Psicosis terrorista


                                                         Construir al enemigo

         Hace años, en Nueva York, me tocó un taxista cuyo nombre era difícil de descifrar y me aclaró que era paquistaní. Me preguntó de dónde era y le contesté que italiano. Me preguntó cuántos éramos y se quedó asombrado de que fuéramos tan pocos y de que nuestra lengua no fuera el inglés.

         Por último me preguntó cuáles eran nuestros enemigos. ¿Perdone?, aclaró despacio que quería saber con qué pueblos estábamos en guerra desde hacía siglos por reivindicaciones territoriales, odios étnicos, violacaciones permanentes de fronteras, etcétera. Le dije que no estábamos en guerra con nadie. Con aire adolescentes me preguntó quiénes eran nuestros adversarios históricos. Le repetí que no los tenemos, que la última guerra la hicimos hace más de medio siglo (II Guerra Mundial), y que la empezamos con un enemigo y la acabamos con otro. 

         No quedó satisfecho. ¿Cómo es posible que haya un pueblo que no tenga enemigos?. Nada más bajarme, le dejé dos dólares de propina, para recompensarle por nuestro indolente pacifismo. Umberto Eco

           Están cambiando nuestros hábitos personales y sociales. Hace unos años, no suponía un problema encontrarse una mochila, una maleta  o un bolso en la calle. Nosotros mismos la recogíamos y la llevábamos a «objetos perdidos» o a la comisaría más cercana. Hoy, hacer algo así parece una temeridad, una acción arriesgada. Un artificiero sabe de sobra cuándo un objeto perdido y depositado en el suelo puede contener una bomba. Sin embargo, en la situación actual cualquier cosa es posible, y una amenaza puede surgir de cualquier lugar y en cualquier momento. En cualquier capital europea, la presencia de soldados en las calles es algo normal. Hace décadas se hubiese considerado algo casi intolerable.

             Esta mañana, el Paseo Marítimo estaba cortado. Alguien había perdido o dejado intencionadamente una mochila en la acera. Crear alarma social empieza a resultar fácil. Estamos en una situación de guerra psicológica, de amenaza difusa pero constante. En ese estado de alarma, es posible aprobar leyes como la conocida como «ley mordaza», o limitar derechos y garantías judiciales.

            Ya nunca estaremos sin enemigos. Hace décadas fue el comunismo, el eje del mal, o el programa nuclear iraní. Saddam Husseín y Muamar el Gadafi eran amigos de Occidente en un tiempo ya lejano y casi olvidado. Curiosamente, al que fuera el mayor mal que haya conocido el Planeta, el nazismo; se le dejó hacer hasta que todo fue inevitable. Acabar con la hidra nazi costó 50 millones de vidas humanas, una cifra espantosa. El Estado Islámico, cúmulo de terrorismos de diverso tipo, surge de los inmensos errores que supusieron las dos Guerras del Golfo, y de la destrucción del estado Sirio.

             Al enemigo ahora no se le ve, puede ser cualquiera, desde un mercenario entrenado, hasta un conductor de grúas enajenado, o un soliviantado guerrero de la fe. No hay manera de defenderse de algo así. El enemigo que ahora nos acecha, está ahí desde hace mucho.

           Nota:https://elalminardemelilla.com/2016/07/18/el-origen-del-mal/

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5 comentarios en “Psicosis terrorista

  1. La manera de «defenderse» debiera ser no atacar. Y la cultura. Y la educación. Y el amor. Todo lo que en el mundo economicista del capital parece que es una pesada vejez y que debemos empezar a reivindicar con toda la fuerza de una insolente primavera.
    Y que la avaricia sea penalizada y los canallas, abatidos.

  2. Esto es una psicosis exagerada, creada por diferentes interes.
    No me da miedo este terrorismo. Es un peligro real, sin duda, pero mínimo, hoy por hoy. Con tan pocas posibilidades de que suceda como que un día nos toque un piloto como el alemán que estrelló el avión en los Alpes; o que nos caiga una teja en la cabeza cuando paseamos, (esto último quizá es más probable, viviendo en Melilla). Todos los homicidios que se producen en España, algo así como uno por día, están provocados por asesinos «no terroristas», y sin embargo no vivimos obsesionados por ellos, a no ser que seas la mujer o ex de un maltratador.
    Lo que si me da auténtico miedo son otras cosa que apuntas en la entrada, la deriva que está tomando el mundo. La degradación de la democracia, la dejación de la defensa de Valores Universales, el aumento del autoritarismo represor, el auge del fascismo con diferentes caras… y la izquierda, si es que existe, perdida, desorientada, dejando hacer a unos y a otros.

  3. Con la excusa del terrorismo, están restringiendo el área de la democracia y las libertades. No nos damos cuenta pero el nivel de control sobre nuestras actividades es ya muy alto. El verdadero Gran Hermano nos acecha.

Acostúmbrate a sufrir con paciencia las contrariedades, a escuchar en silencio lo que desagrada, a estar sosegado entre los turbulentos y a permanecer tranquilo entre el estrépito del mundo.

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