Plaza de Las Culturas Banderas Autonómicas La Banda a refugio Puerta de Santiago El instante antes
A lo largo de 10 años hemos acudido con regularidad cada 17 de septiembre, a los actos del Día de Melilla. Nunca habíamos visto tal furia climatológica, desatada y concentrada en la media hora del acto de homenaje al Comendador Pedro de Estopiñán. Los actos se había reducido al mínimo para crear las menos incomodidades político-sociales posibles. Este año no había desfile, ni concentración de tropas, ni largo discurso presidencial. Se habían cuidado las normas Covid y se había preparado un Acto central concentrado pero con significado.
A las lluvias se la ve venir, a las tempestades se las predice, pero la furia infernal es así. Llega sin anunciarse, como puede comprobarse en la fotografía tomada apenas 15 minutos antes de la tormenta, y solo precedida por un viento descontrolado (señal clara) que levantó todas las banderas autonómicas, en paz hasta ese momento.
La aparición de los remolinos y de las primeras gotas de lluvia hizo que abandonáramos la plaza de Estopiñán, para buscar cobijo en el túnel de Santiago, tradicional refugio de los melillenses en la larga noche de los 400 años. Desde allí escuchamos el himno nacional, vimos los rayos, oímos los truenos y sentimos la fuerte tromba de agua. Los primeros en llegar fueron los componentes de la banda de música, luego las autoridades presentes en el homenaje, completamente empapadas.
Todo se había cuidado al detalle, pero nadie había previsto la contribución de las potencias infernales. Cuentan que en las obras del monasterio del Escorial, todas las noches aparecía un perro enorme que se identificó con el Can Cerbero, guardián de las puertas del infierno, que espantaba a los obreros. Informado Felipe II de los hechos, respondió con esta afirmación: «Pues si el diablo no quiere que lo hagamos aquí; hagámoslo aquí». La parte suspendida de los actos previstos por el 17 de septiembre (día que puede ser resignificado) deben celebrarse en el plazo más breve posible y en el mismo lugar, la Plaza de Las Culturas, si es posible.
Por una vez en los últimos 10 años, todo parecía distinto, aunque habían permanecido las tensiones y resistencias procedentes de los mismos lugares. Todo puede cambiarse y estudiarse, pero no por decisiones unilaterales. Lo única condición a la que no se puede renunciar, es a que el Día de Melilla no tenga relación con su españolidad. El día del Estatuto vale para una comunidad autónoma, pero no para Melilla.
Conjuro para cualquier maleficio
¿Qué haces aquí entretenido? Aquí estoy, que Dios me ha traído. No, Dios no te ha traído; te ha traído tu mal. ¡ Si eres blanca, que Dios te aparte; si eres negra, que Dios te eche fuera; y si eres amarilla, que Dios te eche enseguida!