La Autoridad Portuaria blinda su aparcamiento


                                                       Pagar por ir a trabajar

       Esta es un realidad en cualquier ciudad de España. Ir al trabajo cuesta dinero y no precisamente poco. En las grandes ciudades se utiliza el transporte público o el privado, con su consiguiente coste. En los pasados tiempos de bonanza económica era un coste que se podía asumir, pero la congelación y la depreciación de los salarios para la clase media, a las que se han añadido las subidas de impuestos, ha cambiado estos hábitos, y ya se detecta un descenso del uso de transporte público y de la utilización de los aparcamientos.

       Todo ha incrementado los costes del transporte, a lo que hay que añadir el precio del aparcamiento. En Melilla los únicos trabajadores que deben pagar por aparcar cerca del centro de trabajo son los funcionarios y trabajadores de Las Torres (14€ al mes), en un precio especial que ofrece la Autoridad Portuaria. Sin embargo, la caótica gestión del aparcamiento, hace que muchos días no funcionen las barreras de paso, o las máquinas de cobro del estacionamiento, lo ha permitido la utilización del aparcamiento como un «gratis total». En esta situación lleva ya cuatro meses, sin barreras y sin máquinas de tarifación. Todo se está sustituyendo y se está procediendo blindar el aparcamiento, con la instalación de nuevas barreras (las actuales eran inservibles los días de viento), nuevas máquinas y la colocación de un torno de acceso en la entrada más cercana a Las Torres. También se han instalado pivotes metálicos en las zonas de salida, en un duro acoso contra aquellos que aprovechan las constantes deficiencias para aparcar sin coste alguno. También es cierto que la Autoridad Portuaria ofrece 1/2 hora de aparcamiento gratuito. La guerra contra el «gratis total» popular es total, mientras que con el político no hay quien acabe. Los funcionarios y trabajadores abonados al parking portuario han intentando sin éxito que no se les cobre durante todos estos meses de duty free, pese a haber realizado la correspondiente reclamación.

                                                   Sin acceso para personas discapacitadas

        Hay algo en este aparcamiento en lo que nadie había reparado, y es en la ausencia de medidas que faciliten el aparcamiento de personas discapacitadas. No las había antes, pero con el torno, será imposible que nadie con discapacidad física entre o salga de allí. Quien desee aparcar y tenga dificultades de movilidad o lo haga en silla de ruedas, deberá buscar aparcamiento en las inmediaciones, si es que lo encuentra y aparcar a bastante distancia de Las Torres de La Administración Pública y Judicial.

        Siempre existe algo más y es que el borde de ladrillo que remata la superficie de aparcamiento, está ya resquebrajada. Todo la fila de ladrillos está ya desprendida del suelo y sostenida únicamente por la barra metálicas limitadoras del aparcamiento, aunque su función era únicamente la ornamental.

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La librería Internacional



                        Donde duermen los libros

            Es un lugar diferente, propio de la personalidad de su propietario. La librería Internacional estuvo en sus orígenes en la calle del General Buceta. Es un lugar de intercambio de libros, también de compraventa, al menos nació con esa intención hace 6 años, pero la crisis arrasó con todo y se detuvo tanto la compra, como la venta. En este momento se encuentra situada en la calle de Carlos Rodríguez de Arellano, aunque no tiene nombre alguno que la identifique. En realidad es la librería de Wally o de Mohamed, según como se prefiera llamarle. Es un lugar único que frecuento con irregular asiduidad. Allí dejo libros que ya no voy a utilizar y también me llevo otros que me interesan en la actualidad. Además de rebuscar entre la pilas de libro o las estanterías, se charla y se debate con Oualid sobre el estado del Mundo, y más sobre su futuro que sobre su pasado, pues éste último lo conocen en mayor o menor medida casi todas las personas, y sobre el futuro poco se sabe. Aquí siempre se encuentra algo interesante o inesperado y también se pasa un rato desconectado de las prisas de la ciudad.

                                                               La estantería de las vanidades

                 Denomino por este nombre a la estantería en donde se agrupan todos los libros sobre Melilla o editados en la ciudad. No hay libro que se edite y no acabes aquí pasados algunos meses o años. Esta estantería es un buen indicador del interés que suscitan las publicaciones editadas en la ciudad. Si un libro no aparece, es que nadie se ha deshecho de él. A veces aparecen libros de los que ya nadie se acuerda, como el primer premio de poesía  Carmen Conde, la escritora y académica que residió en Melilla, titulado En el Jardín del Diván Dorado. Casi todas las obras de los que en su día fueron calificados como «poetas menores», los premiados del certamen Encarna León, e incluso gran parte de los de los galardonados con el premio Internacional de Poesía pueden encontrarse aquí. También he encontrado la obra del periodista Ricardo Crespo, que en su momento causó un gran revuelo en la ciudad, llegando a casi a ser calificado como persona non grata. Hoy, hojeadas sus páginas, no se entiende aquel gran alboroto.

                Todo pasará casi de igual manera. El manto del tiempo se extenderá y cubrirá con su silencio cualquier cosa que hoy nos parezca inolvidable y trascendental. Solo muy pocas cosas conseguirán atravesarlo y permanecer. De nada sirve alterarse ante una situación, por muy insoportable que nos parezca. El mundo permanecerá siempre y solo nos acabaremos nosotros. Lo que hoy es un escándalo no será recordado en el futuro, y lo que hoy es un éxito de ventas, se convertirá, tarde o temprano en un libro viejo, aunque algunos ya lo son, nada más publicarse; otros no.