El ataque de las gaviotas


                    Gaviotas en picado y en vuelo rasante

     Llevamos mucho tiempo escribiendo sobre ellas y sobre el dominio que están ejerciendo sobre toda la ciudad. Sus gritos demoníacos se oyen en cualquier barrio. Son  muy territoriales. Están nerviosas, sobre todo cuando se trata de cuidar de sus pollos. Nunca, hasta ahora, habíamos recibido su ataque, que se produjo por sorpresa, y en pareja.

        Ascendían hacia  el cielo  dando amplios giros sobre mi cabeza y de repente se dejaban caer en picado sobre su objetivo, que era yo. Se relevaban la una a la otra en esta misión. En algún momento pensé que iban a impactar sobre mi, en plan kamikaze, pero son más listas que eso. Se trata de asustar y de intimidar, de momento. Ejercitaron su baile de ataque varias veces. Rasearon sobre una anciana,  que me advirtió: Ten cuidado, son muy malas. No me dejé intimidar en ningún momento, y así pude fotografiarlas en pleno ataque sobre El Alminar. Luego parecieron quedar en calma y necesitar de una tregua.

         Eran rapidísimas y se acercaban gritando hasta casi buscar el contacto. Detrás de mí, y un poco más arriba se encontraba los pollos a los  que protegían. Llegué a creer que vigilaban, al igual que fantasmales gárgolas, las obras paralizadas del hospital universitario, situado apenas a unos metros, y que constituye un auténtico paraíso de anidación de gaviotas.

             Tenemos un problema, y no lo hemos solucionado.

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La paralización del hospital de Melilla


        Cuando se paralizaron las obras del nuevo hospital de Melilla, se llevaban ya computados 700 días de trabajo. Quedaba poco mas de un año para la finalización de las obras. Los 39 millones de euros de presupuesto más el incremento del correspondiente modificado estaban ya librados y apartados. La paralización de las obras se produjo en abril de 2012, apenas 4 meses después de la toma de posesión del nuevo gobierno del Partido Popular.

        Es y era la mayor obra civil de la historia de la ciudad. Sus grúas son las más altas de las existentes y son visibles desde cualquier punto de Melilla. Lo curioso es que nunca reconocieron la paralización de las obras, hasta que ya era una evidencia para todos, y eso fue varios meses después de que allí se moviera un solo ladrillo.

        La inmensa mole del nuevo hospital se yergue como un fantasmas pétreo y silencioso. Esto no era una obra suntuaria, ni un derroche injustificable. Se trataba y se trata de una obra imprescindible y necesaria para la ciudad, para atender a los pacientes sin necesidad de traslados a la península.

         Este es un tema del que no se habla en los medios de incomunicación de la ciudad sometida. La sanidad es uno de los puntos sensibles sobre el que cayó implacable la tijera de los recortes del Gobierno Popular. Esta paralización es enteramente su responsabilidad.

           Desde entonces no han cesado los derroches en la gestión de la ciudad. Resulta «indecente» que se vayan a arrojar al suelo del Barrio del Real 2 millones de euros (el 5% del coste del hospital), para renovar su acerado, que no se trata de otra cosa, y estas obras sigan paralizadas, y sin la menor intención ni interés de que sigan adelante. Las denominadas obras menores han consumido una cantidad de dinero superior a la que hubiera hecho falta para concluir la obra civil de hospital.

           Sabemos de sobra que lo más caro de una obra así es el revestimiento interior del edificio y sobre todo su equipamiento. El tiempo de paralización ya ha superado al de la propia obra. Esto supondrá que Melilla no tenga un Hospital adecuado a sus necesidades hasta el año 2020. Sin embargo, se adelantaron 11 millones de euros (el 25% del coste del hospital)  a la empresa Magna Melilla, para la compra de 1000 plazas de aparcamiento.

         Nota: https://elalminardemelilla.com/2012/04/18/hospital-universitario-de-melilla-2/

El último sol de junio


                                        Despedimos al mes de junio, el de los días más largos, el mes femenino. El mes en el que menos hemos escrito y en el que hemos estado ausentes más tiempo. La luz del Sol del último día de junio se asemejaba a una antorcha en su reflejo sobre el agua. El calor ya aprieta y no dará tregua en los próximos dos meses. Las tormentas de San Juan fueron inesperadas y la noche mágica acabó de manera abrupta y rápida. Todo sucedió antes de tiempo. A veces suelen ocurrir esas cosas.

                     Nos hemos alejados de la realidad en las últimas semanas, porque a veces resulta la única manera de protegerse de ella. Hemos prestado atención y dedicado tiempo a otras cosas. El Alminar ha seguido navegando solo en todo ese tiempo. Hay un universo escrito que llega incluso hasta donde no podemos imaginar. Siempre hay gente mirando, leyendo y descubriendo cosas perdidas. Tenemos cosas pendientes. Siempre se tienen cosas pendientes, aunque no son muchas. Hay historias que deben ser conocidas.

                 Es tiempo de calma. El calor invita a ello. El aire caliente adormece y eso es algo que siempre viene bien. Es una sensación cálida que envuelve el cuerpo y parece ofrecer protección. Esos segundos de sueño reparan más que algunas noches completas.  Estas entradas, eminentemente visuales, tienen muchas/os  seguidoras/es. A veces se producen efectos insospechados cuando no queremos escribir de nada concreto. Se han incorporado nuevos lectores, y se han despertado nuevas sensaciones a través de temas tan sencillos como el de las higueras.