su sobrino, al grito de ¡muere tirano! acabó con su vida. Bruto aniquiló a César en defensa de un mundo que ya solo era una pantomima, el de la República de Roma. Aniquilando a César creyeron que no volverían los tiranos a Roma, y la consecuencia fue que llegó alguien que guardaba las formas, Augusto, pero que a la larga se convirtió en emperador y fundó una dinastía, que aparentaba guardar las formas republicanas, pero nada más. El Poder permanece siempre, da igual de que ropaje se vista y las clases dominantes también. Poco o muy poco ha cambiado el panorama político desde aquella época, pero esto también lo decían los romanos, para los que no había nada nuevo bajo el Sol.
Cuando mañana acabe marzo, con su incómodo cambio horario, del que los exegetas repiten de modo cansino sus supuestos beneficios económicos, este blog alcanzará uno de sus tres mejores resultados. La coincidencia es que esos tres mejores meses siempre se han producido en marzo (2014,2013,2012), siempre superando las 25.000 visitas, hasta el tope de las 32.000 del año pasado. En tres meses de los 34 de existencia del Alminar, se han concentrado 90.000 visitas, casi la sexta parte de la totalidad del Alminar. ¿Cuál es la razón, por qué en Marzo?. Hoy esto es un hecho, pero la realidad siempre es cambiante. La estadística de hoy puede cambiar el año próximo. Al igual que en los anteriores meses de marzo, también se ha alcanzado el mayor número de visita sen un solo día: 1958 el pasado día 4.
Cada inicio de mes supone un despegue en busca de una ruta incierta que hay que recorrer y cumplir. No puede saberse lo que nos deparará cada mes. En el último día siempre hay que aterrizar y hacer balance. Este mes de marzo ha tenido un nombre propio, con el que quizá finalicemos mañana. Todo está demasiado cerca en Melilla, hasta los aviones, por eso vivimos en una realidad sobredimensionada y asfixiante.